Una joven y su sobrino estaban contemplando los vibrantes colores de un atardecer. El sol se estaba poniendo tras un lago cristalino rodeado de pinos y abetos de un verde profundo contra un fondo de arces de color escarlata y de dorados álamos.
Ambos caminantes se detuvieron a descansar en la blanca arena de la playa. En silencio absorbieron esa belleza que los rodeaba. Después de un rato la tía dijo en voz baja: “¿Has visto alguna vez algo más hermoso sobre la tierra?”
Juan vaciló, cogió un guijarro, lo tiró al agua y contempló por unos momentos los círculos ondulantes que se formaban. “Sí, tía Nélida, he visto algo aún más hermoso”.