Algunas personas disfrutan muchísimo conduciendo un buen y bien diseñado automóvil a lo largo de una carretera bien construida; experimentan una agradable sensación de dominio. Pero, por el contrario, sentimos desasosiego si pasamos por alguna parte resbaladiza y el auto se nos desvía, momentáneamente fuera de control.
Es reconfortante recordar en cualquier situación “resbaladiza” que todo lo que existe genuinamente, todo lo que es real, está bajo el perfecto control de Dios. Nada hay fuera de ese dominio. Cada vez que nos encontramos en alguna necesidad, podemos demostrar el gobierno divino afirmando la verdad del ser y poniendo nuestra vida bajo la dirección de la Deidad. “El dominio de la Mente sobre el universo, incluso el hombre”, nos dice Mary Baker Eddy, “ya no es una cuestión discutible, sino que es Ciencia demostrable”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 171;
Demostrar el dominio de la Mente con más perseverancia requiere que nos volvamos de la materia a la Mente tan regularmente como podamos. Tenemos que dar una vuelta mental en redondo, o sea, cambiar el curso de cualquier dirección hacia la materia y volvernos de frente al Espíritu y su totalidad. Y, bien lo sabemos, hay una tremenda necesidad y oportunidad en las oficinas, en los hogares, y en la sociedad en general de dar más evidencias del gobierno de la inteligencia inmortal.
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