La enorme promesa de una sola hora
Es domingo por la mañana y la Escuela Dominical comienza. Aquellos de nosotros que somos maestros observamos a los niños más pequeños que, con pies inquietos y sujetando descuidadamente sus Himnarios (o dejándolos caer), contemplan con grandes ojos a los que llegan tarde, o los crujientes pedales del piano. Escuchamos con gratitud cuando el superintendente lee las palabras del primer himno. Conscientes de la enorme promesa de esta hora, oramos en silencio.
Tanto para los maestros como para los estudiantes, la Escuela Dominical es una rara mezcla de tranquilos momentos, valerosas preguntas, brillantes expectativas, explosiones de risa, razonamiento cuidadoso y, sobre todo, de revelaciones obtenidas como resultado de la oración. Puede ser que los niños se acuerden de sus amigos, de la maestros, de pertinentes historias de la Biblia, de información obtenida y de percepciones que se han compartido. Esperemos que, más que nada, se acuerden de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana porque fue allí donde aprendieron a sentir más la presencia y el cuidado de Dios.
Preguntamos a varios niños por qué asisten a la Escuela Dominical. Uno respondió: “Porque sí”. “¿Por qué porque sí?”, insistió el Redactor de La Iglesia en Acción. “Porque mi mamá quiere que yo vaya porque ahí podemos aprender lo que es Dios”.
Una estudiante, que cursa el último año de secundaria, dijo: “Porque la Ciencia Cristiana influye en la clase de persona que yo soy”. Había sinceridad y nuevas perspectivas en algunos de los otros pensamientos que ella tenía sobre la Escuela Dominical.
La Escuela Dominical ejerce una influencia tranquilizante
Redactor: Mencionaste que has tenido maestros que te agradaban en la Escuela Dominical, pero que también has tenido algunos que no te han dado mucho. ¿Por qué continúas asistiendo?
Estudiante: Por la buena influencia y el efecto tranquilizante que tiene. Esto es algo sobre lo que también mis amigos han comentado. No quiero decir que estoy consciente todo el día de que me encuentro en camino de ser un Científico Cristiano. No estoy segura de que vivo y pienso todo el tiempo de la manera que más quisiera hacerlo. Pero creo que finalmente lo lograré. Quiero decir, yo estudio, y me vuelvo a Dios cuando necesito saber cómo resolver las cosas.
Redactor: La mayoría de los maestros comprenden que no es fácil mantener el pensamiento siempre en un nivel espiritual.
Estudiante: Me gusta lo que la Sra. Eddy dice en el capítulo “La Oración”: “El esfuerzo constante por ser buenos todo el tiempo es oración incesante. Sus motivos se ponen de manifiesto en las bendiciones que traen, — bendiciones que, aunque no sean reconocidas con expresiones verbales, atestiguan que somos dignos de ser partícipes del Amor”.Ciencia y Salud, pág. 4; Algunas veces los maestros de la Escuela Dominical se extralimitan, como si tuvieran temor de que nosotros no estemos luchando también para ser buenos. En vez de confiar, aguijonean constantemente: “Únete a la iglesia. Lee la lección. Lee la lección”. Nos hacen sentir culpables si no lo hacemos o si no, nos rebelamos cuando nos dicen lo que debemos hacer.
Redactor: Existe una diferencia entre el entusiasmo genuino que dice: “¡Ah, que lección más buena!, vamos a hablar sobre ella”, y la actitud que lo que quiere es aguijonear.
Estudiante: La buena enseñanza hace que las historias sean dinámicas, tan llenas de posibilidades y tan pertinentes que haya menos necesidad de decir: “Debes estudiar la lección”. Y hace que una sienta: “Tengo que hacerlo, quiero leerla, por mi cuenta”. Algunas veces me he ido a casa y he estudiado la lección después de asistir a la Escuela Dominical porque el maestro le ha dado mucha vida.
Redactor: Las historias de la Biblia, los Mandamientos y las Bienaventuranzas, todo en la Escuela Dominical se puede enseñar de manera que nos haga apreciarlo. La enseñanza tiene que enlazar lo que está escrito en la página con lo que sucede cuando nos vamos a casa.
La relación se va desarrollando
Estudiante: A veces la relación no es obvia, o una se va dando cuenta de ésta gradualmente. Yo no creo que toda la Ciencia Cristiana, o la vida de Jesús, pueda tomarse en una sola pieza y, dársele a alguien diciéndole: “Aquí está. Aplícala, y significará muchísimo para ti”. La relación tiene que establecerse en nuestro interior, es como un camino que se abre para ti, algo que es sólo tuyo. Quizás una no le diga a nadie lo que ha aprendido o descubierto.
Redactor: En nuestra Escuela Dominical las preguntas y respuestas son nuestro método de enseñanza. ¿De qué manera te aprovechas tú mejor de este método?
Estudiante: Yo no trato de tener la palabra correcta en el momento correcto, a modo de llenar los espacios vacíos. Eso no funciona para mí. Yo necesito buscar mis propias respuestas.
Redactor: Las preguntas tienen que ser genuinas. Si el maestro dice: “¿Qué crees tú que Dios es?” y espera recibir una respuesta ya prescrita, el estudiante puede sentirse limitado.
Estudiante: Y las expectativas de un maestro son usualmente bastante obvias.
Redactor: ¿Crees tú que los alumnos de la Escuela Dominical tienen también una responsabilidad hacia la clase?
Estudiante: Deben tenerla, porque si la clase se limita sólo a una de las partes, no puede haber un ambiente propicio para aprender. Una manera obvia es leer la lección y así prepararnos para la clase. Mas la responsabilidad que yo más siento que debo tener es un pensamiento constantemente espiritual, y yo dudo que estoy cumpliendo con eso. Por ejemplo, yo no podría contestar con facilidad lo que Dios es. Yo podría contestar con las palabras “correctas”, por supuesto, pero no explicarlo a mi manera.
Redactor: ¿Pensarías tú alguna vez en términos iguales a los de Jesús cuando dijo: “Yo y el Padre uno somos”? Juan 10:30;
Estudiante: Quizás. Pero el nombre de Dios a veces parece tan supremo. Para mí es más fácil pensar en un poder que es bueno, en el Amor, o tal vez en la idea de Padre.
Redactor: Entiendo lo que quieres decir. Estamos conscientes de que nos sentimos tan pequeños, y que el significado de “Dios” es enorme. Pienso en el Salmo que dice: “Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, o el hijo de hombre, para que lo estimes?” Salmo 144:3;
El hombre siempre es valioso
Estudiante: Es como cuando el director de la escuela te dice “hola” en el pasillo y tú piensas: “¿Qué derecho tengo yo de tener amistad con alguien que está a la cabeza de todo?”
Redactor: Y, sin embargo, lo que yo más amo del cristianismo científico es el concepto de que el hombre es siempre valioso para Dios, y que siempre recibe Su reconocimiento. Uno de nuestros himnos dice:
Tu herencia, ¿cuál será?,
imagen fiel de Dios.
¿Cuál es del Padre el plan,
nacido de Su amor?
... Dios te concedió
dominio en la creación.Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 382.
Estudiante: Hay momentos en que yo no me siento con deseos de hablar con nadie sobre mi intimidad con Dios. Esto es algo muy privado. Lo que yo aprenda y llegue a ser es algo mío, no es necesariamente algo que quiera compartir con otra persona, aunque esa persona sea alguien que a mí me guste mucho.
Redactor: La buena enseñanza respeta lo privado. Es semejante al modo en que vivimos unos con otros y con nuestros propios hijos. Queremos respetar y no inmiscuirnos en la relación privada de otra persona con Dios. Un padre alienta, comparte sus propios sentimientos y pensamientos sobre Dios. Pero no funciona muy bien el hacer reglas sobre cómo encontrar a Dios o dar exámenes sobre este asunto.
Quizás la más grande contribución que un padre o maestro puede hacer es reconocer que Dios ya conoce, ama y gobierna a cada uno de Sus hijos.
La enseñanza debiera ser lo que el maestro mismo está demostrando
Estudiante: Yo creo que lo más importante de la Escuela Dominical es que alguien represente, tan bien como pueda, lo que las enseñanzas de la Ciencia Cristiana verdaderamente son. Yo quiero que se me explique la Ciencia Cristiana con convicción, de modo que yo sepa que es en realidad parte de la vida del maestro. Algunas veces el maestro ha preparado cierta clase de plan para la lección. Algunas veces la hora en la Escuela Dominical se desarrolla como resultado de los temas que queremos discutir, con la lección sirviendo de fondo. Pero yo necesito sentir que el maestro vive lo que está enseñando.
Yo respeto, y me agrada tener, un maestro que admite: “Miren. Este tema en particular, o parte de este tema, es algo que yo mismo no comprendo totalmente”. Yo también tengo sospechas de un maestro que habla como si él estuviera haciendo todo perfectamente, como si estuviera demostrándolo todo. Es bueno si el maestro asume la actitud de que todo el mundo está aprendiendo.
[Extractos compilados de la sección “Church in Action” del The Christian Science Journal]