A ciegos, sordos, mudos, cojos, pecadores,
y a enfermos,
Instantáneamente sanó.
¿Cómo? ¿Cómo?
No era ciego; con sencillez de corazón no vio sino el bien.
No era sordo; mantuvo su oído a tono con la Mente.
No era mudo; valerosamente expresó palabras de Verdad.
No era cojo; sin titubear iba al paso con la Vida.
Sacó poder de los pozos de fortaleza — los de su Padre —
y venció el pecado.
Y convencido del amor de su Padre no accedió ni a la
enfermedad ni a la muerte.
En su propio pensamiento ya había sanado a todos —
antes que ellos llegaran a él.
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