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Cirugía mental

Del número de marzo de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Por espacio de doce años una mujer padeció de hemorragias. Sus esfuerzos por conseguir alivio mediante métodos tradicionales de curación habían fracasado. Mas cuando buscó la ayuda de un hombre de Dios, sanó instantáneamente. Ver Marcos 5:25–34;

Por un período aún más largo, treinta y ocho años, un hombre se vio afligido por una enfermedad que hizo de él un hombre débil y desvalido. Tenía que depender de otros para que lo ayudaran. Mas cuando alguien con autoridad espiritual se hizo cargo de su caso y le requirió que ejerciera el dominio que Dios le había otorgado, el hombre sanó. Ver Juan 5:29;

Otro era ciego de nacimiento. Su vida entera había transcurrido en la oscuridad. Su defecto aparentemente no tenía remedio en la terapéutica. Mas al obedecer las instrucciones de un hombre que vivía en oración, pudo ver. Ver 9:1–38;

Todos estos casos se relatan en las Escrituras. Las curaciones fueron hechas por Cristo Jesús. Hoy en día la mayoría de la gente diría que nada menos que la cirugía podría corregir tales anomalías. ¿Cómo, entonces, fueron sanados estos individuos? Lo que ocurrió fue cirugía mental, resultante de la comprensión espiritual de alguien que estaba completamente imbuido del Cristo, la idea verdadera de Dios. No sólo figurativamente, sino literalmente, Cristo Jesús demostró la veracidad de este pasaje de las Escrituras: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Hebr. 4:12;

Siglos más tarde, la Sra. Eddy efectuó curaciones similares. Articulaciones rígidas, extremidades encogidas, huesos cariados, cáncer, tuberculosis, ceguera, sordera: todos fueron curados mediante la oración consagrada de esta mujer de ánimo tan espiritual. Ver los libros de la Sra. Eddy: Ciencia y Salud, págs. 162, 193; La Unidad del Bien, pág. 7; The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 105; A menudo los pacientes habían tratado de obtener alivio por medios materiales, mas sin éxito.

Después de la publicación de su libro Ciencia y Salud, la Sra. Eddy recibió cartas testificando de curaciones logradas solamente mediante el estudio de este libro de texto de la Ciencia Cristiana. En efecto, el capítulo “Los Frutos de la Ciencia Cristiana” contiene cartas de personas que recobraron su salud de este modo. Curaciones que confirman la eficacia de la cirugía mental incluyen casos de hernia, tuberculosis, fibroma, huesos quebrados, cataratas y enfermedad de las válvulas del corazón. Ver Ciencia y Salud, págs. 601 y 643, 602, 603, 605, 606, 607;

¿Cómo se lleva a cabo esta cirugía mental? Del mismo modo que se efectúan todas las curaciones en la Ciencia Cristiana. Es el resultado de la completa dependencia en Dios, basada en una comprensión demostrable de Él. El sanador, ya sea el propio paciente o el practicista, debe estar convencido de que Dios lo es Todo, de que Él es la única causa, el único Ser perfecto. Hay que reconocer que todo lo que Dios ha hecho es tan bueno y perfecto como Él. Los síntomas físicos tienden a negar esto, y por tal razón hay que refutarlos enfáticamente.

Cristo Jesús censuraba el error sin titubeos o reservas. El sanador cristiano debe hacer lo mismo. Puede usar argumentos de verdad para estar él mismo consciente de lo que es real, contradiciendo específicamente lo que no sea semejante a Dios y afirmando con confianza lo que es cierto acerca del hombre creado por Dios. Persiste en esto hasta que no queda duda en su consciencia de que Dios, el bien infinito, es supremo; que Dios es el único poder, que está siempre presente y lo incluye todo. El hombre, la semejanza de Dios, se ve — y se comprueba — ser tan perfecto como el creador, completamente libre de toda condición enfermiza.

La oración consagrada conforme con estos predicamentos permite al sanador percatarse de la inviolable y armoniosa relación que existe entre Dios y el hombre, entre el Padre eterno y la expresión individual de Su ser. Mediante la oración inspirada el sanador adquiere la convicción de la verdad descrita en esta declaración de la Sra. Eddy: “Las relaciones entre Dios y el hombre, el Principio divino y la idea divina, son indestructibles en la Ciencia; y la Ciencia no conoce ningún lapso de la armonía ni retorno a ella, sino mantiene que el orden divino o ley espiritual, en donde Dios y todo lo que Él crea son perfectos y eternos, ha permanecido inalterado en su historia eterna”.ibid., págs. 470–471;

El adagio todavía es cierto: “Una onza de prevención equivale a una libra de curación”. La necesidad de cirugía mental se puede prevenir. Es obvio que éste es el curso más sabio a seguir. ¿Cómo se pueden evitar estas condiciones? ¿Cómo se puede impedir que ocurran?

Toda condición física y adversa del cuerpo tiene una causa mental. La creencia falsa puede ser la causa hasta de accidentes. Por ejemplo, la admisión de que exista una ley de azar trae consigo la creencia de que la “buena” suerte puede hacer que se gane un premio en la lotería o en cualquier otro juego de azar. Pero tal admisión puede también exponerlo a uno a un sufrimiento a causa de la misma ley, aunque esta vez en la forma de “mala” suerte, tales como en accidentes que causan heridas.

Para evitar esta vulnerabilidad, es necesario orar con regularidad. Hay que darse cuenta de que el hombre, según Dios lo ha hecho, no puede ser afectado por las creencias populares sobre condiciones físicas que requieran cirugía. Esta clase de oración, llevada fielmente a cabo antes de comenzar las actividades del día, establece una percepción más intima y más clara de la relación que uno tiene con su Hacedor.

El hombre no es un mortal corpóreo expuesto a diversas influencias paralizantes, como por ejemplo, a leyes ambientales, condiciones atmosféricas, azar y accidentes; a creencias en lo hereditario o en el contagio; a teorías humanas sobre la vejez, decrepitud e incapacidad. El hombre es fruto de la creación de Dios, no es material, sino espiritual; es la imagen misma de lo Divino. Amado, protegido, sostenido, preservado, el hombre está siempre mantenido por Dios.

Es sabio que cada día uno se defienda en oración de los elementos mortales mismos que podrían exponerlo a condiciones que requieran cirugía mental. El Científico Cristiano alerta obedece el mandato del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy: “Será deber de todo miembro de esta Iglesia defenderse a diario de toda sugestión mental agresiva, y no dejarse inducir a olvido o negligencia en cuanto a su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad”.Man., Art. VIII, Sec. 6; El Científico Cristiano sabe que no se está defendiendo de realidades, sino de falsos conceptos, de temores mortales, de leyes materiales, de creencias humanas y de opiniones humanas abrigadas por la mayoría.

La Sra. Eddy nos da una ilustración muy útil del presunto poder de tales opiniones. Escribe: “Si una dosis de veneno se toma por equivocación y el paciente muere, aunque el médico y el paciente esperaban resultados favorables, preguntaréis si fue la creencia humana la que causó esa muerte. Por cierto que sí, y tan directamente como si el veneno hubiera sido tomado de intento”.

Luego explica: “En tales casos unas pocas personas creen que la poción tomada por el paciente es inofensiva; pero la gran mayoría del género humano, aunque no sepa nada de este caso particular ni de esta persona en especial, cree que el arsénico, la estricnina, o cualquier otro medicamento empleado, son venenos, por ser clasificados como tales por la mente mortal. Por consiguiente, el resultado está regido por la mayoría de opiniones, no por la minoría infinitesimal de las opiniones en el aposento del enfermo”.Ciencia y Salud, págs. 177–178.

¿Cuál es la mayoría de las opiniones humanas?: Todas las fábulas que tienen que ver con el hombre mortal, su nacimiento y muerte, sus debilidades y enfermedades, sus temores e ignorancia, su sujeción a leyes materiales y a teorías médicas.

¿Tienen poder esas opiniones? No más del que uno les da. Mas si estamos ignorantes de que ellas son aceptadas en general por la consciencia humana, si no hacemos ningún esfuerzo por defendernos de su agresiva naturaleza, podríamos convertirnos en sus víctimas, según nos lo dice la Sra. Eddy en el pasaje antes mencionado.

La opinión humana en mayoría no es poder. Dios es el solo y único poder. Nuestras oraciones diarias para nosotros mismos deben afirmar este hecho y reconocer su significado. Esforzándonos devotamente por estar a una con Dios cada día, mantenemos nuestra unidad con Él. Experimentamos salud y bienestar. Demostramos la eficacia profiláctica de la Ciencia Cristiana. Prevenimos condiciones que podrían culminar en la necesidad de cirugía mental.

Que “uno con Dios es mayoría” es una verdad bien conocida. Es nuestro bendito privilegio el demostrar este hecho. La oración lo consigue: la oración perseverante, la oración de cada día. Podemos darnos cuenta de que Dios es nuestro Salvador; el infinito Uno siempre disponible, siempre al alcance para proteger y sanar, siempre presente para resguardar y salvar.

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