“Cuando comencé a asistir a una escuela en la que todos hablaban en inglés, no pude evitar sentirme como un bebé. Pensaba que los demás hablaban de mí y que se burlaban”, así Alejandro Acevedo relata la época en que tenía once años de edad y sólo hablaba español. Su familia acababa de llegar a California en calidad de inmigrantes desde la ciudad de Méjico. Alejandro recuerda que lo asustaba estar rodeado por maestros y alumnos que no lo comprendían. ¡Pero no se conformó con sentirse asustado o indefenso!
Cuando hablé con Alejandro y su familia en su casa de California, hacía ya cuatro años que habían dejado la ciudad de Méjico y habían tenido que enfrentarse con la novedad de una escuela y un país diferentes. La hermana mayor de Alejandro, Julieta, sus hermanas menores, Claudia y Telma y su hermano José, de cinco años, hablan bien inglés. Inclusive traducían nuestra conversación a sus padres.
“Mis maestros dicen que debo ir a la universidad”, dice Alejandro, que ahora está en el décimo grado. ¿Cómo pudo él aprender inglés tan rápido y salir tan bien en la escuela? Julieta, que es sólo un año mayor, es la que responde: “Es el punto de vista espiritual lo que nos ha ayudado mucho. En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana aprendemos acerca de la Biblia y de cómo utilizarla en la vida diaria”.
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