Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Abundancia ilimitada

Del número de octubre de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Cristo Jesús puso a prueba la confianza de sus discípulos en el poder de Dios para proveer todo lo necesario para alimentar a una multitud, la respuesta de los discípulos destacó el cuadro de carencia y subestimación de lo que tenían a mano: “Cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” dijo uno de ellos.

Con su clara percepción de que la sustancia es enteramente espiritual, Jesús demostró la abundancia inagotable que proviene del Amor divino. “Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían”. Juan 6:9, 11; Cerca de cinco mil personas comieron tanto como quisieron, luego se llenaron doce cestas con los panes que sobraron.

Ni por un momento Jesús aceptó la limitación que representaban los cinco panes y los dos peces. Con la seguridad sublime de que el Amor divino que lo incluye todo es adecuado para responder a cualquier necesidad, Jesús dio gracias por la provisión con que contaban, la que luego se comprobó ser más que suficiente. Los discípulos buscaban una solución fuera de aquello con que contaban, como lo atestigua la recomendación que hicieron y que se describe en otro de los Evangelios: “Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan”. Marcos 6:36; Pero Jesús, mediante su reconocimiento de los recursos infalibles siempre presentes del Amor divino para responder a todas las necesidades humanas, puso de manifiesto la abundante provisión que yace al alcance de todos.

Cuando nos enfrentamos con el argumento de que nuestra provisión no guarda relación con la necesidad inmediata, ¿a qué solución recurrimos? ¿La buscamos “externamente”, en personas y en acciones estereotipadas? ¿O “internamente”, acudiendo a la oración que jamás falla en aportar al corazón confiado y agradecido las soluciones adecuadas? La Sra. Eddy nos dice: “Enteramente aparte de este sueño mortal, esta ilusión y decepción de los sentidos, la Ciencia Cristiana viene a revelar al hombre como la imagen de Dios, Su idea, coexisviene con Él — Dios dándolo todo y el hombre poseyendo todo lo que Dios da”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 5;

Cristo Jesús sabía de la falsedad de los transitorios conceptos humanos de la existencia en los que la carencia del bien se presenta como un factor común y tal vez inevitable en la experiencia de la mayoría de la gente. Jesús reconocía a Dios como la fuente y dador de todo el bien y sabía que el hombre es el recibidor seguro de la munificencia divina. Desde este punto de vista enaltecido veía más allá del testimonio que presentaba el sentido físico y demostró que el hombre posee todo lo que el Amor otorga: salud, fortaleza, habilidad — toda buena dádiva.

Al igual que los discípulos de antaño ¡cuán a menudo hemos mirado en menos nuestra provisión, dudando de que será suficiente para hacer frente a las verdaderas necesidades! ¡Cuántas veces, al igual que ellos, hemos comenzado a buscar la solución en la materia mensurable en lugar de buscarla en la Mente infinita, desconociendo así la capacidad de la Mente inmensurable para expresarse en abundancia y revelar el perfecto balance que existe entre la demanda y la oferta! Si nuestro enfoque está menoscabándolo todo ¿cómo podemos demostrar el Todo-en-todo? Si aceptamos la sugestión de carencia, ilustrada por la visión limitada de los discípulos en la experiencia de los panes y los peces, perdemos de vista nuestro derecho divino a rechazar la carencia. Si lo que tenemos lo medimos con temor y duda, entonces comenzaremos a acumular, y lo que se acumula puede agotarse. Si estamos comenzando a comprender que la sustancia verdadera es totalmente espiritual e inagotable, entonces estaremos agradecidos por aquello que tenemos a mano — y se multiplicará.

Cuando el razonamiento humano arguye que los recursos son insuficientes para hacer frente a las necesidades legítimas y urgentes, podemos preguntarnos: ¿De qué dispongo realmente en estos momentos? ¿Poseo integridad y expectación del bien? ¿Conduzco mis asuntos con sabiduría? ¿Expreso discernimiento espiritual en mis decisiones? ¿Soy diligente y concienzudo en el cumplimiento de mis deberes? ¿Tengo confianza en que no puede surgir situación alguna que sea superior a mi comprensión espiritual del Principio divino, Dios?

Habiendo hecho un inventario honesto y cuidadoso de nuestro haber moral y espiritual, ¿no deberíamos engrandecer lo que tenemos en vez de menoscabarlo? En lugar de aceptar temerosos la aparente escasez ¿no deberíamos, por el contrario, reconocer devotamente las cualidades y capacidades más elevadas que ahora expresamos y verlas como medios útiles para llevar a cabo la demostración, es decir, para aumentar la comprensión de nuestra unidad con la fuente divina de todo el bien? Afirmemos con convicción que jamás podemos ser privados de nada que promueva nuestro progreso espiritual. Debiéramos agradecer la más pequeña evidencia del bien, pasada o presente, y regocijarnos en la verdad de que la ley divina está disponible para armonizar y ajustar nuestros asuntos. Muchos no comprenden el poder del pensamiento espiritualizado y no confían en él y, en consecuencia, viven tímidamente una existencia estéril y sin atractivo. ¿Qué es lo que limita el desarrollo de las capacidades, las oportunidades y el progreso? Los conceptos mortales falsos que declaran que las capacidades y oportunidades son limitadas o insuficientes.

En la medida que nuestro pensamiento es imbuido de las grandes verdades demostrables de la Ciencia Cristiana, demostramos cada vez más nuestro dominio otorgado por Dios sobre las creencias de limitación. La normalidad del bien y la expresión de la abundancia divina se evidenciarán más en nuestra vida en el grado en que las abriguemos más en el pensamiento. Esta espiritualización de la consciencia dispone el pensamiento para reconocer las gozosas posibilidades que ofrece una vida vivida al nivel de la comprensión espiritual a la manera del Cristo. Entonces los temores acerca de oportunidades, capacidades o potencial limitados ya no dominan el pensamiento ni la experiencia. Nos encontramos recurriendo a Dios natural y espontáneamente para la alegría y la satisfacción.

En razón de que el hombre es la idea de la Mente divina, la expresión eterna del Principio creativo, el hombre jamás está separado de la provisión amorosa e incesante que Dios otorga a Sus hijos. La salud verdadera, la actividad correcta y la provisión constante de todo el bien, no están determinadas por condiciones materiales, edad, o cuentas bancarias, ni dependen de ellas, sino que emanan de Dios y son mantenidas por Dios, como Jesús lo probó. La Sra. Eddy afirma: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana. No está bien imaginarse que Jesús demostró el poder divino de curar sólo para un número selecto o por un período limitado de tiempo, puesto que a la humanidad entera y a toda hora el Amor divino suministra todo el bien”. Ciencia y Salud, pág. 494.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1979

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.