Todo esfuerzo por entender el propósito y la operación de la Iglesia de Cristo, Científico, sin estudiar lo que dice la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre sería como tratar de comprender la Ciencia Cristiana sin atenerse a lo que ella dice en Ciencia y Salud.
El descubrimiento de la Ciencia Cristiana y la fundación de La Iglesia Madre son sucesos históricos íntimamente relacionados. Juntos registran la llegada a este mundo del Consolador prometido por Cristo Jesús. El Consolador viene a la humanidad mediante la revelación del Principio divino de la curación científica. Esta revelación se encuentra por entero en la Biblia y en Ciencia y Salud, y la Sra. Eddy la demostró al fundar y establecer La Iglesia Madre, y al escribir el Manual de la Iglesia.
¿Qué papel desempeña el Manual, que la Sra. Eddy escribió después de haber escrito Ciencia y Salud? Oímos decir que es necesario que los hombres descubran su religión antes de que puedan elegir su iglesia. Si estamos genuinamente animados por algún nuevo discernimiento espiritual, es improbable que lo guardemos en secreto y que no hagamos nada con él. El descubrimiento y el compartirlo van de la mano; el uno es el resultado inevitable del otro. De la misma manera, el Manual está impulsado por el amor evidenciado en el hecho de que la Sra. Eddy haya escrito Ciencia y Salud; identifica los pasos que debemos dar con nuestros compañeros Científicos, cuyo cargo, como el nuestro, es trabajar en la viña de Dios.
El compromiso es el florecimiento de la convicción. El estudio sincero de Ciencia Cristiana florece en sincera actividad en la iglesia. DE esto se deduce, entonces, que quien se dedique a la Ciencia no se aparta del campo de la Ciencia Cristiana para buscar por sí solo la salvación, esperando con ello ganar las llaves del reino.
Así como una comprensión de Ciencia y Salud es la clave para una comprensión de las Escrituras, así una comprensión del Manual es una clave para la comprensión de Iglesia mediante el propósito y operación de la Iglesia de Cristo, Científico. El sincero estudio del Manual inspira obediencia a él. La obediencia, en su más alto nivel, es evidencia de convicción y se expresa en el comprometerse a hacer trabajo activo y sanador en la iglesia. La obediencia es un índice de la actividad espiritual de los miembros, la cual, a su vez, es la sustancia misma de la iglesia.
La investigación metafísica que pasa por alto el Manual es como un esfuerzo por obedecer el mandamiento citado por Jesús como el “primero y grande mandamiento”, mientras que se hace caso omiso del segundo mandamiento que es “semejante”. No se puede cumplir el requisito “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” sin cumplir también el requisito “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22:37–39; Por lo tanto el hacer caso omiso del Manual constituye no sólo desorientación sino también desobediencia.
Cuando usted y yo hayamos realmente logrado una nueva comprensión de nuestro Padre-Madre, la Mente, que todo lo siente, todo lo sabe, todo lo puede, nos sentiremos impulsados a expresar esta comprensión de una manera más práctica — en un renovado amor por nuestros semejantes, en trabajar con ellos y para ellos, de acuerdo con las reglas expuestas en el Manual.
El estudiante genuino que obedece el Manual no sólo se aventura en el campo de las ideas, sino que también es un precursor de ellas. Se une a los miembros de la iglesia, sus compañeros, al ellos abrir paso a la expresión de estas ideas en actividad sanadora — hombro con hombro, no cara a cara; trabajando juntos con los ojos puestos en el mismo sagrado propósito, no unos sobre los otros en empellones y choque de opiniones humanas. Un trabajador tal, tiene a menudo el Manual en sus manos, y no guardado en la repisa. Su compromiso con el Principio es uno con su práctica de él. “Adheríos a las enseñanzas de la Biblia, Ciencia y Salud y nuestro Manual y obedeceréis la ley y el evangelio”,The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany,págs. 251–252; escribe la Sra. Eddy.
Las Reglas y Estatutos del Manual son indispensables para el gobierno de la iglesia. Todos los días la organización de La Iglesia Madre requiere la guía de esas Reglas para evitar los peligros latentes de la burocracia que acosan a muchas instituciones humanas. A medida que descubramos cada vez más la aplicabilidad de las estipulaciones e indicaciones del Manual y las pongamos en práctica diariamente, la Iglesia queda libre del clericalismo y de cualquier tendencia sutil a falsificar la dirección de la Verdad.
Sin la guía moral y espiritual del Manual, nuestra Iglesia y sus miembros quedan sin protección de la erosión de la política humana o del conflicto de las personalidades humanas — de la decadencia que resulta de confundir la organización de la iglesia con la Iglesia misma, de Iglesia como idea espiritual. Las palabras expresan ideas. Las palabras son las servidoras de las ideas y no al contrario. De la misma manera, la organización es la servidora de la Iglesia; la Iglesia nunca puede ser la servidora de la organización.
El concepto espiritual de Iglesia nunca puede ser cambiado ni modificado, tampoco puede el Manual ser cambiado ni modificado en vista de las instrucciones de la Sra. Eddy. Al contrario, son las opiniones y normas humanas las que están siendo cambiadas y modificadas por las ideas espirituales reflejadas en los Estatutos del Manual.
Por autoridad del Manual, La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana recibe un mandato de vigilar el sistema más esencial de gobierno humano sobre la tierra. Es el Manual el que gobierna. Por medio de él, los Directores están autorizados para administrar ese gobierno. Así es que el llevar a cabo lo que la Sra. Eddy designó como responsabilidades de esta Junta Directiva es la mayor garantía de la continuidad de su dirección divinamente otorgada del movimiento de la Ciencia Cristiana. Esta dirección continúa influyéndonos mediante las ideas espirituales en los escritos de ella, los cuales, junto con la Biblia, exponen la teología de la Ciencia Cristiana.
Es por autoridad del Manual, como también por autoridad del libro de texto Ciencia y Salud, que los miembros de la iglesia reciben el mandamiento de curar. Con este fin el Manual exige algo a los miembros individualmente. El estudio del Manual puede alertar al miembro diligente al reconocimiento de la misión de la Sra. Eddy como su propia razón de ser. El Artículo VIII, Sección 6, del Manual incluye el recordatorio a los miembros de no descuidar su deber hacia su Guía. ¿Podría ocurrir tal descuido si recurriéramos al Manual frecuentemente, o si recordáramos el ejemplo de ánimo, discernimiento, afecto, paciencia, perdón, lealtad y vivaz esperanza que la Sra. Eddy misma trajo a su gran obra de la iglesia?
El descuidar la misión de nuestra Guía mediante nuestra indiferencia al Manual es descuidar nuestra propia misión espiritual aquí en la tierra. Es interesante, especialmente cuando admiramos a la Sra. Eddy por el propósito que divinamente impulsó su fundación de La Iglesia Madre, que nos damos mejor cuenta del propósito de cada miembro que ha prometido servir a su iglesia filial al unirse a ella. A su vez, nuestro respeto por el carácter y el propósito de la Sra. Eddy nos ayuda a discernir y respetar el carácter de otro que también es miembro de nuestra iglesia.
Otra exigencia que nos hace el Manual individualmente en cumplimiento de su misión, es el acatamiento tanto a la letra como al espíritudel Artículo XI, Secciones 2 y 4. Estos Estatutos apremian a los miembros a seguir la recomendación de Jesús en Mateo 18: 15–17, si es que alguna vez tienen que encarar alguna transgresión a cualquier Estatuto del Manual por un miembro de nuestra iglesia. Pero ¿hemos observado el orden de los tres pasos cuidadosamente especificados por nuestro Maestro? Cuando no queremos usar nuestro valor moral para seguir el primer o el segundo paso de Jesús, sino que seguimos únicamente el tercer paso, al buscar la disciplina de la iglesia para el transgresor, entonces perdemos la oportunidad para discernir y respetar el verdadero carácter y propósito de nuestro colega al no reunirnos primeramente con él a solas.
De manera similar, cada Estatuto en este Manual proporciona los medios de poner en acción la capacidad de cada miembro para obedecer y servir, mientras que su sentido de la necesidad de redención que tiene la humanidad domina otras consideraciones personales. Con razón la Sra. Eddy vinculó el Manual con la Biblia y Ciencia y Salud al poner énfasis sobre la necesidad de obediencia a la ley y al evangelio. Porque sin obediencia voluntaria, estamos dando la espalda a nuestro mandato de sanar. Además, con tal descuido perdemos ese poder sanador que cada uno es capaz de expresar. Al darle mayor valor a la misión del Manual, nos encontramos menos cara a cara y más hombro con hombro en la demostración de nuestro propósito común con su resultado sanador.
Está bien que prestemos más que una mera atención superficial a estas palabras de nuestra Guía: “Esta iglesia es imparcial. Sus reglas se aplican no sólo a un miembro, sino a uno y todos por igual. De esto estoy segura, que cada Regla y Estatuto en este Manual aumentará la espiritualidad del que lo obedece, fortificará su capacidad para sanar al enfermo, para consolar al que llora, y para despertar al pecador”.ibid., pág. 230.
“De esto estoy segura”, escribió ella. ¿Estamos nosotros seguros?