Las relaciones entre patronos y obreros no son una excepción a la regla de que los problemas más difíciles se pueden resolver mediante la oración. La Ciencia Cristiana explica cómo la curación de toda discordancia comienza con el reconocimiento de la omnipresencia y el poder infinito de Dios. Esa oración incluye el reconocimiento del hombre como espiritual, no mortal o material, y de su relación armoniosa con Dios como Su idea espiritual.
Los conflictos de intereses entre naciones, entre gobiernos e individuos o grupos de individuos, entre padres e hijos y entre patronos y obreros forman parte de la limitación de la existencia mortal y pueden ser sanados en la medida en que comprendemos la totalidad de Dios y la irrealidad de todo lo que sea desemejante a Él.
El conflicto entre patronos y obreros puede describirse como una lucha en la que un grupo de mentes están insatisfechas con lo que tienen y otras tienen temor de perder lo que poseen. El reconocimiento de la hermandad del hombre es esencial para resolver estas disputas de manera científica. El entendimiento de que Dios es el Padre de todos, la única Mente de todos, y de que Él provee ampliamente para todos Sus hijos destruye el odio, la envidia y la desconfianza. Ningún hijo de Dios está privado de lo que en justicia es suyo.
Cuando surgió una disputa entre Abram y Lot sobre sus tierras y posesiones, Abram le dijo a Lot: “No haya ahora altercado entre nosotros dos..., porque somos hermanos”. Gén. 13:8; Los conflictos se pueden sanar comprendiendo que la hermandad es un hecho espiritual y que el hombre está bajo el gobierno de la Mente divina. El hombre no es un mortal gobernado por grupos de otros mortales que a menudo tienen desavenencias y conflictos. La Mente, Dios, es inteligencia infinita y el hombre refleja esta inteligencia perfecta. En realidad, no existe una mente mortal que imponga su voluntad al hombre.
Se ha progresado mucho en las últimas décadas en la solución de honestas diferencias entre patronos y obreros por medios pacíficos y legales. Una huelga real o potencial, dentro del marco del derecho, puede ser un componente legítimo del proceso de negociación, pero una huelga crea también dificultades para las partes inmediatas y para el público en general. En esos casos debemos, más que nunca, recurrir a la oración científica — la oración que llega a la raíz de la contienda y trata a sus elementos mentales de manera sanadora.
El temor, por ejemplo, es un elemento que se debe superar en toda huelga — temor a las represalias, a la injusticia y a que la solución sea injusta o inadecuada. ¿Cómo nos ayuda nuestro entendimiento de Dios a hacer frente al miedo? Mediante la seguridad de que Dios es un Dios de amor y no le quita a uno de Sus hijos para dar al otro. Juan dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. 1 Juan 4:18; Cuando oremos con la certidumbre de que el Amor divino provee el bien ilimitado para sus ideas, no sentiremos temor durante una huelga ni temeremos sus consecuencias. Y nuestras oraciones contribuirán a que llegue el día en que se obtendrán soluciones justas sin recurrir a las huelgas.
Los empleados municipales de una ciudad donde vive una amiga mía se declararon en huelga. Mi amiga era miembro del sindicato huelguístico. Decidida a recurrir por completo a Dios para su solución, pidió a una practicista de la Ciencia Cristiana que orara por ella.
Juntas, se dieron cuenta de que su problema no era solamente que se encontraba momentáneamente sin empleo. Había algo más profundo. Mi amiga estaba aceptando la creencia de que el hombre podía encontrarse en una situación en que estuviera separado de Dios, la fuente de toda actividad armoniosa. Necesitaba reconocer la omnipresencia de Dios y probar que la ley de Dios corregía todo desorden en el pensamiento humano y, por lo tanto, en la situación humana, y dejar que se hiciera la voluntad divina. Mi amiga se regocijó ante esta oportunidad de probar nuevamente, como ya lo había hecho antes muchas veces, que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Rom. 8:28; La justicia era evidentemente una necesidad para ambas partes.
Mi amiga comprendió que Dios era su empleador y que su primer deber era servirle. Una manera de hacerlo era expresando amor hacia las dos partes — a sus compañeros huelguistas y a los vocales del concejo municipal. A veces le era difícil no reaccionar ante la indignación y las críticas que la rodeaban. Pero sabía que debía seguir el ejemplo de Cristo Jesús y ver al hombre como perfecto y no como un mortal disgustado y resentido. Esto la ayudó a conservar la calma durante los disturbios.
Entendió que el hombre de Dios nunca podía estar privado de su legítima actividad de expresar a Dios. Una idea de la Mente nunca está mal ubicada o desplazada. La Sra. Eddy hace esta consoladora declaración: “Cada individuo debe llenar su propio nicho en el tiempo v en la eternidad”.Retrospección e Introspección, pág. 70;
Durante la huelga sus necesidades fueron diariamente satisfechas. Sabía que su provisión básica y verdadera no provenía de un pago semanal, sino de la riqueza de ideas divinas que ella reflejaba como la semejanza de Dios, y que el Amor divino satisface toda necesidad humana. Esta otra afirmación de los escritos de la Sra. Eddy fue de gran ayuda: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento lo que necesitéis”.Escritos Misceláneos, pág. 307.
La huelga se solucionó de manera justa y mi amiga volvió a su trabajo. Aunque estaba agradecida de volver a sus actividades normales, que realmente le gustaban, se sintió más agradecida aún por las lecciones aprendidas mediante su persistente estudio. Había discernido algo más acerca de la unidad del hombre con Dios, y tuvo la seguridad de que este entendimiento científico había contribuido a que la huelga concluyera de manera satisfactoria.
Si estamos ante una amenaza de huelga, un conflicto de opiniones u otra situación similar, podemos encarar el problema con la seguridad de que la ley de Dios está siempre en operación y que la discordancia no puede prevalecer cuando se comprende la Verdad. Cuanto más oremos de esta manera científica, tanto más armonía habrá y más ampliamente se demostrará la hermandad del hombre.
