Cuando me encontraba en las profundidades de la desesperación, debido a un veredicto médico concerniente a la salud de nuestra hija, una querida amiga me escribió en una carta esta declaración: “Una idea espiritual no tiene ni un solo elemento de error, y esa verdad elimina debidamente todo lo que sea nocivo” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 463). Los médicos nos habían dicho a mi esposo y a mí que nuestra hija tenía un tumor maligno en la tiroides y que ellos habían hecho todo lo que podían hacer por ella. Dijeron que era posible que viviera dos años más y que entonces debíamos prepararnos para su muerte. Puesto que había sido yo instruida como enfermera, estos pensamientos me agobiaron hasta que recibí la declaración citada junto con un ejemplar de Ciencia y Salud. Consulté también con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien consintió en ayudarme a vencer mi gran temor. La lucha fue larga y ardua. La Sra. Eddy dice (ibid., pág. 382): “Un enfermo que esté muy versado en las teorías médicas es más difícil de sanar por medio de la Mente que uno que no lo esté”. Me di cuenta de la necesidad de olvidar la falsa educación, especialmente después de examinar esta útil declaración (ibid., pág. 412): “Si se trata de un niño pequeño o una criatura, es necesario atender el caso principalmente por medio del pensamiento de los padres, ya sea silenciosa o audiblemente, sobre la base antes mencionada de la Ciencia Cristiana”.
Había muchas creencias negativas que tenían que vencerse, tales como un falso sentido de responsabilidad concerniente al cuidado de nuestros hijos. Me liberé de sentimientos de culpa y aprendí a protegerme contra la tentación de simpatizar con el error.
Mi afiliación a La Iglesia Madre me dio un sentimiento de fuerte apoyo. Mi instrucción en clase fue de lo más útil para descubrir errores latentes en el pensamiento, para despejar el camino de la curación del temor y prepararlo para la recuperación de la salud de nuestra hija. Mi afiliación a una iglesia filial fue el último paso que di para reforzar mi comprensión de la totalidad de Dios y la nulidad del error. Mi gratitud no sería completa a menos que mencione también la maravillosa ayuda que recibí de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana.
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