Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El amor y la política

Del número de mayo de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Para muchos, Mary Baker Eddy dio un nuevo enfoque a la política cuando al preguntársele “¿Cuáles son sus ideales políticos?” contestó: “En realidad, no tengo ninguno, excepto el de apoyar a un gobierno justo; amar a Dios supremamente, y a mi prójimo como a mí misma”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 276;

Poner la política dentro del marco de referencia de lo que Jesús llamó los dos grandes mandamientos, que son en sí mismos un resumen de los Diez Mandamientos, es traer a la política de nuestros días una fuerza moral y espiritual que ha sido probada a través de los siglos. Necesitamos ejercitar esta fuerza.

Puede que en los meses venideros no se presente para los Estados Unidos, ni para otros países que tengan que tomar importantes decisiones políticas, un reto mayor que el de amar “a tu Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” y amar “a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22:37, 39;

La política partidista a menudo incluye mucho que es diametralmente opuesto a la clase de política que se centra en el amor. Hacemos una contribución sin paralelos a la armonía política y al progreso social cuando nos esforzamos y logramos que nuestra expresión del amor divino e imparcial reemplace los puntos de vista discriminatorios y equivocados que nosotros mismos abrigamos. El Amor, comprendido como Principio, nos da percepción.

No siempre es fácil. Pero nos podemos sentir más inclinados a esforzarnos si aceptamos el hecho de que los excesos políticos y el comportamiento falto de ética muy a menudo son impulsados por esa clase de prejuicios y conceptos equivocados. Las emociones entran en juego, y pasando rápidamente de una persona a otra, tienden a hipnotizar.

Podemos resistir esta atracción del mesmerismo en masa si, primero, nos mantenemos alerta al hecho de que el hipnotismo no tiene fuente espiritual o base en la Mente divina y es impotente para tocar el pensamiento verdadero; y, segundo, si nos disponemos a no aceptar antagonismos o venganzas bajo la máscara de actividad política.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy enumera ocho cualidades morales, las que, si se las vive, elevan la experiencia humana. Esas cualidades son: “Humanidad, honradez, afecto, compasión, esperanza, fe, mansedumbre, templanza”.Ciencia y Salud, pág. 115; Cuando uno contempla la escena política quizás tenga que admitir que cualidades opuestas a éstas — cualidades inmorales — alegan predominar grandemente en el pensamiento político de nuestros días. Cuando candidatos y asuntos políticos son el foco de la atención pública, no es raro ver que algunas de las cualidades inmorales opuestas — inhumanidad, falta de honradez, desafecto, indiferencia, desesperanza, falta de fe, arrogancia e intemperancia — se destacan o se aceptan como la norma.

Reconociendo que las cualidades de indiferencia e intemperancia son tan inmorales como la falta de honradez y la arrogancia, resistimos la tentación de apartarnos de nuestra legítima actividad política, ya sea la de votar, hacer campaña, ser candidatos, o ayudar a clarificar proyectos participando en debates y discusiones formales o menos formales. De la misma manera expresaremos suficiente mansedumbre para aprender, y templanza al tratar con lo que aprendemos.

Siempre que haya personas laborando juntas, habrá política. Nuestro trabajo es ver que es el amor hacia Dios y hacia el hombre lo que prevalece, no la pasión política.

El amor es el determinante espiritual, el verdadero determinante del pensamiento y la acción; la pasión es el determinante depravado e irreal. Las pasiones pueden parecer abrumadoramente reales cuando son deliberadamente inflamadas por líderes políticos irresponsables, y pueden tener consecuencias trágicas que hay que vencer. Pero el amor es lo real — el amor que fluye de Dios, el Amor divino. ¿Podría tan siquiera intentarse tener un gobierno benévolo si el amor que refleja a Dios no fuera el ímpetu? El amor, expresado en la acción política, viene a ser el poder espiritual fuerte y decisivo que las pasiones tratarían de falsificar.

El amor espiritual nunca es débil, nunca guarda silencio cuando debe hablar; aporta la seguridad de encontrar la mejor solución, o el menor de dos males, en cada decisión. El amor, como la realidad espiritual, siempre va acompañado de sabiduría y pureza de motivos.

Si hemos de adoptar la posición revolucionaria de que nuestra política sea la del amor — la de amar a Dios supremamente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos — necesitaremos aumentar nuestra comprensión de Dios y de Sus atributos. Necesitaremos estudiar la metafísica divina. Este estudio nos da el discernimiento que es la base del tratamiento o la oración en la Ciencia Cristiana — la aplicación de las verdades metafísicas a la situación humana.

Haciendo de la oración consagrada lo más importante de nuestra actividad política, descubriremos que muchos candidatos tienen cualidades como las del Cristo para ofrecer; juzgaremos los proyectos a la luz de lo que signifiquen tanto para nuestro prójimo como para nosotros mismos. Esto nos permitirá de manera natural tomar los pasos y decisiones que contribuyan a apoyar un gobierno justo.

Cuando nos sometemos a la “política usual”, no estamos haciendo la contribución sanadora que un metafísico puede hacer. En su sermón La Curación Cristiana la Sra. Eddy profetiza: “El orgullo, los apetitos, las pasiones, la envidia y la malicia dejarán de ejercer su dominio cesariano cuando la metafísica sea comprendida...”La Curación Cristiana, pág. 18.

El estilo cesariano en la política — las intrigas, la fuerza, y aun el derramamiento de sangre por causas políticas — amainarán cuando amemos a Dios con todo el corazón, con toda el alma, y con toda la mente, y amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Entonces, cuando surjan diferencias políticas, no habrá consternación. Estas diferencias se verán más bien como oportunidades para demostrar el gobierno de Dios en la tierra, en los asuntos políticos.

¿Cuáles son sus ideales políticos?

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 1980

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.