Al manifestar su consagración abnegada a Cristo Jesús durante la Última Cena, Pedro expresó una profunda lealtad: “Señor, dispuesto estoy a ir contigo... a la muerte”. Lucas 22:33; De tenor similar, los votos matrimoniales que prometen amor perdurable indican que la relación tiene un fundamento más elevado que el meramente personal.
Jesús había elegido a Pedro para enseñarle a ayudar a los demás, y el discípulo no se había rebelado cuando Jesús le reprendió. A Pedro le gustaba aprender. Tuvo el privilegio de observar lo que al parecer había sido la carrera total de Jesús como sanador, y había estado incluido en las enseñanzas públicas y privadas de Jesús. Probablemente sólo Jacobo y Juan estuvieron tan cerca de Jesús. Por lo tanto, fue natural que respondiera con tan grande lealtad a su amigo y Maestro.
Sin embargo, cuando Jesús oyó el juramento de Pedro, dijo que Pedro le negaría antes que el gallo cantara. Por cierto que así fue; muy pronto Pedro estaba diciendo: “... no lo conozco [a Jesús]... no... soy [su discípulo]... no sé lo que dices”. “Y” — sigue diciendo el relato — “en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó”. vv. 57, 58, 60;
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