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El éxito de la honradez

Del número de abril de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cuál es su reacción al saber que una gran empresa ha sobornado a alguien para conseguir un negocio lucrativo? ¿Se siente agradecido porque no es tentado a hacer lo mismo? Si somos verdaderamente inocentes de cualquier impulso que nos haga cometer actos deshonestos o inmorales, está bien. Pero también podríamos aplicar a nosotros mismos la parábola del publicano y del fariseo que Cristo Jesús mencionó. Jesús reprendió la oración de justificación propia del fariseo: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano”. Lucas 18:11;

La distancia que hay entre nosotros y la persona que miente, engaña o roba toda su vida pareciera ser bastante grande. Pero todo aquel que trata de seguir los pasos del cristiano por excelencia no puede sentirse cómodo sabiendo, o aceptando en su propio pensamiento, cualquier grado de error. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad individual de recorrer por sí solo el camino que lleva al reino de los cielos, de demostrar en su propia vida que el hombre ya es el hijo inmaculado de Dios. Pero de las parábolas de Jesús y de las cartas de Pablo, también deducimos algo del deber que tenemos de vivir de manera que podamos ayudar a otros a encontrar el camino. Pablo escribió: “Ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano... Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Rom. 14:13, 19;

¿Qué tiene esto que ver con sobornar o ser sobornado? La relación es que el ambiente mental en el que cada ser humano toma sus decisiones incluye los pensamientos de cada uno de nosotros. Y es la responsabilidad de cada uno de nosotros contribuir a mejorar esa atmósfera mental. En un país en el que las leyes expresan la voluntad de los ciudadanos, las normas morales establecidas por el pueblo se reflejan directamente en la legislación. Pero aún en la ausencia de legislación el individuo puede influir mucho en el modo de ser de su sociedad con lo que conscientemente él acepta en su ambiente.

Hoy en día, las normas de conducta en el mundo de los negocios son por lo general bastante elevadas. La confianza mutua y las normas de conducta sobre bases convenidas hacen más fácil conducir eficientemente el volumen de actividad que debe realizar cualquier nación moderna. En particular, la gente ha aprendido a través de la experiencia que las relaciones comerciales perdurables solamente pueden establecerse sobre una norma de integridad. En otras palabras, cuanto más uno se acerque a una norma obsoluta en sus asuntos de negocios, como en cualquier otro aspecto de su vida, puede esperar lograr más armonía y progreso.

Entonces, ¿cuáles son las fuerzas que nos harían aunque sea temporalmente abandonar el camino de la integridad en los negocios? Por lo menos dos vienen al pensamiento inmediatamente: la codicia y la reacción a los apremios del tiempo. Si pudiéramos vivir de forma que la codicia no tuviera el menor asidero en nuestro pensamiento o motivos, si pudiéramos vivir de manera que las presiones del tiempo no nos tentaran a tomar un atajo que lamentaremos más tarde, habremos, en primer lugar, dado un ejemplo para nosotros mismos de que esos rasgos mentales son impotentes para atraernos o afectarnos. En segundo lugar, habremos agregado algo positivo a la suma total del pensamiento humano, o atmósfera mental, en la que otros toman sus decisiones. Un ambiente así puede apoyar en gran manera las decisiones que manifiestan integridad en materia de negocios.

Hacia el final del siglo pasado, la Sra. Eddy expresó sus opiniones sobre la época que habría de venir. Miraba de una manera realista al siglo veinte, no con el ingenuo optimismo propio de su época. Y, sin embargo, su declaración también elucida para nosotros aquellos elementos en el pensamiento humano que pueden guiar a la humanidad seguramente a través de éste y los siguientes siglos: “Preveo con renuencia que grandes peligros amenazan a nuestra nación, — el imperialismo, el monopolio, y un sistema religioso indisciplinado. Pero el espíritu de benignidad, ética y cristianismo, sembrado por todas partes — todos concomitantes con la Ciencia Cristiana — está influyendo fuertemente el pensamiento del público en todo nuestro querido país y en tierras extranjeras, y tiende a contrabalancear la tendencia de la ambición desenfrenada”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 129;

La codicia, por cierto uno de los elementos de la ambición descontrolada, desenfrenada, puede influir nuestros actos sólo mientras pensemos que el bien es algo limitado, como lo es la firma de un contrato o cierta cantidad de dinero en el banco al final del año. La Ciencia Cristiana nos da una base metafísica firme con la que contrarrestar la fuente de la codicia. Describe el funcionamiento de las leyes de Dios, al que define como Principio divino. Enseña que la sustancia del bien consiste de ideas y cualidades espirituales, todas las cuales derivan del Principio, Dios, y son infinitas por naturaleza. A medida que el hombre de negocios aprende que estas cualidades infinitas están en todas partes y siempre presentes y consitituyen el único bien real que puede haber, no se sentirá más tentado a desviarse del Principio divino para lograr algún fin. A medida que aprende que el funcionamiento de la ley de Dios siempre responde a las necesidades humanas, querrá demostrar más el funcionamiento de esta ley, y esta ley solamente.

Tomar atajos debido a las presiones del tiempo o a las tensiones del trabajo puede que no suene tan mal como el actuar puramente por codicia. Sin embargo, la creencia de que el bien es limitado, o que el tiempo ejerce presión, puede actuar más sutilmente en personas que, de otro modo, son muy éticas, y puede resultar en que éstas transgredan. La verdad que contrarresta las presiones de limitación de tiempo es que el hombre siempre existe en el punto de oportunidades ilimitadas. El hombre es ahora mismo y para siempre el reflejo completo de Dios. Refleja sin esfuerzo las ideas y cualidades infinitas de Dios.

O si una sociedad entera parece estar demasiado de prisa o vive a un ritmo demasiado rápido, ¡qué oportunidad para el que sabe algo sobre el gobierno de Dios! Puede expresar cualidades tales como serenidad, aplomo y orden tanto en los negocios como en sus asuntos personales, y así ayudar a mejorar la atmósfera mental en la que todos viven y trabajan.

La Sra. Eddy escribe que la Ciencia Cristiana “alienta y capacita al hombre de negocios y asegura el éxito a la honestidad”.Escritos Misceláneos, pág. 252. El éxito final de la honestidad en todas las transacciones humanas está asegurado, porque la honestidad se basa en el Principio divino.

Al aplicar la Ciencia Cristiana a los problemas con los que nos enfrentamos en los negocios, vemos que los motivos o acciones derivados de un falso sentido de sustancia no tienen base. Sin embargo, hacemos mucho más que mejorar nuestra propia vida o aun añadir a la suma total del pensamiento humano del lado del bien. Al albergar ideas que se originan en el Espíritu, Dios, reconocemos la actividad del orden divino. En este universo del bien ordenado espiritualmente, los buenos pensamientos humanos no se pesan contra los malos pensamientos humanos, sino que la ley es suprema; no incluye conflictos ni competencia.

La demostración de integridad libera un poder, o influencia, que todos pueden sentir, y el éxito final de la honradez es seguro, no sólo para uno mismo sino para toda la humanidad.

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