Habiendo tenido la oportunidad de viajar por muchos países, he asistido a los cultos de la Ciencia Cristiana en iglesias, sociedades y grupos en la mayoría de los continentes. Me sorprendió ver que, hablando en general, los grupos más pequeños parecían ser los que expresaban un sentido más elevado de iglesia. Me pregunté por qué.
¿Cuáles eran algunas de las cualidades de esos pequeños grupos? Mi lista incluía: cálido afecto; alegría profunda; gran vitalidad al llevar a cabo toda clase de trabajos para la iglesia; comunicación espontánea y afectuosa de persona a persona; y una natural expectativa de bien. Vi estas cualidades brillar en los Lectores, los ujieres y en los miembros. ¡Qué entusiasmo!
Al repasar esta lista me di cuenta de que muchas de estas cualidades se podían relacionar con los niños. Eran esas características iguales a las de los niños las que no siempre se expresaban tan abiertamente — me pareció a mí— en las iglesias y sociedades más grandes. Pensé entonces en las palabras de Cristo Jesús: “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 18:3;
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