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Descubriendo nuestra verdadera hermandad

Del número de enero de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Cuando comencé a asistir a una escuela en la que todos hablaban en inglés, no pude evitar sentirme como un bebé. Pensaba que los demás hablaban de mí y que se burlaban”, así Alejandro Acevedo relata la época en que tenía once años de edad y sólo hablaba español. Su familia acababa de llegar a California en calidad de inmigrantes desde la ciudad de Méjico. Alejandro recuerda que lo asustaba estar rodeado por maestros y alumnos que no lo comprendían. ¡Pero no se conformó con sentirse asustado o indefenso!

Cuando hablé con Alejandro y su familia en su casa de California, hacía ya cuatro años que habían dejado la ciudad de Méjico y habían tenido que enfrentarse con la novedad de una escuela y un país diferentes. La hermana mayor de Alejandro, Julieta, sus hermanas menores, Claudia y Telma y su hermano José, de cinco años, hablan bien inglés. Inclusive traducían nuestra conversación a sus padres.

“Mis maestros dicen que debo ir a la universidad”, dice Alejandro, que ahora está en el décimo grado. ¿Cómo pudo él aprender inglés tan rápido y salir tan bien en la escuela? Julieta, que es sólo un año mayor, es la que responde: “Es el punto de vista espiritual lo que nos ha ayudado mucho. En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana aprendemos acerca de la Biblia y de cómo utilizarla en la vida diaria”.

“Cuando en el colegio alguien quiere molestarme”, comenta Alejandro, “pienso en la bienaventuranza que dice, ‘Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios’. Mateo 5:9; Luego debo decidir si corresponde o no decírselo al consejero. Si se lo digo al consejero es probable que ese alumno me moleste cada vez más. De modo que, tan frecuentemente como puedo, veo a la persona como realmente es, o sea, como el hijo de Dios. Luego dejo que Dios me indique qué debo decir o hacer para que se solucione el problema”.

Julieta relata que en una ocasión un muchacho sacó una navaja y comenzó a esgrimirla contra los demás en el patio de la escuela. Ella tuvo miedo hasta que pensó que el poder de Dios estaba presente allí mismo y era el único poder verdadero. A los pocos minutos apareció un guardia y detuvo la pelea antes de que pudiera volverse algo más serio.

El papá de Alejandro y Julieta encontró la Ciencia Cristiana cuando concurrió a un oficio religioso en español poco tiempo después que llegó a California, y ha alentado a toda su familia para que haga de estas enseñanzas su forma de vida. Los Acevedo dicen que desde que estudian y ponen en práctica la Ciencia Cristiana, su enfoque acerca de las cosas se ha hecho más perspicaz espiritualmente. Alejandro y Julieta repiten una y otra vez que han podido mirar más allá de lo que los ojos ven y de lo que los oídos oyen. Han utilizado el sentido espiritual para ver a sus maestros y amigos del modo que Dios los hizo, siempre espirituales y buenos. Los hijos de Dios siempre expresan unidad porque reflejan Su amor.

Cristo Jesús dio especial importancia al mandamiento del Antiguo Testamento que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 22:39; El espíritu de estas palabras queda demostrado en las experiencias escolares que relatan Julieta y Alejandro. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud cómo y por qué podemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos: “Debiera entenderse claramente que todos los hombres tienen una misma Mente, un Dios y Padre, una Vida, Verdad y Amor. El género humano se perfeccionará en la proporción en que se comprenda este hecho; las guerras cesarán, y la verdadera hermandad de los hombres quedará establecida”.Ciencia y Salud, pág. 467; Julieta comentó: “Me gusta tener amigos de todas las partes del mundo. Aprendo muchas cosas de ellos. Por ejemplo, una chica de Vietnam nos contó acerca de cómo se vive allí”.

Julieta y Alejandro también hablaron sobre los problemas de los estudiantes que toman drogas o fuman. “Pienso que los estudiantes toman drogas para escapar de la realidad”, dice Julieta. “A menudo tienen problemas en su hogar además de los de la escuela”. Ella desearía que un mayor número de sus amigas se enterasen de cómo la Ciencia Cristiana resuelve todo tipo de problemas por medio de la espiritualización de nuestro pensamiento.

Alejandro dice: “Para mí la escuela es mi segundo hogar. Allí los que no se llevan bien con los demás son unos desconfiados porque no comprenden cómo pueden lograr ellos mismos ser merecedores de confianza”. Alejandro trata de demostrar que se puede confiar en él. Dice que una de las maneras en que lo hace es siendo honrado. Cuando aceptamos en nuestra consciencia los pensamientos buenos que Dios nos está enviando, es difícil no ser merecedor de confianza. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy explica: “La honradez es poder espiritual. Falta de honradez es debilidad humana, que pierde el derecho a la ayuda divina”.ibid., pág. 453.

He aquí un ejemplo de cómo Alejandro aplica esta declaración: “Yo no le hago las cosas difíciles a mis maestros. Hago mis deberes, hago buenas preguntas, y en vez de inventar excusas respondo con sinceridad”. Julieta agrega: “A menudo sucede que los maestros de quienes nosotros pensamos que son malos, en realidad están tratando de ayudarnos”.

Alejandro considera que la razón principal de que a los alumnos no les vaya bien en la escuela es simplemente porque no se esfuerzan lo bastante. Él dice: “Hay que hacer un esfuerzo”. Julieta apoya a Alejandro y dice: “Es cierto, hay que esforzarse”. Ambos explican cómo tratan continuamente de ver su verdadera identidad como la expresión de la Mente, Dios. Alejandro relata su experiencia cuando tuvo que someterse al examen preliminar de aptitudes escolares: “No comprendía muchas de las palabras, pero pude deducir la mayoría de las respuestas confiando en que Dios me daba el entendimiento y guía necesarios. Y me fue bien”.

Los sábados Alejandro participa en un programa para estudiantes de escuela secundaria que se lleva a cabo en una universidad local. Antes de ir la primera vez, él pensó: “¿Qué pensarán esos estudiantes tan grandes de la universidad de este muchachito?” (Alejandro es más bajo que la mayoría de los muchachos de su edad.) Pero Alejandro sabía que si por expresar a Dios se le había presentado esta oportunidad de aprender, entonces Dios haría que su pensamiento fuese lo suficiente amplio como para poder hacer frente a la experiencia en la universidad. Eso es justamente lo que sucedió. Alejandro ha continuado con todo éxito en este programa durante varios meses.

El Sr. Acevedo dice a través de sus intérpretes que la Ciencia Cristiana nos da vislumbres del vasto universo espiritual de Dios. Sabe que tenemos muchas cosas que aprender acerca de Dios y Sus hijos. Todos los miembros de la familia Acevedo dicen que quieren aprender más acerca de Dios todos los días. Y por lo que se desprende de sus comentarios durante la entrevista, es obvio que eso es justamente lo que están haciendo.

[Las experiencias de curación que se relatan en los artículos para niños al igual que para adultos, y que se publican en el Heraldo, han sido cuidadosamente verificadas.]

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