El Científico Cristiano se siente agradecido no sólo por la libertad que recibe al sanar sino también por el sistema de metafísica que lo capacitó para comprender a Dios lo suficiente para ser sanado. Si nuestro agradecimiento por el sistema de curación disminuye, también nuestra habilidad para practicarlo puede disminuir.
Desde un punto de vista imparcial, la curación en la Ciencia Cristiana es virtualmente un milagro para el pensamiento humano. Los sistemas de las distintas clases de medicina material han necesitado miles de años para desarrollarse. En cien años escasos, la práctica de la curación en la Ciencia Cristiana ha probado que es un sistema de curación legítimo y eficaz. Algunas familias lo han practicado por más de cuatro generaciones. Este sistema es el restablecimiento de la curación cristiana primitiva. Dios y Su infinita bondad son aceptados como el Todo. El hombre es reconocido como espiritual, como la expresión de la naturaleza misma de Dios.
La gente de todos los continentes del globo y prácticamente de todas las esferas sociales, se han dado cuenta de que un entendimiento de la perfección de Dios y el hombre trae poderosos resultados de curación a las discordias humanas. La mujer que escribió el libro de texto de este sistema, Mary Baker Eddy, declara: “Desde que la autora descubrió el poder de la Verdad en el tratamiento de la enfermedad tanto como del pecado, su sistema se ha puesto a prueba plenamente, y no se le ha encontrado deficiencia alguna; pero para alcanzar las alturas de la Ciencia Cristiana, el hombre tiene que vivir en obediencia al Principio divino de ella”.Ciencia y Salud, págs. vii–viii;
Como un sistema de curación legítimo y reconocido, la Ciencia Cristiana, en un período relativamente breve, ha merecido significativa aceptación. El derecho de practicar la curación por medio de la Ciencia Cristiana está firmemente establecido en los Estados Unidos y en otros países. Casi todas las compañías más importantes de seguros sobre la salud en los Estados Unidos dan al público la opción de elegir entre el sistema de curación por medio de la medicina o la curación en la Ciencia Cristiana.
En años recientes un informe sobre medicina preventiva incluyó esta observación: “... existe una parte de la población que recibe poca — o ninguna — atención médica y, sin embargo, todo indica que son tan saludables como aquellos que reciben experta atención médica. Estos son los Científicos Cristianos”. Dr. Richard S. Wilbur, cita de un informe de investigación (Chicago: Charles D. Spencer & Assoc., Inc., 1970);
Un artículo en el The New England Journal of Medicine, titulado “La Ciencia Cristiana y la medicina en la comunidad”, reconoce que los sistemas convencionales para el cuidado de la salud podrían aprender algo de los Científicos Cristianos: “El Departamento de Salubridad Pública [del Estado] tiene una oportunidad única de aprender de un grupo de personas que están satisfechas con su sistema para el cuidado de la salud”. Y concluye: “... los organizadores de programas de sanidad en la comunidad y sus directores debieran estar preparados para cuando algunas personas en la comunidad, que hayan descubierto una alternativa para gozar de buena salud y de un estilo de vida productivo y satisfactorio, opten por no participar en los programas convencionales”.The New England Journal of Medicine, 14 de febrero de 1974, pág. 402;
¿Sostienen los Científicos Cristianos que están practicando el sistema de curación de la Ciencia Cristiana al máximo? Por cierto que no. Reconocen que están en las primeras etapas para cumplir con el mandato de Cristo Jesús, de hacer las obras que él hizo. No se avergüenzan en admitir que a veces se pregunten con profunda humildad como lo hicieron los discípulos cuando no pudieron sanar a un epiléptico: “¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?” Marcos 9:28;
“Oración y ayuno” fue el requisito de Jesús en contestación a esta pregunta, y la certeza de que la “oración” y el “ayuno” finalmente tienen su efecto, ha traído grandes recompensas a muchos. En ciertas ocasiones cuando las pruebas que se nos presentan son difíciles, amigos bien intencionados pueden alentarnos a recurrir al tratamiento médico para la curación. Pero honestamente debe reconocerse que — como algunos médicos de alta reputación están comenzando a admitir — la medicina no es necesariamente lo que hasta quienes la apoyan, esperan de ella. Ernest W. Saward, decano asociado de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Rochester dijo: “A menudo se obtiene la impresión de los científicos y de la prensa que el conocimiento científico sobre el cual se basa la práctica de la medicina es vasto. Sin embargo, si lo consideramos cuidadosamente, parece más bien un archipiélago de conocimientos en un mar de ignorancia. Y la eficacia en la práctica de la medicina de mucho de lo que creemos saber, jamás ha sido comprobada”. citado en The New York Times Book Review, 24 de julio de 1977;
Cuando se ven las alternativas para la curación, el Científico Cristiano se siente de la misma manera que Pedro debe haberse sentido, cuando contestó a la pregunta de Jesús para probar la lealtad de los apóstoles: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Juan 6:68;
No podemos dejar de admitir que en la breve historia de la Ciencia Cristiana, su récord de curación es notable. Demuestra poderosa y positivamente la validez de las enseñanzas de esta religión. Las páginas de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana continúan publicando un amplio número de curaciones verificadas. Casos de alcoholismo, úlceras, hernia, malaria y leucemia han sido sanados. Personas agradecidas han escrito sobre curaciones de sordera, mudez, cáncer, apendicitis, cálculos biliares y esclerosis múltiple. Defectos de nacimiento, ataques al corazón, poliomielitis y parálisis también han sido curados. Casos de asma, epilepsia, bocio, enfermedades del corazón, crisis nerviosas, todos han cedido al tratamiento de la Ciencia Cristiana. Curaciones de gangrena, hemorroides, pulmonía, tuberculosis, venas varicosas y cálculos en los riñones, han proporcionado a mucha gente una nueva libertad en la vida. Hemos nombrado sólo unas pocas.
Ciertamente los Científicos Cristianos tienen mucho que aprender. Pero también debe reconocerse que mucho se ha logrado. Cuando un sistema establece como meta la curación rápida y eficaz de cualquier enfermedad, esos casos en los que no se ha obtenido o se ha demorado la curación, sobresalen más que en un sistema que tiene limitaciones inherentes y permanentes. Pero en general el éxito del método de curación de la Ciencia Cristiana habla de por sí, tan poderosamente hoy como en los primeros días del movimiento. La Sra. Eddy escribe en el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Guiado por la Verdad divina y no por conjeturas, el teólogo (es decir, el estudiante — el expositor cristiano y científico — de la ley divina) trata la enfermedad con resultados más seguros que cualquier otro sanador sobre la tierra”.Ciencia y Salud, pág. 459.
En tanto que otros sistemas de curación pueden incluir extensas bibliotecas de conocimiento humano, un número de instrumentos técnicos y complicados, procedimientos largos de diagnósticos y grandes sumas para su financiación, el Científico Cristiano obtiene la curación sencillamente a través de su unión con Dios. Confía en el ministerio eficaz de su pastor, la Biblia y Ciencia y Salud. Está aprendiendo que aun los problemas físicos que presentan los mayores desafíos pueden ser sanados cuando tiene la suficiente humildad de admitir que Dios es el único poder y que la pretensión del mal a tener realidad es un engaño. Éste es un sistema de curación que atrae directamente a aquellos que sinceramente aman a Dios y disciernen la realidad de que el hombre es mantenido en Su perfección.
No es de sorprenderse que el Científico Cristiano se sienta profundamente agradecido, no sólo por las curaciones que ha recibido, sino por el sistema que posee tal enorme promesa para el mundo. Mientras que la curación física es sólo un pequeño factor de la salvación total que aporta la Ciencia Cristiana, tal curación desempeña un papel vital, uno que no deberíamos dejar de atesorar.