La oración científica abarca el conocimiento de que el reino de los cielos es una realidad presente, que está dentro de nosotros ahora mismo, como lo dijo y demostró Cristo Jesús. Él le dijo a sus discípulos: “En cualquier ciudad donde entréis... sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios”. Lucas 10:8, 9;
Como ocurre en todo, nuestra habilidad para dar tratamiento en la Ciencia Cristiana se perfecciona con la práctica. Pero todo tratamiento descansa en nuestra comprensión de Dios y de Su creación espiritual como la única realidad. Nuestras oraciones se vuelven más eficaces a medida que aumenta nuestro entendimiento de la naturaleza y totalidad de Dios. Cuanto más claramente comprendemos a Dios, tanto más fe tenemos en Su omnipotencia. Al mismo tiempo llegamos a ver que el hombre es inseparable de Él y está siempre bajo Su gobierno. Y vemos que la creación espiritual, y no el sentido material del universo, es la realidad.
Si bien hay ciertas reglas fundamentales para el tratamiento, no hay fórmulas establecidas. Por cuanto es a Dios, la fuente infinita de ideas, a quien recurrimos para que inspire nuestra oración, y porque cada situación que requiere oración es diferente, el tratamiento científico no es estereotipado. Sin embargo, todo tratamiento incluye el reconocer la totalidad del Espíritu y la inexistencia de la materia; incluye percibir que la existencia espiritual es la única realidad. Sin esta posición básica no puede haber curación genuina ni prueba duradera de la perfección.
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