Cuando las mujeres enfrentan prejuicios, es sabio que examinen cuál es el blanco. ¿Qué se está realmente atacando? ¿Es la verdadera condición de mujer, la cual refleja la Vida y el Amor, inseparable de la verdadera condición de hombre? ¿Están siendo criticadas cualidades tales como la fidelidad, intuición espiritual, sabiduría, belleza, ternura y dulzura?
Dondequiera que se manifieste odio a las mujeres, miremos cuidadosamente. El único blanco en que la flecha puede dar es en Eva.
Este personaje bíblico alegórico representa la visión materialista de que la mujer es meramente una hembra. Eva ejemplifica todas las cualidades que hacen perder el cielo. (En Edén, tienta a su marido a desobedecer a Dios; afuera, tiene problemas con sus hijos.) Eva aparece en el segundo relato de la creación — en el relato falso — en el libro del Génesis. La Sra. Eddy la describe así: “Según esta creencia, la costilla sacada del costado de Adam se ha convertido en una mente maligna, denominada mujer, que ayuda al hombre a hacer pecadores más rápidamente de lo que él puede hacerlos solo. ¿Es ésta una ayuda idónea para el hombre?” Ciencia y Salud, pág. 533;
Debido a que Eva es una imagen primitiva arraigada en las facetas más retrógradas del pensamiento mortal, el prejuicio contra las mujeres puede rápidamente encender emociones rústicas. Cuando esto sucede, la mujer del siglo veinte puede encontrar que su cultura, su educación y sus conocimientos no sirven para nada. El hábito primitivo e irracional de identificar a la mujer solamente en términos de sexo le echa encima la carga de este sueño de Eva, mas la mujer pensadora que sea Científica Cristiana se protege a sí misma. ¿Cómo? Rehusando identificarse con el blanco.
Sabe que ella no es una corporalidad. El diccionario Webster nos dice que la palabra “hembra” cuando se la aplica a animales y a plantas tanto como a seres humanos, sugiere sexo, en tanto que la palabra “mujer” puede que enfatice cualidades esenciales.
Las cualidades femeninas tanto como las masculinas reflejan a Dios. La Ciencia Cristiana nos invita a todos a dejar atrás la rutina estéril de conceptos físicos evolutivos honrados por el tiempo y a avanzar hacia el entendimiento de nuestra presente perfección espiritual como semejanza de Dios. La verdadera condición de mujer jamás ha sido afectada a través de la historia por una falsa clasificación. La mujer es idea, y las cualidades femeninas existen intactas en la Mente, Dios, para que todos las perciban, entiendan y expresen en su propia manera única e individual. Estas cualidades espirituales no pueden ser destruidas. El ciego sentido animal podrá lanzarle púas a su propio concepto opresivo erróneo que abriga acerca de la mujer, pero la identidad espiritual de la mujer no se encuentra allí para ser el blanco.
Por el contrario, la mujer puede retirarse “al abrigo del Altísimo”. Salmos 91:1; En lo secreto de sus propios pensamientos acerca de Dios y de ella misma, en lo profundo de una íntima quietud, puede hacer valer su comprensión espiritual para separarse del clamor mortal de creencias que se le atañen. Dondequiera que se encuentre puede usar el poder inigualado de la oración silenciosa. Para levantar el peso de los conceptos equivocados del mundo que pesan sobre ella, no importa cuántas eras de error hayan transcurrido, puede comenzar elevando su propia visión acerca de sí misma. El identificarse correctamente conduce a la libertad.
Una mujer puede preguntarse: ¿Me estoy identificando como espiritual y viviendo las cualidades de la mujer de la creación de Dios así como las del hombre de Su creación? ¿O estoy desempeñando el papel de Eva — y el de Adán? No puedo esperar a que otros me vean libre de animalidad a menos que yo misma demuestre esa libertad. Toda mujer que está esforzándose para que se le reconozca su identidad tendrá que subyugar a Adán y a Eva.
La verdadera condición de mujer no juega con el amor. El amor espiritual es el hálito mismo del ser real. Comprendiendo esto, la mujer no juega al gato y el ratón, a la seducción y la caza. La mujer verdadera ama porque amar es parte intrínseca de su espiritualidad, y este amor lleva en sí el deseo de bendecir y sanar. Mirando en el espejo de la Ciencia Cristiana, sabe que es bella porque refleja la belleza de Dios. Tampoco acepta el estrecho concepto que la mente mortal tiene de la belleza, que la encadena al sexo.
La efímera belleza física podrá obsesionar el pensamiento mortal con su inevitable fin, pero la belleza del reflejo divino no está atada a tal limitación. El reflejo del bien eterno no envejece. Podemos dejar que el oro de nuestro valer real como expresión individualizada de Dios salga a relucir para ser reconocido y amado por todos aquellos que aprecian la realidad.
A causa de que son las mujeres las que dan a luz a los hijos, el pensamiento mortal siempre ha relacionado a la mujer con el concepto de creatividad. La iluminación espiritual nos muestra que la creación le pertenece a Dios, y que se manifiesta a la percepción humana en revelación y luz. Para el sentido material, la creación es un misterio que envuelve procesos mentales incomprensibles, carentes de lógica, los que en cualquier momento pueden poner en peligro el frágil control de la templanza de pensamiento y acción. Cuando las mujeres y los artistas se consideran a sí mismos a tono con ciertas condiciones instintivas de profundidades creativas, les resulta díficil a veces controlar rachas indefinidas de emoción, temperamento y carácter, y fácilmente ceden a ellas como si fueran evidencias temperamentales propias de la capacidad creativa. Depresiones mensuales, deseos excéntricos por ciertas comidas durante el embarazo, o la acumulación de diversos temores sin dominar durante la menopausia son luchas que aceptan con resignación muchas mujeres por identificarse, como lo hacen, con el concepto material de la creación.
El saber que Dios, no el hombre, es quien crea, ayuda a disciplinar el temperamento y las emociones, poniéndolos a tono con la calma invariable y gloriosa de Dios. Sentimientos incomprensibles brotando a la superficie misteriosamente no expresan la constante y estable inteligencia de la Mente y no son pasaportes válidos hacia la creatividad. Uno puede eliminar estados caprichosos, reacciones temperamentales, la conmiseración propia y la autoindulgencia — características que no son ni encantadoras ni atractivas y que no forman parte de la verdadera condición de mujer. El saber que la estabilidad de la creación está bajo el gobierno de Dios evita que uno confunda aspectos temperamentales por los ritmos inimitables de Dios.
El hombre que comprende la condición de la mujer de la creación de Dios sabe que puede confiar en la mujer que vive las cualidades espirituales. Ni su masculinidad ni su sentido de identidad pueden verse amenazados o robados por ella. ¿Por qué? Porque ella no lo verá como un Adán más de lo que podría verse a sí misma como una Eva.
Adán, que aparece junto con Eva en el libro del Génesis, forma el sueño mortal de vida como corporalidad sexual. Esta ilusión ha destrozado la cohesión de la humanidad desde el principio. Así como el ejercicio diario de las cualidades de Dios acerca más el hogar al cielo, del mismo modo la asociación mortal sin regenerar puede enviar el hogar de nuevo a la jungla. El concepto acerca de la humanidad como irremisiblemente dividida en Adanes belicosos y en Evas engañadoras garantiza sospecha perpetua.
Es Adán quien cree que la mujer es Eva, y por cierto que no hay señal más segura de que la mujer ha aceptado el sueño de Eva que cuando desea pelear con Adán. Pero, señoras, ¡esperen un momento! Antes de pelear con los señores en vez de hacerlo con vuestras propias cualidades falsas que disturban vuestras relaciones con ellos, antes de que se destrocen ustedes los nervios y se agoten con la fuerza de voluntad para igualar el ímpetu masculino o caigan en la vulgaridad para probar un punto, antes de que ganen sus derechos y pierdan su verdadero “yo”, den una miradita.
¿Es vuestro contrincante meramente un Adán? ¡No pierdan su tiempo con él! ¿Por qué? Porque Adán no es el hombre. La Sra. Eddy despeja el ambiente cuando separa a Adán del verdadero sentido del hombre al decirnos: “Adan, sinónimo del error, representa la creencia de que hay una mente material”.Ciencia y Salud, pág. 529;
El espíritu del cristianismo es la brecha que nos lleva a reconocer que “Dios es amor”. I Juan 4:8. El singular punto de vista de Cristo Jesús de que el hombre es el amado hijo de Dios muestra a un mundo hambriento que el amor de Dios hace posible la curación. La más grande violación de la identidad de la mujer es reducir su percepción del hombre — del ser verdadero — a las dimensiones inferiores y características materiales de Adán y Eva. Pelear contra Adán en lugar de amar al hombre puede oscurecer la curación. ¡Cuánto mejor es orar para reconocer al hombre y rehusar la amargura, porque ésta sólo tiene lugar en el sueño de Adán y Eva!
Si una mujer al desligarse de Eva siente amenazado su sentido de identidad, entonces su necesidad es ver la condición espiritual de mujer más claramente. Ésta fue mi experiencia cuando me estaba recobrando de una enfermedad mediante tratamiento en la Ciencia Cristiana. Durante el curso de esta experiencia se descubrió que era dolorosamente necesario que me enfrentara con características de Eva que inconscientemente había estado yo viviendo y expresando, y las negara. A menudo perdía el conocimiento. A medida que oraba con la practicista se hizo evidente que estos desmayos ocurrían frecuentemente poco después de haber descubierto alguna característica de Eva de la cual tenía que desprenderme.
Afectuosamente se me explicó que a pesar de que yo veía la irrealidad de estas falsas características no percibía lo suficientemente claro las cualidades verdaderas de mi identidad espiritual y real, las cuales tenía que vivir en reemplazo de las otras. Aparentemente me estaba desvaneciendo en la nada juntamente con las características de Eva. Cuando vi esto, los desvanecimientos disminuyeron; y después que sané, el temor de que se repitieran fue finalmente vencido por mi constante identificación con las cualidades de Dios pertenecientes a la verdadera condición de mujer. Pude entonces reconocer cualquier otra sugestión opuesta como una intrusión.
Cuando el comportamiento semejante al de Eva es reemplazado por un modo de vivir espiritual, los problemas salen por la puerta, y se obtiene seguridad y dignidad. Lo que es más, una nueva identidad emerge, una identidad que ama y es digna de ser amada. La demostración de esta identidad libera de estereotipos y viejos temores y abre nuevos horizontes. Los problemas que enfrentamos como Evas se resuelven, despertándonos a la compleción espiritual.
