A medida que el reinado de David seguía su curso y su poder aumentaba, él organizó un sistema de gobierno más elaborado que el que había existido antes de su época, creando un “gabinete” para que lo ayudara a administrar los asuntos de Israel (ver 2 Samuel 8:16–18).
Joab, quien ya había demostrado que era un general muy diestro, fue puesto al frente de los asuntos militares, mientras que Benaía fue nombrado capitán de la guardia real. Alguien llamado Josafat fue elegido como “cronista”, lo que bien puede implicar que era el historiógrafo oficial. Los asuntos religiosos de ninguna manera fueron descuidados, porque Sadoc y Ahimelec aparecen como “sacerdotes”. Otros oficiales incluían a Ahitofel, “consejero de David”, y “Husai amigo de David” (15:12, 37), quienes probablemente eran consejeros confidenciales del rey.
Seguro de la protección y del apoyo de Jehová, David hizo grandes esfuerzos por administrar “justicia y equidad a todo su pueblo” (8:15). Al hacer planes para el desarrollo y la continuidad futuros de su reino, nombró a sus hijos “príncipes” (versículo 18).
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