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Durante muchos años investigué la mayoría de las religiones ortodoxas...

Del número de agosto de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante muchos años investigué la mayoría de las religiones ortodoxas, estudié algunas de ellas, y también el ocultismo, sin encontrar satisfacción duradera o significativa. Después de dos años de estar separado de toda iglesia organizada, conocí la Ciencia Cristiana por medio de las reuniones vespertinas de los miércoles. En ellas oí decir que Dios es Amor, y que el hombre es Su imagen. Después de asistir solamente a dos de estas reuniones, me di cuenta de que esas enseñanzas eran justamente lo que yo necesitaba.

En esa época ocupaba el puesto de ingeniero en el departamento de aguas potables de un pueblo. Una noche recibí un llamado para reparar una cañería principal que se había roto. Al excavar para localizarla vimos que estaba más profunda de lo común; de pronto un lado completo de la zanja se desplomó, enterrándome hasta el cuello. Aunque unos compañeros de trabajo me habían advertido del posible peligro, y ya iba subiendo la escalera, las varias toneladas de barro y roca que cayeron me prensaron contra el lado opuesto de la zanja — y quedé prácticamente doblado a la mitad, verticalmente.

Los trabajadores me sacaron, escarbando con azadones especiales, y me llevaron a un hospital cercano. Allí me tomaron rayos X, los cuales indicaron que la pelvis estaba fracturada en tres lugares. Los doctores me informaron que no podían hacer nada: “Descanse. Finalmente sanará”. Al estar tendido en la cama en el hospital, pensé en el nuevo concepto que tenía de Dios: “Dios es amor” (1 Juan 4:8). El pensamiento era nuevo, y súbitamente lleno de significado.

A la mañana siguiente hice los arreglos para que me dieran de alta en el hospital. Salí caminando, lentamente, lo admito, pero ése fue mi comienzo. Al día siguiente, toda medicina fue desechada.

Fue entonces que comencé mi estudio de la Ciencia del Cristo. Una amiga, que era Científica Cristiana, hizo los arreglos para que otra Científica Cristiana con experiencia me ayudara mediante la oración y ella compartió conmigo una declaración en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 124): “La adhesión, la cohesión y la atracción son propiedades de la Mente”. Al escuchar esa declaración y orar para poder comprenderla, la atracción hacia Dios como Amor se volvió más importante. Al esforzarme por adherirme al Principio divino, mi cuerpo destrozado respondió con naturalidad a la cualidad de cohesión de las ideas divinas en la consciencia. La curación no fue inmediata pero pronto sané completamente, y desde entonces puedo moverme con toda libertad. Volví a mi trabajo en tres semanas, que era el tiempo mínimo requerido por la compañía de seguros. El primer día que estuve de vuelta en mis labores regulares llegó un cargamento inesperado de material para cañería, el cual yo mismo pude descargar. Era necesario que me agachara y levantara el material muchas veces para descargar el camión.

Utilizando la declaración citada, de Ciencia y Salud, he sanado de hemorragias y de laceraciones. Meses más tarde me di cuenta de que muchos problemas que me habían atormentado por mucho tiempo habían desaparecido. Cuando tiré todo medicamento de mi casa, pude también dejar el alcohol y el tabaco. Los agudos dolores de espalda que ocasionalmente me incapacitaban, problemas de estómago y dolores de cabeza dejaron de molestarme.

Un año más tarde fue aceptada mi solicitud de afiliación a La Iglesia Madre; al año siguiente recibí instrucción en clase de Ciencia Cristiana. Siento como si hubiera recibido el más grande de los obsequios. Estoy inmensamente complacido de estar identificado con esta organización mundial. También agradezco la guía continua que me proporciona mi Asociación de Estudiantes de Ciencia Cristiana, el trabajo de la iglesia filial, y mi progreso en la Ciencia Cristiana, el cual se manifiesta en mi vida diaria.


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