Debido a una lesión que tuve en mi niñez, los músculos del tobillo me quedaron rígidos y el hueso del muslo izquierdo cariado. Para corregir esta condición, se me practicaron cuatro operaciones sin ningún resultado. Siendo ya adolescente, los médicos quisieron volver a operarme pero no quise aceptar el someterme a una quinta operación. En lugar de eso recurrí a la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) para la curación. Más tarde cuando una hermana menor necesitó ayuda urgentemente, mis padres se interesaron por este método científico de la curación por el Cristo.
Al comenzar el estudio de Ciencia, visitaba ocasionalmente a un practicista de la Ciencia Cristiana. La primera referencia que el practicista me dió para estudiar fue la siguiente: “La Ciencia Cristiana le trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica. La Ciencia Cristiana obra como un alterativo, neutralizando el error con la Verdad. Cambia las secreciones, expulsa humores, disuelve tumores, devuelve la flexibilidad a músculos rígidos y restablece la salud a huesos cariados” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, pág. 162).
Por medio de la oración del practicista y de mi estudio, la rigidez de los músculos del tobillo cedió dándome completa libertad de movimiento, y el hueso cariado de la pierna izquierda quedó totalmente restablecido. Agradezco a Dios por estos hermosos ejemplos de curación por medio de la cirugía mental.
Varios años después de haberme hecho estudiante de la Ciencia Cristiana, se me formó un absceso muy grande y feo en la parte interior de la pierna izquierda. La condición atemorizó mucho a mis dos hermanas menores. Le pedí a un practicista que orara por mí. Esto sucedió durante las vacaciones de Navidad, y yo seguí adelante con los planes que había hecho para viajar a una ciudad distante. A pesar de que el problema no era doloroso, me resultaba difícil caminar. Durante estas vacaciones me dediqué mucho tiempo a la oración y al estudio. Como resultado, el absceso simplemente desapareció sin siquiera llegar a drenar. ¡Cuánto júbilo y gratitud nos produjo esta curación tanto a mí como a mis hermanas!
El hombre espiritual existe como el reflejo de Dios, y esta relación es natural, sin esfuerzo. Al reflexionar sobre esta verdad y al darme cuenta de que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12), el nacimiento de mi hijo fue rápido y armonioso, sin sufrir los dolores de parto. Los médicos expresaron su sorpresa ante un parto tan simple e indoloro.
Tanto mi hijo como yo hemos tenido huesos rotos que han sido reajustados y sanados rápida y perfectamente a través de la oración, y con la ayuda de practicistas de la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecida por muchas bendiciones. Entre las muchas bendiciones que he recibido, la clase de instrucción en esta Ciencia me ha hecho percibir que cada uno de nosotros es muy valioso para Dios.
Newburgh, Nueva York, E.U.A.