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Cuando viene la noche

Del número de octubre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué hace una persona si viene una noche mental, si los pensamientos se llenan de duda — hasta de insinuaciones de muerte? Mucho depende de lo que se ha estado haciendo.

Si la persona ha estado cultivando su entendimiento espiritual por medio del estudio, la oración y la práctica, estará consciente de que hay una luz interior que se ha puesto ya a prueba y que la sacará del problema — posiblemente sin la ayuda de otros. Pero si ha perdido el tiempo o ha estado ocupada en otras cosas, esa ayuda puede que sea fundamental. De cualquier manera, la persona no estará perdida en la oscuridad, porque, de acuerdo con el apóstol Juan, la luz del Cristo “que alumbra a todo hombre, [viene] a este mundo”. Juan 1:9;

Todos podemos encontrar esta luz espiritual en todo momento. En verdad, es la luz que ilumina nuestra propia vida, la verdad espiritual que revela nuestra identidad verdadera. Por medio de esta luz podemos ver que no hay nada que temer; que Dios hizo la realidad y que ésta es buena; que la identidad verdadera y completa del hombre no tiene facultad para temer.

Jesús expresó tanto esta luz del Cristo que una y otra vez venció la oscuridad en beneficio de aquellos con quienes se encontraba, y por esto fue llamado Cristo Jesús. Enseñó a sus seguidores a que cultivaran su luz interior — que buscaran la verdad espiritual y la practicaran consecuentemente. De esa manera, ellos también podrían alumbrar a los demás.

A veces alguien toma prestado mucho de otro, y, como las vírgenes insensatas, necesita aprender a valorar su propia lámpara y a cuidarla mejor (ver Mateo 25:1-13). Pero nadie jamás pierde esta luz inextinguible. “Alumbra a todo hombre”, no obstante lo que determinen las circunstancias. Sin embargo, si esta luz se usa para desenmascarar las falsas creencias que se presentan como obras de las tinieblas, cada individuo debe cuidar de que esta luz se avive para que brille más intensamente. Es muy importante lo que hacemos cuando la luz de la verdad está ardiendo brillantemente y no nos estamos enfrentando a la oscuridad.

Cristo Jesús dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”. 9:4; La última parte de esta declaración no necesita tener visos de amenaza. Tomada en su contexto sanador, ¿no nos alienta a darnos cuenta de que trabajar durante el día nos prepara para cualquier noche que pueda venir?

En la realidad que todos percibiremos algún día, no hay oscuridad. Esto lo vio bien claro el autor del último libro de la Biblia; él menciona dos veces que no hay noche en la Nueva Jerusalén, el estado ideal o verdadero del ser. Toda la gama de acontecimientos bíblicos, cuando se leen con inspiración, señala hacia el día eterno.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy da una interpretación espiritual, metafísica, de muchos términos bíblicos. Escribe de “Judá”: “Una creencia material y corporal progresando y desapareciendo; el entendimiento espiritual de Dios y el hombre, apareciendo”.Ciencia y Salud, pág. 589; El verso de Sir Walter Scott, que se cita en Ciencia y Salud, viene a nuestra memoria:

Y cuando la noche en sombra o tempestad
Cruzar su senda por doquier parece,
Sé Tú, paciente, longánimo, a Judá,
¡Una luz que llamea y resplandece! Ver ibid., pág. 566;

Las noches de Judá pueden parecer frecuentes a medida que se queman las falsas luces de la creencia material, pero ¿podemos olvidar que Belén está en Judá? ¿Y que Jesús procedió de Belén? Si nuestras noches se hacen más frecuentes, ¿no nos estará esto diciendo a veces que estamos prontos para ver y escuchar más al Cristo; que las creencias materiales están avanzando hacia su desaparición; y que la luz del entendimiento espiritual, revelando más de la verdadera naturaleza de Dios y del hombre, ciertamente alumbrará?

Nuestra propia aparente carencia momentánea de inspiración espiritual no puede impedir el amanecer. La oscuridad mental no puede eliminar la luz. La declaración de la Sra. Eddy: “La oscuridad mental es un error sin sentido, no es ni inteligencia ni poder, y su víctima es responsable de su supuesta presencia”,Escritos Misceláneos, pág. 355; nos puede ayudar a que no anticipemos una noche inevitable, y a que tampoco busquemos atemorizados una fuente de oscuridad. Desarraigando asiduamente nuestro propio descreimiento y falsas creencias, eliminamos lo que quisiera oscurecer la luz interior.

Cuando nuestro pensamiento parezca carecer de inspiración, puede ser útil recordar que la Ciencia Cristiana es Ciencia y que las leyes de Dios están en operación, no obstante lo que sintamos personalmente. Aun en nuestro trabajo sanador, cualquier período que aparezca como una noche sin estrellas no prevalecerá si no nos entregamos a la depresión. Cuando permanecemos con la Palabra de la Verdad — aunque esto parezca ser sólo palabras — e insistimos en la Ciencia que fundamenta las verdades que estamos declarando, y no dejamos que nada nos impida permanecer en esas verdades, la Palabra de la Verdad hará el trabajo.

Este enfoque científico es el camino espiritual. Reclama la visión perfecta de Dios, que el Salmista describe cuando canta: “La noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz”. Salmo 139:12; Como Dios no conoce la noche, el hombre, iluminado por la luz de su plena comprensión, que siempre brilla en su interior, nunca experimenta la noche. Es lo mortal — la sombra de lo real — lo que tiene relación con lo opaco de la oscuridad, la duda y el temor. A medida que la oscuridad mental cede a la luz, lo humano se acerca más a la naturaleza del Cristo.

Si quien se está acercando a la luz de la realidad divina encuentra que la sombra de la experiencia humana aparenta alargarse, puede saber que toda la creencia de vida en la materia debe, finalmente, hacerse tan tenue que ni siquiera parezca ser sustancia. La Sra. Eddy eleva esta oración: “Quieran las sombras humanas del pensamiento alargarse al acercarse a la luz, hasta perderse en ella, ¡y no haya allí noche!” Esc. Mis., pág. 352.

Tendremos días más largos de luz e inspiración, y noches más cortas de oscuridad y duda, y encontraremos que el temor y la duda se tornarán en valor y confianza, hasta que todas las sombras se pierdan en la plena luz del entendimiento puro.

Ésta es la promesa del día sin fin. Para alcanzarla, debemos empezar aprovechando cada discernimiento espiritual, usando nuestra más clara visión de la realidad para iluminar algún oscuro rincón del pensamiento. Esta luz inevitablemente brillará lo suficiente como para que otro pueda ver a través de ella.

Al recordar las palabras de nuestro Maestro mencionadas anteriormente, nos podemos negar a dormir durante el día. Entonces traspasaremos la sombra de la noche, hasta que desaparezca totalmente.


Despiértate, tú que duermes,
y levántate de los muertos,
y te alumbrará Cristo.

Efesios 5:14

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