La mejor manera de cuidar del cuerpo es comprendiendo qué es el cuerpo. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos muestra que no sabemos lo que es el cuerpo si creemos que es orgánico y finito. Es cierto que así parece serlo al pensamiento mortal. Mas si consideramos al cuerpo bajo este punto de vista, no comprendemos lo que es. Y no comprender lo que es el cuerpo es una pobre base — bastante errónea por cierto — para cuidar de él.
Uno de los puntos fundamentales en las enseñanzas de la Ciencia Cristiana es que la identidad es espiritual. El cuerpo físico es el concepto invertido de la verdadera identidad. Es la objetivación del pensamiento material. Mirando hacia el futuro, Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Algún día se aprenderá que la mente mortal construye el cuerpo mortal con sus propios materiales mortales”.Ciencia y Salud, pág. 402;
Según el punto de vista de la Ciencia Cristiana, para cuidar del cuerpo hay que razonar sobre la base de la totalidad del Espíritu y, en consecuencia, de la nada de la materia. Mas si, por el contrario, razonamos basándonos en las apariencias materiales — aceptando sumisamente la corporeidad del ser — materializamos nuestro concepto del cuerpo. Y es esta materialización la que aparentemente está expuesta a la creencia en enfermedades, debilidad y senescencia. Una vez que admitimos que el cuerpo es una especie de máquina, nos encontramos enfrentados con las más o menos implacables demandas de hacer ejercicio, de ponernos a dieta y de medicinar el cuerpo.
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