Poco después de haber comenzado a estudiar la Ciencia Cristiana sané en dos semanas, mediante la oración de una practicista de la Ciencia Cristiana, de un envenenamiento de la sangre. Me sentí muy agradecida, y muy entusiasmada con la Ciencia Cristiana.
Antes de conocer esta Ciencia, mi hija y yo habíamos sufrido de fiebre del heno durante algunos años. Después de haber estudiado la Ciencia Cristiana por cierto tiempo, los síntomas disminuyeron. Algunos años más tarde de pronto me di cuenta de que ambas habíamos sanado completa y permanentemente de ese mal.
Durante los años de depresión mi esposo quedó sin trabajo. Una vez que me encontraba en el campo con mis dos hijas pasando unas cortas vacaciones, junto con estudiar la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana leí un artículo en una de las revistas de la Ciencia Cristiana. El pensamiento que me llamó más la atención y me inspiró mucho, fue que la ley de Dios está presente y actuando, y que podemos aplicar científicamente la ley de Dios a toda clase de problema.
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