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Poco después de haber comenzado a estudiar la Ciencia Cristiana...

Del número de octubre de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Poco después de haber comenzado a estudiar la Ciencia Cristiana sané en dos semanas, mediante la oración de una practicista de la Ciencia Cristiana, de un envenenamiento de la sangre. Me sentí muy agradecida, y muy entusiasmada con la Ciencia Cristiana.

Antes de conocer esta Ciencia, mi hija y yo habíamos sufrido de fiebre del heno durante algunos años. Después de haber estudiado la Ciencia Cristiana por cierto tiempo, los síntomas disminuyeron. Algunos años más tarde de pronto me di cuenta de que ambas habíamos sanado completa y permanentemente de ese mal.

Durante los años de depresión mi esposo quedó sin trabajo. Una vez que me encontraba en el campo con mis dos hijas pasando unas cortas vacaciones, junto con estudiar la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana leí un artículo en una de las revistas de la Ciencia Cristiana. El pensamiento que me llamó más la atención y me inspiró mucho, fue que la ley de Dios está presente y actuando, y que podemos aplicar científicamente la ley de Dios a toda clase de problema.

Siempre había asistido a la iglesia, leído la Biblia y orado a Dios. Mas ahora comprendí cómo orar científicamente. Ese artículo me inspiró de tal manera que supe que había un lugar justo para mi esposo — que él encontraría empleo. Sentí mucha alegría al comprender que Dios estaba preocupándose de todos nosotros. Dos días después regresamos a casa y me hallé con la noticia de que mi esposo había encontrado trabajo con el gobierno. Estuvo en ese empleo hasta que se jubiló.

Hace algunos años estuve en contacto muy directo con una persona que sufría de cáncer en la piel. Una condición similar me apareció en una mejilla. Orando para mí misma supe que “en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28); y que no hay condiciones cancerosas en Él; por lo tanto, yo no tenía tal condición. Razoné que no podía tener nada que Dios no tuviera porque yo era una idea espiritual en la Mente divina. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice (pág. 463): “Una idea espiritual no tiene ni un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que sea nocivo”. En pocas semanas la evidencia del problema había desaparecido completamente.

Hace poco un fuerte dolor en la espalda me dificultó levantarme de la silla en que me había sentado. A la mañana siguiente no pude levantarme de la cama. Inmediatamente me vino al pensamiento este versículo de la Biblia (Isaías 41:10): “Siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Me dije: “Dios me toma con la diestra de Su justicia y me levanta”. Me levanté de la cama de inmediato, sin ningún problema, y no volví a sentir dolor.

Algunos días más tarde desperté muy temprano una mañana y leí del The Christian Science Journal. Me había estado sintiendo muy agotada por espacio de unos siete meses y había pasado la mayor parte del tiempo descansando. En este ejemplar del Journal leí un testimonio en el cual se citaba esta parte de un versículo bíblico: “No temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová” (1 Crónicas 28:20). Esta gloriosa promesa hizo que me percatara de que podía ir a la iglesia ese día y hacer algunas cosas que había planeado hacer. Me di cuenta de que mi identidad como idea de Dios era todo lo que iría conmigo. Sané en ese mismo instante — cuando reconocí que mi verdadera identidad es la de los hijos perfectos de Dios. Comprendí que debo siempre reconocer mi identidad verdadera y nunca identificarme con la enfermedad ni con ningún mal. Asistí a la iglesia y más tarde trabajé en el jardín por cerca de una hora, sacando malezas alrededor del edificio. Ahora estoy completamente sana de agotamiento y debilidad.

Soy octogenaria, y mediante mi estudio y comprensión de la Ciencia Cristiana puedo ocuparme de mi hogar y de mi familia y cumplir con mis actividades en la iglesia.

Estoy profundamente agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, y de una iglesia filial, y por haber tomado instrucción en clase.


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