Rolando y su hermano tenían un juego de patines y les gustaba turnarse para patinar. Pero un día Rolando no tuvo deseos de jugar. Le dolían las piernas y sentía mucho calor. Su mamá se asustó mucho porque nunca había visto a Rolando tan enfermo. Le dijo que se fuera a acostar y que ella llamaría por teléfono a un practicista de la Ciencia Cristiana.
Poco después alguien tocó el timbre. Rolando sintió a su mamá abrir la puerta y luego un hombre muy simpático entró en su cuarto. Su mamá le dio el nombre del caballero y le dijo que era practicista de la Ciencia Cristiana. Rolando sabía lo que es un practicista de la Ciencia Cristiana: que es alguien que ayuda a la gente mediante la oración.
Después que su mamá salió del cuarto, el caballero se sentó en la orilla de su cama y le pidió que cerrara los ojos y escuchara los buenos pensamientos que proceden de Dios. El caballero dijo que él también cerraría los ojos para escuchar a Dios. Entonces le explicó a Rolando que Dios lo amaba, que era hijo de Dios, y debido a que Dios lo amaba, Dios no iba a dejar que estuviera enfermo.
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