Ya sea que vivamos en una sola habitación o en un apartamento; bien seamos propietarios de una casa o de un condominio; o bien vivamos en un coche-habitación o en una tienda de campaña, esa residencia expresa, en cierta medida, el concepto que al presente abrigamos del hogar y del ambiente. Hay diversas posibilidades que varían según sea la ciudad en que vivimos, nuestra cultura, nuestros ingresos, y otras cosas por el estilo.
Si deseamos vivir satisfactoriamente, no debiéramos abrigar una perspectiva material y estereotipada acerca de cuál sea “el lugar adecuado para vivir”. Puede que el sentirse contento con un sencillo apartamento sea para una persona la expresión de su satisfacción espiritual. Puede que otra se deleite con una espaciosa casa situada en medio de un placentero jardín, y esto puede evidenciar su amplio reconocimiento de la belleza y la luz del Alma.
Una vivienda monótona e inadecuada podría estar acusando la necesidad de elevar de la materia al Espíritu el nivel de nuestro pensamiento con respecto a cómo y dónde vivimos. Esto podemos hacerlo con la percepción que obtenemos de nuestro estudio de la Biblia — especialmente de las enseñanzas de Cristo Jesús — y de los libros de nuestra Guía, Mary Baker Eddy.
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