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Hagamos de la Biblia nuestra amiga

Del número de mayo de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estudiar la Biblia es una actividad gozosa. El sentido espiritual es el instrumento básico que tiene el estudiante para emprender un estudio que continuará toda la vida, y que le aportará diariamente una mayor comprensión de las ideas expuestas en la Biblia y de cómo usarlas en su vida.

Así como Roma no se construyó en un día, de la misma manera un conocimiento de la Biblia no se obtiene en una semana ni en un mes. Se requiere paciencia para persistir, y humildad para no desalentarse, sino regocijarse con cada paso de progreso. La persistencia y la constancia son cualidades de pensamiento necesarias para estudiar la Biblia con éxito. Estudiar todos los días durante sólo treinta minutos es probablemente mejor que estudiar durante todo un día cada dos o tres meses o cuando se presente una necesidad especial.

¿Por dónde comienza el estudiante de la Biblia? Si bien es bueno leer toda la Biblia por lo menos una vez al año para familiarizarse con su contenido, el estudiante pronto se dará cuenta de que esto solamente no es suficiente para alcanzar los tesoros encerrados en este Libro de libros. Para llegar a las ideas escondidas en la Biblia tenemos que profundizar, no meramente leer superficialmente.

No hay una manera única de estudiar la Biblia. Hay una variedad infinita de enfoques. Uno de ellos es estudiar los personajes de la Biblia. ¿Qué nos enseñan? ¿Cómo actuaron? ¿Cómo podemos evitar las dificultades que ellos enfrentaron?

Veamos, por ejemplo, lo que dice la Biblia sobre Rebeca. Ella aparece por primera vez en Génesis 24:15–20. El versículo 16 dice: “Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía”. Aquí nos enteramos del encanto natural de Rebeca. El versículo 18 nos dice: “Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber”. Aquí se nos habla de la espontaneidad de Rebeca. Ella “se dio prisa” para ayudar; no vaciló ni se detuvo. No. Espontáneamente escogió hacer el bien. El versículo 19 dice: “Y cuando acabó de darle de beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber”. Notemos su generosidad. Hace más de lo que se le pide. En el versículo 20 leemos: “Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos”. Observemos su deseo continuo de ayudar: “Corrió otra vez” para buscar el agua.

En el versículo 67 del mismo capítulo leemos: “Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre”. Es obvio que Rebeca fue un apoyo afectuoso para Isaac, que lo consolaba y aliviaba.

Después de haber leído estos versículos, empezamos a sentir que conocemos a Rebeca. Ya no es sólo un nombre para nosotros; empezamos a entender las cualidades que expresaba, y sentimos que nos hemos hecho de una buena amiga. Su espontaneidad, afecto, sensibilidad y su deseo de ser útil se han ganado nuestro corazón. En otros versículos resaltan otras cualidades.

Al estudiar los personajes bíblicos, no solamente nos hacemos de amigos, sino que aprendemos lecciones. Aprendemos sobre las cualidades de pensamiento que debemos expresar y las que debemos rechazar. Así los pocos versículos que caracterizan a Rebeca nos enseñan a expresar generosidad, naturalidad y amor. Sin embargo, más adelante, cuando incita a Jacob a engañar a su hermano Esaú, tenemos un estado de pensamiento que es necesario rechazar. De la misma forma un estudio de Abraham, Juan, Elías y de otros personajes, no sólo nos hace apreciar mejor la labor de ellos, sino que nos ayuda a juzgar la calidad de nuestro propio pensamiento.

Con el estudio de pasajes relativos a la vida de un personaje de la Biblia, podemos hacer buen uso del Glosario que nos da Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. La palabra “Glosario” viene de la raíz griega que significa “lengua” o “lenguaje” y describe un diccionario de términos especiales. Lo que tenemos aquí, es una clase muy especial de diccionario bíblico. Aquí la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), interpreta espiritualmente nombres y términos que se encuentran en la Biblia, mostrando su significado a la luz de la revelación divina.

Sobre “Abraham” empieza diciendo: “Fidelidad; fe en la Vida divina y en el eterno Principio del ser”.Ciencia y Salud, pág. 579; Si no vemos esta fidelidad y fe expresadas en la vida de Abraham, podemos estudiar, con la ayuda de una concordancia de la Biblia, todos los pasajes en que se menciona a Abraham. Los significados dados en el Glosario no son invenciones abstractas; le fueron revelados a la Sra. Eddy por medio de su profundo y consagrado estudio de la Biblia. Por consiguiente, una buena manera de comenzar puede ser estudiando los personajes de la Biblia a la luz del Glosario.

¿Qué buscamos cuando leemos la Biblia? Ideas, no palabras. Las palabras son como vehículos que transportan ideas, y son las ideas lo que nos interesa.

Génesis 24:53 nos habla de los regalos que envió Abraham para Rebeca: “Y sacó el criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca”. Si bien es posible que muy pocos de nosotros estemos en una posición que nos permita dar regalos de plata y de oro, podemos pensar en estos objetos preciosos como símbolos — representando, por ejemplo, gratitud, afecto, dedicación y lealtad. Y si bien hoy en día hacemos regalos de otro tipo, podemos recordar que aun éstos son solamente símbolos, y que el regalo más puro y elevado que podemos llevar a un lugar o a una persona es nuestra expresión de la consciencia semejante al Cristo. De este modo no permitimos que las palabras se conviertan en obstáculos en el camino que nos lleva hacia un mejor entendimiento de la Biblia.

¿Cuánto debemos saber de la historia bíblica? Mientras que un estudio de la Biblia, sin lugar a dudas, le da al estudiante una comprensión de los antecedentes generales, no es necesario que todos seamos historiadores profesionales. Los hechos históricos siempre ocupan un lugar secundario; la tarea que realmente importa es encontrar el sentido espiritual de un pasaje. No obstante, un conocimiento de los antecedentes históricos puede dar alimento a nuestro pensamiento.

En Amós 1:3 leemos: “Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro”. Aquí el profeta informa que Damasco había conquistado a Galaad pero que no estaba satisfecha con la conquista. Los soldados habían procedido a devastar la tierra, arrastrando sobre los cuerpos de los enemigos conquistados los pesados trillos de hierro. Éste es el antecedente histórico.

¿Qué es lo que se condena? El hecho. Pero el hecho fue ocasionado por un pensamiento brutal. Por eso lo que se condena realmente es el estado de pensamiento que se exterioriza en actos inhumanos y barbáricos. Por eso la Ciencia Cristiana nos ayuda a separar el error de la persona. Nos capacita para ver que no debemos condenar a la nación como tal. El pueblo de Damasco había accedido a ser instrumento voluntario de este pensamiento, o sugestión, inhumano.

Cuando hayamos entendido el mensaje hasta aquí, el próximo paso será ver cómo su mensaje se aplica a nuestra vida. Cada uno de nosotros, en alguna u otra ocasión, ha estado en una batalla — una batalla verbal tal vez, o una batalla de odio. A menudo, después, en lugar de verter el aceite de la compasión en las heridas, quizás hayamos sido tentados a condenar a los demás o a condenarnos a nosotros mismos — hablar mal de nuestros vecinos o repetir continuamente: “¡Qué tonto fui!” Con esto, sólo abrimos las heridas, agravamos el sufrimiento, y nos hacemos culpables de la misma transgresión de la que se acusó a Damasco. La lección que podemos aprender de Amós es evitar hacer lo que hizo Damasco, y, en su lugar, brindar compasión y amor a los afligidos, ya se trate de nosotros mismos o de otros.

Así es que usamos un acontecimiento histórico como uno de los muchos medios que nos permite alcanzar el sentido espiritual de un pasaje.

¿Cómo podemos estudiar un libro de la Biblia? Probablemente sea mejor estudiar cada libro separadamente, versículo por versículo, capítulo por capítulo. Conviene entender primero lo que dice el versículo literalmente. Luego debemos buscar las ideas para obtener el sentido espiritual del pasaje. En el transcurso del día podemos aplicar lo que hemos estudiado y meditar sobre ello profundamente hasta que se transforme en parte de nosotros y realmente sintamos que lo hemos hecho nuestro. Las ideas que hemos sacado adquirirán un significado más profundo con el correr del tiempo. Y a medida que comenzamos a penetrar más profundamente en el mundo de ideas presentadas en la Biblia, empezamos a ver que éstas son como los hilos de un tapiz — variadas, vívidas, concordantes — formando un todo armonioso.

A veces quizás queramos estudiar palabras o conceptos específicos. Tomemos, por ejemplo, la palabra “vestido”, y veamos qué tiene que decir la Biblia sobre ella. José tenía una “túnica de diversos colores”, Jesús una túnica sin costura. El libro de Isaías habla del manto de alegría. Eliseo alzó el manto de Elías. Una mujer que vino para ser sanada tocó el borde del manto de Jesús. El ciego Bartimeo arrojó su capa. El Predicador nos exhorta a que en todo tiempo sean blancos nuestros vestidos. Ezequiel nos habla de que el hombre justo cubrirá al desnudo con vestido.

Un vestido es la vestimenta que usamos. Y así como un vestido nos protege contra la tormenta, el frío y la lluvia, de la misma manera, el vestido de la justicia y de la santidad, el vestido de la equidad y de la pureza del pensamiento centrado en Dios, nos protegerá de los ataques violentos del materialismo. También sabemos que es preciso cuidar de los vestidos, de lo contrario, la polilla comenzará a destruir la tela. Por eso tenemos que evitar la polilla de la conmiseración propia, de la ira, del resentimiento, y no permitirles tocar nuestro vestido de comprensión.

Pueden haber otras palabras o ideas que deseemos estudiar: luz, primogenitura, santidad, sacrificio, pureza y muchas otras. Un estudio tal nos capacita para penetrar profundamente en el reino de las ideas que encontramos en la Biblia, y aplicarlas en nuestra vida diaria.

El Salmista caracterizó al estudiante concienzudo de la Biblia cuando dijo: “En la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”. Salmo 1:2; Y lo que dice la Sra. Eddy sobre la curación en general también se aplica a este estudio sanador: “No hay nada que sea difícil ni penoso en esta tarea, cuando el camino es señalado; pero sólo la abnegación, la sinceridad, el cristianismo y la persistencia alcanzan el premio, como suele pasar en todas las actividades de la vida”.Ciencia y Salud, pág. 462.

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