Para todos los que creen en la superstición y en el temor, y sufren a causa de ellos, la Ciencia Cristiana viene como liberador luminoso y afectuoso. Les habla en las tiernas pero enérgicas palabras de Isaías: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Isa. 41:10;
Mucha gente en la mayoría de los países y de diferentes culturas, hasta en las llamadas naciones industrialmente desarrolladas, todavía se entrega a una variedad de creencias supersticiosas. París, por ejemplo, tiene la fama de tener miles de adivinos, astrólogos, y otros por el estilo, que dedican todo su tiempo pretendiendo “adivinar” el futuro. En América del Norte, en muchos edificios de varios pisos no existe un piso con el número trece debido a antiguas creencias paganas de que el número trece es de mal agüero. Y en algunas regiones de los Estados Unidos se están extendiendo la brujería y los llamados “cultos a Satanás” — señal evidente del fracaso de las religiones tradicionales, la educación y la ciencia moderna de satisfacer la necesidad que tiene la humanidad de comprender la vida.
El África no es una excepción; creencias similares se manifiestan en innumerables cultos y prácticas, tales como la hechicería, el vodú, la brujería, adivinación del pensamiento, predicción del futuro, varias formas de medicina tradicional, ceremonias de iniciación y sociedades secretas. La base de estas creencias es lo que la Sra. Eddy llama magnetismo animal. En sus propias palabras: “Tal como se emplea en la Ciencia Cristiana, la expresión magnetismo animal o hipnotismo es el término específico para el error, o la mente mortal. Representa la creencia errónea de que la mente está dentro de la materia, que es tanto buena como mala; que el mal es tan real como el bien y más poderoso”. Después agrega esta enérgica declaración sumamente consoladora: “Esta creencia no tiene ni una sola cualidad de la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. 103;
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