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¿Jugar por dinero? ¿Por qué no?

Del número de julio de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Sí, ¿por qué no jugar? ¡Con un pequeño desembolso podría yo sacar una buena utilidad!

Desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana ¿está mal jugar por dinero? Sí, porque no está de acuerdo con la ley de Dios, la voluntad divina. Quien juega por dinero confía en el azar, en la suerte, en un accidente “feliz” para recibir el bien. Dios exige que veamos que Él, el Principio infalible e invariable, no sólo es el creador y gobernador del hombre y del universo, sino el proveedor de todo bien. El Dios que es Amor provee de bien suficiente para toda Su creación, la cual es espiritual. Y quien se dé cuenta de esto puede demostrarlo — demostrar que aun en este plano de existencia no es necesario que algunos pierdan para que otros ganen.

En realidad, no hay tal cosa que se llame suerte, buena o mala. El método de Dios de gobernar a Su creación espiritual es mediante el ordenado desarrollo del bien, no mediante la falaz suerte. En realidad, cada uno de nosotros, como idea espiritual de Dios, está por siempre unido al bien infinito e infalible, Dios.

Piensen cuán inconsecuente es orar para evitar “malos” accidentes y al mismo tiempo esperar en otros casos tener “buenos” accidentes. En la creación de Dios, en la cual todo funciona perfectamente, no hay accidentes. Nuestro Padre-Madre Amor, gobernándolo todo mediante la ley divina, está constantemente confiriendo bien ilimitado, y de manera imparcial y universal, a cada una de Sus ideas. Y en lo que llamamos el reino humano, Él es la fuente a la cual debemos recurrir para nuestra provisión — no a accidentes afortunados. Vocablos tales como “riesgo” y “accidente” sugieren la ausencia de designio, la ausencia de una Mente gobernante. Pero la Sra. Eddy, autora del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, escribe en él: “Los accidentes son desconocidos para Dios, la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la dirección infalible de Dios y de esta manera sacar a luz la armonía”.Ciencia y Salud, pág. 424;

¿Qué lugar tiene la casualidad en la economía divina? Ninguno. Entonces ¿por qué hemos de sentirnos tentados a abandonar la ley invariable de Dios, la ley de bien ilimitado, y procurar ganar algo por azar? Consideremos cómo una pelota de “rugby” o del fútbol norteamericano corre a través de la cancha. Debido a la forma elíptica de la pelota, ésta no se mueve en línea recta, sino que sigue un curso irregular e imprevisto — saltando, cambiando su curso, dando vueltas desatinadamente. ¿Quién querría fijar el curso de su vida diaria de manera semejante?

Hace siglos el Salmista cantó: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre” Salmo 37:23; y “Jehová cumplirá su propósito en mí”. 138:8; ¡Nada de confiar en un bien fluctuante aquí! En su parábola de las cinco vírgenes prudentes y las cinco insensatas, Cristo Jesús parece dar a entender que cada uno tiene que buscar diligentemente la Verdad divina, el bien infinito, por sí mismo, y no depender de otros o de la casualidad. Ver Mateo 25:1—13; Éste es un curso ordenado y responsable basado en el Principio, y quien lo sigue halla que sus necesidades presentes son abundantemente satisfechas.

Mediante su discernimiento de que la ley del Padre celestial es inamovible en su adjudicación del bien, y mediante su total confianza en ella, Cristo Jesús pudo alimentar a multitudes, sanar a los enfermos, resucitar a los muertos. En cada caso las creencias materiales estaban clamando: Si tan sólo tuviéramos más alimento; si tan sólo este caso no fuera incurable; si tan sólo hubieras llegado más pronto. Pero mediante su comprensión de su unidad con Dios, el Maestro refutó todo argumento de los sentidos materiales, demostrando así que el hombre es inseparable de Dios y de Su bien abundante y eterno. ¿Suerte? ¡No hay tal cosa!

Ahora bien, supongamos que nosotros mismos no jugamos por dinero, pero que los juegos de azar han invadido nuestra comunidad o amenazan invadirla. ¿Qué podemos hacer?

“El intento malicioso del poder mental pervertido, o magnetismo animal, es el de paralizar el bien y dar actividad al mal”,The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 213. escribe nuestra Guía, la Sra. Eddy. De modo que es imperativo que oremos para remediar tal situación en nuestra comunidad, afirmando la verdad del ser y negando la existencia del azar. Tal oración puede ayudar tanto a funcionarios del gobierno como a ciudadanos comunes y corrientes a encontrar soluciones nuevas para el problema del juego de azar. ¡Pensemos en esto! La inteligencia divina necesaria para sanar esta enfermedad en toda comunidad de toda nación, está ahora mismo disponible para el pensamiento receptivo.

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