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La Iglesia en acción

La Iglesia en acción

Del número de julio de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


Los valores espirituales son mantenidos por nuestra iglesia

Visto desde una perspectiva histórica, la humanidad siempre ha luchado con valores contrarios, normas variables, y con la resistencia del pensamiento material cuando se le exige someterse a la autoridad espiritual. Y, sin embargo, ha habido épocas en que ha surgido la declaración más profunda sobre valores espirituales y ésta ha permanecido firme ante la resistencia desenfrenada e insensible.

Mientras Moisés estaba en el Monte Sinaí, los hebreos, fatigados por el desierto y cansados de esperar el regreso de Moisés, pusieron su fe en una imagen de oro que hicieron construir. Cuando Moisés descendió del monte trayendo las tablas que contenían el mandato radical de Dios: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, Éx. 20:3; Moisés se enfrentó con la adoración desenfrenada a un becerro de oro.

Lleno de ira rompió las tablas de piedra y luego volvió al Monte Sinaí. Nuevamente Dios le dio los Diez Mandamientos. Esta vez el corazón de los hebreos estaba conmovido y reanudaron su larga aventura de confiar en el único Dios, el Yo soy el que soy.

Hoy en día valores contrarios y la resistencia a reconocer la presencia de Dios parecen mucho más sofisticados y complejos que en la época de Moisés. Los problemas respecto a la oferta y la demanda tienen implicaciones globales. Una economía fluctuante, problemas apremiantes de responsabilidad gubernamental y de parte de las grandes corporaciones, conceptos de progreso, imperativos territoriales, normas cambiantes, todos parecen estar infiltrados de valores que adoran al becerro de oro.

Por más desconcertante que pueda ser la confusión que existe en la sociedad, los medios y los valores necesarios para satisfacer las necesidades humanas genuinas siguen siendo tan espirituales y firmes como lo eran en la época de Moisés. Están afianzados en el primer mandamiento. Están implícitos en cada palabra y acción de Cristo Jesús. Y en la actualidad encontramos en las enseñanzas de Mary Baker Eddy un modelo de valores que es espiritual y sólido. Está claramente expuesto en el libro de texto de la Ciencia Cristiana:

“Pregunta. —¿Cuál es la declaración científica del ser?

“Respuesta. — No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; la materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 468;

La tarea del metafísico cristiano es evaluar espiritualmente el pensamiento y la experiencia a la luz de esta declaración científica.

Por ejemplo, ¿cómo pensamos acerca del hogar? ¿Como una estructura de ladrillo o madera, vulnerable al fuego y al robo, que tiene una gravosa hipoteca, que es demasiado pequeño, y que necesita una cocina nueva? ¿O pensamos sobre el hogar en términos de valores espirituales — su estabilidad, protección, comodidad, belleza, paz y permanencia? ¿Pensamos en la sustancia del hogar como espiritual porque la sustancia del hombre es espiritual? La verdadera evaluación reconoce que todo es esencialmente espiritual y, por lo tanto, la expresión de la Mente infinita.

Del mismo modo el Científico Cristiano evalúa la iglesia y sus actividades, no en términos de estructuras materiales, sino de acuerdo con los valores espirituales. Ve a la iglesia como la expresión de “la estructura de la Verdad y el Amor”, cuya sustancia tiene que ser espiritual; y más aún, él clarifica sus propios valores confiando cada fase de la actividad de su iglesia — su gobierno, economía, música, afiliación — a Dios. Entonces, estas actividades encuentran una finalidad noble, y valores estables que no tambalearán ante situaciones conflictivas.

Una iglesia filial, preocupada por sus deudas, decidió analizar su objetivo primordial: su crecimiento espiritual. Su comisión directiva continuaba el sistema de emplear tiempo todos los días para orar por la iglesia, e invitó a los miembros a unirse a ellos en esta actividad. Estaban reafirmando claramente los valores espirituales.

La comisión directiva dijo además: “Como parte del programa de poner nuestra casa en orden, elaboramos un plan para reducir los gastos de mantenimiento de la iglesia mediante participación voluntaria, sin disminuir el apoyo a las actividades de la Ciencia Cristiana en la comunidad. Tomamos la decisión como una expresión de sabiduría en materia económica, basada en la firme comprensión de que la provisión no está limitada por condiciones materiales. Al poco tiempo de haber tomado esta decisión tuvimos un aumento en las entradas, proveniente de fuentes inesperadas”.

Con demasiada frecuencia, cuando empezamos a hablar sobre detalles de la economía — de nuestra situación particular o de la economía de nuestra iglesia filial — creemos que ésta es un área que ya no tiene mucho que ver con la metafísica. Tal vez digamos: “Los valores espirituales están todos muy bien y son buenos a un nivel teórico. Pero ¿tienen realmente alguna conexión con mis entradas, o con el sueldo del Lector, con los derechos de propiedad, con los artículos de consumo, con la continua necesidad de tener dinero para pagar la hipoteca y la cuenta de la calefacción?”

Pensar que cualquier fase de la experiencia humana, incluso la economía está fuera de la jurisdicción de la Mente divina, es creer que el hombre es material, que su existencia depende de la materia organizada y de sus símbolos. Esta creencia material identifica el dinero con el poder, la provisión, la realización, y después dice que no alcanza. La Ciencia Cristiana desafía este punto de vista al afirmar y demostrar que el poder, la provisión y la realización son espirituales y están, por lo tanto, bajo el dominio de la Mente.

‘Tarde o temprano el valor real. .. aparece’

Marc Engeler, Tesorero de La Iglesia Madre, habló con el redactor de “La Iglesia en acción” sobre valores espirituales:

“Creo que necesitamos ser valientes para dar prioridad a los valores espirituales en todo lo que hacemos, en nuestra vida privada, en nuestra profesión, en la actividad de la iglesia. Tenemos que estar dispuestos a abandonar los lineamientos humanos y ver lo que la Mente ya ha provisto.

“Si decimos que estamos tratando con valores espirituales, y luego actuamos como si tuviéramos que promovernos desde distintos niveles materiales de dependencia, esto es índice de que no tenemos una idea clara de cuáles son estos valores. Los niveles de la mente mortal no son más reales que la mente mortal misma. Pero parece que estamos condicionados a pensar desde el punto de partida de niveles humanos y mortales. Debido a esta premisa falsa, nuestros valores no se elevan sobre lo humano; confiamos en lo material más que en lo espiritual.

“No tiene sentido temer a confiar en la Verdad. Pienso que tenemos que aceptar la verdad de que la semilla está ‘dentro de sí misma’ Gén. 1:11 (según la versión King James); y demostrar esto como lo hizo Jesús. Sin duda él estaba consciente de cuán ridículamente pequeña era la porción de unos pocos panes y peces para alimentar a cinco mil personas, cuando dijo a sus discípulos que las alimentaran. Ver Mateo 14:15—21; Hablando materialmente no se requiere más que un rápido cálculo para medir la desproporción entre la oferta y la demanda.

“Los símbolos, aunque pequeños, estaban presente; y Jesús, dando gracias, miró más allá del símbolo a la realidad espiritual. Vio la evidencia espiritual de provisión total y abundante, porque su punto de partida era siempre la semilla que está dentro de sí misma, la causa y efecto como una misma cosa, lo subjetivo y lo objetivo como una misma cosa, lo interior y lo exterior como una misma cosa. Y esa unidad es el Espíritu y su creación espiritual.

“¿Creemos en esto o no? Si no creemos, entonces lo que necesitamos es obtener un sentido verdadero de lo que es la vida y la sustancia.

“La Ciencia Cristiana — y, por lo tanto, todas las iglesias filiales y cada miembro — acepta la premisa: ‘Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita’. Luego es interesante pensar a dónde nos conduce esa premisa — al hecho de que todo lo bueno en la experiencia humana, considerado correctamente, es una manifestación específica de la Mente.

“Me gusta relacionar esto a la economía misma, que es en realidad una cuestión de comportamiento humano. La bolsa, por ejemplo, responde a lo que la gente puede hacer con las acciones. La gente reacciona, invierte o se niega a invertir; puede manipular las acciones, especular con ellas. Pero tarde o temprano los excesos desaparecen y aparece lo que llamamos el valor real. El valor intrínseco de una compañía o de un producto finalmente sale a la superficie.

“Por supuesto que hay una enorme diferencia entre la actividad humana de la bolsa y la actividad de la iglesia. Aún así podríamos decir que tarde o temprano el valor real de cualquier actividad de la iglesia aparece porque su base descansa en la identidad espiritual, y por ende en la Verdad.

“Podemos afirmar en la manera en que vivimos y en nuestra actividad de iglesia nuestra fe y confianza en Dios, y el hecho de que inevitablemente descubriremos la base espiritual, el valor real, de todo.

“Creo que hoy en día el peligro no es tanto la inflación, exceso de esto y escasez de aquello. No es la forma en que actúa o no actúa el gobierno. El peligro estriba más bien en que continuamos contando cuántas personas van a la iglesia, o a cuánto ascienden las recaudaciones, dudando y limitando así la totalidad y la omnipotencia de Dios. La Sra. Eddy dice claramente: ‘Existe hoy día el peligro de repetir la ofensa de los judíos, limitando el Santo de Israel y preguntando: “¿Podrá Dios ponernos mesa en el desierto?” ¿Qué no puede hacer Dios?’ ” Ciencia y Salud, pág. 135.

[Extractos compilados de la sección “Church in Action” del The Christian Science Journal]

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