La lectura de un himno es lo primero que escuchamos en nuestras iglesias, tanto los domingos como los miércoles. Es la primera oportunidad que tiene el Lector de establecer la atmósfera para un servicio destinado a despertar el pensamiento y a curar.
El Himnario de la Ciencia Cristiana provee una variedad de himnos — de afirmación, alabanza, consuelo, acción de gracias. El Lector deseará compartir estos inspirados y sanadores mensajes con claridad; su lectura deberá estar exenta de cualquier deficiencia.
Los himnos son poemas arreglados para la música, y su lectura presenta algunas dificultades que no presenta la lectura de la prosa. Las líneas cortas y rimadas de los himnos con sus ritmos repetidos pueden llevarnos a expresar un tono de voz estereotipado, perdiendo así de vista la belleza y el significado del poema.
El propósito de la lectura siempre ha de ser el de comunicar su significado. Si nos desentendemos por un momento de las líneas cortas y de las mayúsculas y recurrimos a la puntuación como guía, veremos que el poema está compuesto de oraciones con agrupaciones de ideas. El significado nos será entonces más claro y podremos evitar “parar al final”, o sea, pausar simplemente porque hemos llegado al final de una línea.
Tenemos que leer y pausar de acuerdo con el pensamiento involucrado, el cual puede que termine al final de una línea, o se interrumpa en la mitad, o continúe en varias otras líneas. El desarrollo de la idea siempre indica dónde se debe pausar y por cuánto tiempo. Para estar alerta a estos puntos, y sólo para practicar, se pueden marcar con tiza el final de las oraciones, los puntos y comas y la terminación de un grupo de ideas donde se necesite pausar. A veces ayuda el escribir alguna estrofa en forma de prosa y leerla en alta voz de manera natural.
La poesía es idioma purificado, y si el idioma poético le presenta dificultades, trate de expresar las ideas en sus propias palabras. A veces el autor usa algún término no en su significado más usual, como por ejemplo “pan” por “alimento”. Puede usted buscar algunas palabras en el diccionario.
La rima y la métrica, o los compases, predominan en muchos himnos. El compás y la rima de las líneas pueden confundirnos y llevarnos a acentuar la palabra que no debe acentuarse. Es el significado lo que siempre ha de indicar dónde debe ponerse el énfasis y la clase e intensidad de éste. La poesía que se lee en voz alta no debe convertirse en un sonsonete; debe leerse como una conversación, con la belleza del ritmo vibrando a través del significado para darle una sutil variedad.
Relacionado con el problema de evitar la lectura del poema siguiendo el compás de las palabras, está el factor de que las palabras y la melodía de himnos que nos son familiares están vívidas en nuestra memoria. El pensamiento de un verso no siempre va a la par con el compás. El Lector tendrá que escuchar cuidadosamente a medida que practica en alta voz para ver si está pausando de acuerdo con las notas musicales o si lo está haciendo de acuerdo con las ideas que está leyendo.
Analizar el contenido de un poema y prestar atención a su técnica no nos priva de la inspiración. Muy por el contrario. Nos impide interferir con el mensaje. Cuando hemos estudiado y practicado cuidadosamente, lo que queda es pensamiento imbuido de las ideas espirituales del poema. Si mantenemos estas ideas en mente a medida que las leemos, nuestra comunicación será con vida, natural.
La expresión de nuestra lectura de los himnos no será demasiado dramática o sentimental si leemos con integridad — esforzándonos por ser leales a su contenido. Es entonces cuando alejamos el “yo”, dejamos que nuestra voz interprete el intento del autor y escuchamos el mensaje de los himnos junto con la congregación.
[Del The Christian Science Journal de noviembre de 1977]
