Durante varios años ha habido una activa deliberación sobre asuntos de crecimiento, incluyendo el crecimiento de población, el crecimiento industrial y el económico. Tales incertidumbres que encara la humanidad tienen que considerarse, finalmente, reconociendo que sólo tienen respuestas metafísicas. Y cuando se encuentren estas respuestas, surgirán condiciones humanas adecuadas como resultado de una comprensión espiritual que reemplaza al razonamiento mortal.
El crecimiento que necesitamos es crecimiento espiritual. Éste es el único crecimiento auténtico, el único crecimiento que es divinamente iniciado y divinamente permitido. El crecimiento genuino es impulsado y activado por Dios. Empezar a crecer desde una base espiritual, más bien que desde una base material y temporal, es el nuevo nacimiento.
El crecimiento espiritual es el sentido iluminado del desarrollo divino que no tiene fin; el desarrollo de la divina naturaleza de Dios en el hombre y en el universo. No es algo que le ocurre a Dios sino algo que nos ocurre a nosotros a medida que progresamos en la comprensión de lo que es Dios. Mary Baker Eddy dice así acerca de la Mente inmortal, Dios: “Esta Mente, entonces, no está sujeta a desarrollo, cambio o diminución, sino que es la inteligencia divina, o Principio, de todo el ser real, que mantiene al hombre eternamente en el ciclo rítmico de una felicidad creciente, como testigo viviente e idea perpetua del bien inagotable”.Escritos Misceláneos, págs. 82-83;
La humanidad se crea dificultades por considerar el crecimiento desde un punto de vista solamente material. Se encuentra con restricciones, disminuciones, desequilibrios como también con conflictos entre aspectos competitivos de expansión material. Un concepto meramente material acerca del desarrollo — crecimiento que no está dirigido por el Principio y el Amor, Dios — es el origen de grandes disparidades en la riqueza y de las injusticias resultantes.
Las sociedades industriales modernas están orientadas hacia el crecimiento. El concepto puede parecer muy estimulante. Pero para que sea del todo beneficioso, el crecimiento tiene que estar espiritualmente impulsado. Los valores meramente materiales siempre oponen resistencia al verdadero bienestar de la humanidad.
La mente mortal — una falsa consciencia que pretende tener vida y energía pero que de hecho está muerta y es impotente — es posible que pretenda crecer o ser causa de crecimiento. Es posible que algunas veces parezca estar más activa este año que el anterior, o que amenace estar más visible el año venidero que éste. La Ciencia CristianaChristian Science (crishchan sáiens) nos pone en estado de alerta contra los argumentos y seudoestratagemas de la mente mortal, que pretende extenderse destructivamente y materializar el progreso. Esta Ciencia nos lleva al hecho divino de que no somos entidades finitas y personales, vulnerables a las creencias destructivas, sino que somos inmortales, que expresamos la vida y la actividad que vienen de Dios. La vida de Cristo Jesús ampliamente lo demuestra.
El supuesto crecimiento de la mente mortal puede ser que aparente tener muchas formas. Pero cuando comprendemos que la Vida divina es el iniciador de toda acción y el gobernante de todo crecimiento, entonces dominamos y sanamos las pretensiones destructivas del crecimiento material — incluyendo tumores. Probamos la vacuidad de la pretensión de que una semilla del pensamiento mortal (de un temor mortal, o de una creencia biológica de que hay sustancia en la materia) pueda germinar y crecer para convertirse en un tumor o una catarata o en cualquier otra cosa que sea dañosa. ¿Quién o qué hizo la semilla de tal pensamiento mortal? La Ciencia Cristiana responde que tales semillas son irreales e insustanciales y que no tienen base desde la cual extenderse.
“El desarrollo”, dice la Sra. Eddy, “es gobernado por la inteligencia; por Dios, el Principio activo, omnisapiente, creador de toda ley, que disciplina por medio de ley, que cumple la ley”.ibid., pág. 206; ¿Es ésta la clase de crecimiento en el que estamos interesados, el que estamos procurando, en el que estamos creyendo? Éste es el crecimiento — el crecimiento gobernado por Dios — que es válido y que tiene que ser de interés predominante para nosotros. Tal crecimiento es beneficioso, progresivo, sanador. Continuo. Irresistible. El Salmista lo expresa de esta manera: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán”. Salmo 92:12, 13;
De primordial importancia es nuestro concepto individual del nuevo nacimiento, nuestro propio renacimiento espiritual. Esto significa cambiar nuestro pensamiento de una base física a una espiritual, de una premisa temporal a una eterna. Significa dejar que nuestra vida se conforme a la ley divina de la Vida hasta que pongamos permanentemente de lado la creencia en la mortalidad. El nuevo nacimiento se evidencia primero en un mejoramiento humano, pero finalmente es visto en un contexto totalmente espiritual. La Sra. Eddy dice de él: “El tiempo puede dar comienzo al nuevo nacimiento, pero no puede completarlo; eso es obra de la eternidad; pues el progreso es la ley de la infinitud”.Esc. Mis., pág. 15.
El crecimiento, visto bajo la luz de la Ciencia Cristiana, es un concepto verdaderamente maravilloso. Trabajando con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana podemos empezar a gozar de las delicias del crecimiento espiritual y empezar a evitar los baches que abundan en el camino del progreso puramente material. Finalmente comprenderemos que el crecimiento no es un cambio de menos a más, de la imperfección a la perfección, sino la consciencia en constante florecimiento de la divina compleción de Dios presente en todas partes y por siempre.
