El mundo siempre está en busca de algún nuevo peligro y tratando de batallar con él. Sin embargo, el mundo no hace nada sobre el temor mismo — esa emoción interior que se estremece más que un terremoto, que arde más que un fuego y sopla más que un viento. En esta época hay quienes enseñan que el temor es saludable porque nos alerta al peligro. ¿Por qué no usar en cambio la sabiduría?
Hace cuatrocientos años un escritor dijo: “Todas las veces que la conciencia dicta algo, hay sólo una cosa que temer: el temor”. Montaigne, Bacon, Thoreau y Roosevelt hicieron eco a este pensamiento. Pero si la raza humana sabe esto, ¿por qué no se ha progresado más en echar fuera el temor? Porque la humanidad no sabe qué es el temor. Hasta que uno no conoce la naturaleza del enemigo, su armamento y teatro de operaciones, ¿cómo puede ganar la batalla y luego la guerra?
Pero la Ciencia Cristiana ha resuelto el misterio. Desenmascara el temor y muestra exactamente cómo conquistarlo. La Sra. Eddy hace un resumen del temor en las siguientes palabras: “El temor es una creencia de que hay sensación en la materia”.Escritos Misceláneos, pág. 93; Esto pone al temor en el crisol de la religión porque, ¿qué es la materia sino la negación de la totalidad del Espíritu? Cristo Jesús dijo claramente: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Juan 4:24;
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