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[Original en español]

Cuando conocí la Ciencia Cristiana hace más de cinco años, me encontraba...

Del número de agosto de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando conocí la Ciencia Cristiana hace más de cinco años, me encontraba en un precario estado de salud. Había sufrido un grave accidente en mi trabajo cuando un montacargas cayó sobre mí, y estuve varios años recibiendo muchas clases de tratamiento médico. Caminaba con gran dificultad y no me era fácil viajar en ninguna clase de vehículo a causa de los dolores que sentía. Por último mis empleadores decidieron jubilarme por invalidez porque las autoridades médicas me dijeron que no podría trabajar más.

No obstante, el médico del establecimiento donde trabajaba se interesó mucho por mi caso, y después de sacar varias radiografías, decidió que se me sometiera a una operación de la columna vertebral. El resultado de la operación era incierto — los médicos no garantizaban que volviera a caminar.

La noche antes de la operación, mi esposa, que es Científica Cristiana, vino a verme al hospital como lo hacía diariamente. En esta ocasión me dio un ejemplar del Heraldo y un pequeño folleto sobre esta Ciencia diciéndome que el leerlos me haría mucho bien.

Los leí; durante toda la noche pensé en lo que había leído, y, sobre todo, en Dios. Le pedí humildemente que Él me dijera qué quería que yo hiciera. Grande fue mi sorpresa cuando al día siguiente una junta médica se acercó a mi cama y me dijo: “Sr. Saavedra, hemos resuelto no operarlo hoy. Vaya a su casa, y cuando no pueda más, regrese”. ¡Qué alegría tan grande sentí en ese momento, y cuánto agradecí a Dios por las verdades que había leído!

Desde entonces recurrí totalmente a la Ciencia Cristiana para la curación, y mi vida cambió completamente. Ahora trabajo, camino y viajo sin ningún inconveniente. No he tomado más medicinas desde entonces, y la gente que me conoció antes no puede creer que tenga tan buena salud. Estoy muy agradecido a Cristo Jesús y a su discípula, la Sra. Eddy, porque me han ayudado a salir de la oscuridad y a encontrar la luz de la verdad espiritual. También estoy agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales, en la que puedo trabajar para el bien de la humanidad.


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