Rolando y su hermano tenían un juego de patines y les gustaba turnarse para patinar. Pero un día Rolando no tuvo deseos de jugar. Le dolían las piernas y sentía mucho calor. Su mamá se asustó mucho porque nunca había visto a Rolando tan enfermo. Le dijo que se fuera a acostar y que ella llamaría por teléfono a un practicista de la Ciencia Cristiana.
Poco después alguien tocó el timbre. Rolando sintió a su mamá abrir la puerta y luego un hombre muy simpático entró en su cuarto. Su mamá le dio el nombre del caballero y le dijo que era practicista de la Ciencia Cristiana. Rolando sabía lo que es un practicista de la Ciencia Cristiana: que es alguien que ayuda a la gente mediante la oración.
Después que su mamá salió del cuarto, el caballero se sentó en la orilla de su cama y le pidió que cerrara los ojos y escuchara los buenos pensamientos que proceden de Dios. El caballero dijo que él también cerraría los ojos para escuchar a Dios. Entonces le explicó a Rolando que Dios lo amaba, que era hijo de Dios, y debido a que Dios lo amaba, Dios no iba a dejar que estuviera enfermo.
Rolando y el caballero conversaron acerca de cómo Dios le habla a la gente: por medio de buenos pensamientos. Pensamientos que nos dicen cuán cerca de nosotros está el amor de Dios, porque Dios está en todas partes, y que siempre estamos a salvo porque Dios, el bien, está siempre con nosotros. Éstos son los pensamientos que sanan.
Rolando y el caballero estuvieron de acuerdo en que cuando escuchamos a Dios entonces los malos pensamientos se van de nosotros. Los malos pensamientos no vienen de Dios siempre presente. Por lo tanto, los malos pensamientos no son verdaderos. Ellos son los que nos dicen que tenemos miedo, que estamos enfermos, que estamos enojados o que no queremos decir la verdad. Cuando escuchamos los buenos pensamientos de Dios entonces nos desprendemos de los malos pensamientos, porque ambos no pueden estar con nosotros al mismo tiempo.
Durante todo este rato Rolando y el caballero estuvieron escuchando los buenos pensamientos de Dios, y con estos buenos pensamientos ya no escucharon las mentiras que decían que la enfermedad es real. Se acordaron de esta declaración de la Sra. Eddy que aparece en su libro Ciencia y Salud: “Poneos en guardia a la entrada del pensamiento. Admitiendo sólo las conclusiones que deseáis ver manifestadas en el cuerpo, os gobernaréis armoniosamente”.Ciencia y Salud, pág. 392;
Después de escuchar a Dios de esta manera por algunos momentos, el caballero le dijo a Rolando que le iba a enseñar cómo ser un policía.
— Cuando un policía levanta su mano así — le dijo alzando la mano en alto — ¿Qué quiere decir?
— Parar — respondió Rolando.
— Muy bien — le dijo el practicista —. Y cuando el policía hace esto — le preguntó nuevamente, esta vez moviendo su brazo hacia adelante — ¿qué significa?
— Pasar — contestó Rolando.
— Has respondido muy bien otra vez — le dijo el caballero —.
Tú eres como un policía, Rolando. De ti depende dejar pasar hacia tu corazón los pensamientos de Dios y parar los pensamientos que sean malos.
Rolando comprendió lo que el caballero quería decirle. Entonces Rolando dijo “sí” a lo que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana sobre cómo ama Dios a los niños y a las niñas. Rolando sabía que Cristo Jesús demostró el amor que Dios tiene para los niños así como para las personas mayores cuando sanó al hijo del oficial del rey que estaba enfermo. Ver Juan 4:46–53; Rolando comprendió que Dios lo amaba a él también.
Dijo “no” a la enfermedad y al dolor porque no formaban parte de Dios, el Amor, y porque sabía que si algo no procede de Dios entonces no es verdadero, porque el primer mandamiento dice: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éx. 20:3.
Poco después el practicista le preguntó a Rolando si le querría mostrar el jardín de su casa y Rolando le dijo que sí, que lo haría con mucho gusto. Se levantó de la cama y salieron del cuarto a disfrutar de una tarde llena de sol. Después Rolando jugó en su columpio por mucho rato y luego fue a sentarse en su silla favorita a mirar con su hermano en la televisión un programa para niños. Rolando se sentía mucho mejor.
Entonces vio a su mamá y al practicista ir a otro cuarto a conversar acerca de DiosNota para los padres: La madre de Rolando sabía que era importante para la curación de su hijo que ella calmara sus propios pensamientos, porque en Ciencia y Salud (pág. 412), después que se describe cómo dar un tratamiento en la Ciencia Cristiana, hay esta declaración: “Si se trata de un niño pequeño o una criatura, es necesario atender el caso principalmente por medio del pensamiento de los padres, ya sea silenciosa o audiblemente, sobre la base antes mencionada de la Ciencia Cristiana”. En su conversación con el practicista salieron a luz un par de pensamientos temerosos que la madre de Rolando abrigaba. Ella también aprendió a decir “no” a esos temores, reconociendo el amor y la eterna presencia de Dios.. Después que el practicista se fue, su mamá le preparó algo de comer. Rolando comió y después se fue a acostar.
Cuando se levantó a la mañana siguiente estaba ansioso por ir a patinar en sus patines. Estaba completamente bien.
