Por espacio de doce años una mujer padeció de hemorragias. Sus esfuerzos por conseguir alivio mediante métodos tradicionales de curación habían fracasado. Mas cuando buscó la ayuda de un hombre de Dios, sanó instantáneamente. Ver Marcos 5:25–34;
Por un período aún más largo, treinta y ocho años, un hombre se vio afligido por una enfermedad que hizo de él un hombre débil y desvalido. Tenía que depender de otros para que lo ayudaran. Mas cuando alguien con autoridad espiritual se hizo cargo de su caso y le requirió que ejerciera el dominio que Dios le había otorgado, el hombre sanó. Ver Juan 5:29;
Otro era ciego de nacimiento. Su vida entera había transcurrido en la oscuridad. Su defecto aparentemente no tenía remedio en la terapéutica. Mas al obedecer las instrucciones de un hombre que vivía en oración, pudo ver. Ver 9:1–38;
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