El ser enfermera de la Ciencia Cristiana es algo más que una ocupación, una profesión o una carrera. Es un ministerio de amor que es reflejo del Amor divino. La enfermera ora para seguir los pasos del Maestro, quien se refirió a sí mismo como a aquel que “no vino para ser servido, sino para servir”. Mateo 20:28;
Este amor cumple los requisitos de la promesa expresada en Malaquías: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Mal. 3:10; En la medida en que la enfermera refleja el Amor divino, encuentra el lugar que le corresponde, y la seguridad y alegría que lo acompañan, en la esencia misma de esta bendición.
La expresión del Amor divino en nuestra vida no es la obra de un momento. Tenemos que esforzarnos por alcanzarlo; tenemos que ganarnos la bendición. Tenemos que vivir Su amor, no hablar acerca de él. Ello requiere oración, vigilancia, trabajo y demostración.
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