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Poder y gracia

Del número de agosto de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Elías, profeta admirable, desmayaste, pero no claudicaste.
El error en muchas formas pretendió engañarte,
mas la llama viva y eterna te alumbró
y la diestra divina te sustentó.

Fortalecido con el poder de Dios caminaste hasta Horeb
donde te fue revelada la magnificencia del Señor.
¡Te elevaste tan alto! Purificado el pensamiento a lo divino llegaste.
¡Qué gloria sublime cuando la luz divina alboreó en tu consciencia!
Mediante revelaciones silentes sentiste de Dios la gracia;
el Espíritu te iluminó, y hoy eres ejemplo viviente de todo desalentado,
que inspira confianza para seguir adelante, a la meta prometida.

No conociste la muerte pues no hay muerte en la Verdad;
el Cristo presente en ti subyugó lo material
y el resplandor de la gloria de Dios coronó tu partida.
Elíseo fue testigo de tan grande maravilla;
recibió clara visión, más amplio discernimiento,
un espíritu de sabiduría que le capacitó para demostrar
el concepto superior de la vida en la infinitud de Dios.

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