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Cómo curar los sentimientos heridos cuando las opiniones difieren

Del número de marzo de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando se presenta el momento de decidir cómo se debe hacer algo, a menudo hay una amplia variedad de opiniones. Y muchas veces esto amenaza con romper amistades y el dulce sentido de unidad que puede hacer tan placentero el trabajar juntos.

La verdad espiritual básica es que es de la incumbencia de Dios gobernar, y Dios es Uno. Dios es la única Mente, y cada individualidad espiritual la refleja. La falsificación de esta Mente que es toda bondad se llama, en la Ciencia Cristiana, la mente mortal, o sea la mente carnal o material. Así como la Mente divina es una, así esta mente falsa es una, aunque parezca ser muchas.

De modo que siempre que las diferencias de opiniones amenacen con romper la amistad y la armonía, sería bueno que nos detuviéramos a considerar que el argumento puede ser sencillamente esta mente mortal o humana discutiendo consigo misma. A veces es de ayuda considerar el otro lado del asunto y ver cuán convincentemente se puede argüir ese punto de vista. Podremos prontamente apreciar la declaración de la Sra. Eddy: “Si examinamos nuestros procesos mentales, veremos que argüimos continuamente con nosotros mismos; sin embargo, cada mortal es una persona y no dos”.La Unidad del Bien, pág. 21;

Todo argumento se puede ver desde la perspectiva metafísica de que no es entre dos personas. Más bien, son dos posiciones de la mente humana. Usualmente una posición es mejor que la otra. Cuando apagamos el fuego en una situación impersonalizando el argumento, entonces todos quedan libres para aceptar la posición más elevada.

No queremos perder la vitalidad de una materia perspicazmente debatida. La agudeza mental que se requiere para explorar todas las facetas de una situación se verá finalmente manifestada en el mejor curso de acción, el que sea más correcto, el que sea más universal en sus bendiciones. No es necesario que las amistades se destruyan en este proceso.

Esto es cierto en las campañas políticas. Es un punto sobre el que se debe orar, que esa misma palabra —“campaña”— se usa para designar tanto una operación en el campo de batalla como un esfuerzo político. Puede que en la primera no dejen de haber víctimas, pero la segunda ciertamente puede estar libre de ellas, y nos atañe a todos orar para asegurar que sea así.

Cuanto más entendamos la existencia espiritual, tanto más el conocimiento y razonamiento de la única Mente divina desalojará y reemplazará a la mentalidad material. En realidad, cada uno en su verdadera identidad espiritual incluye y expresa este entendimiento espiritual.

Si una persona o muchas se ven envueltas en los excesos emocionales que los argumentos engendran, tan sólo una persona que se aferre a la verdad de que el Amor es Mente, que la Ciencia Cristiana enseña, puede hacer mucho para poner fin a las reacciones destructivas. A medida que insista en amar, no obstante lo que otros estén haciendo, estará expresando el Amor que es Dios. Ya que Dios es uno, el Amor es uno y solamente se puede expresar en unidad. No amamos a alguien indigno de ser amado; todo el mundo es digno de ser amado, ya sea que a nosotros nos parezca que lo es o no. Nuestra Guía, la Sra. Eddy, lo expresa de esta manera: “El Amor jamás pierde de vista la hermosura. Su aureola se posa sobre su objeto”.Ciencia y Salud, pág. 248; Cuando insistimos en amar, estamos en realidad insistiendo en el mérito de la persona que debemos amar.

Y cuando insistimos en expresar sabiduría e ideas correctas procedentes de la Mente divina, estamos realmente siendo receptivos a esas ideas. Pues la sola y única Mente no puede conocer oposición.

Pero si en cualquier momento nos permitimos expresar algo menos que amor, estamos permitiendo que a nosotros también se nos pueda expresar animosidad. La mente carnal imita la unicidad de la Mente divina.

Gran aflicción puede surgir cuando diferentes opiniones compiten por la aceptación popular, como durante el período de las elecciones nacionales. Esta aflicción puede ser prevista e impedirse en muchos casos por pensadores espiritualmente alertas que reconocen la unidad del verdadero ser.

Frecuentemente la función de una persona es la de sacar a relucir un aspecto diferente del asunto y, a veces, para que se pueda llegar a una posición justa e intermedia, asumir un punto de vista que no es el más popular. Pero ella no tiene que aferrarse a esa posición o limitarse a ese punto de vista. En la unicidad de su verdadero ser ella lo incluye todo, y esto se demuestra humanamente en un punto de vista más universal y en la capacidad para refrenarse de la mera opinión mortal. Razonar desde este punto de vista espiritual nos permite responder a las demandas de una situación variable sin tener que comprometer nuestra integridad. Nos mantiene en libertad de actuar de acuerdo con las revelaciones más elevadas del Cristo. Hace que nuestras opiniones sean más válidas y menos vulnerables a la necedad.

Cristo Jesús aceptó la enseñanza fundamental del Antiguo Testamento: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Deut. 6:4; Y explicó la aplicación práctica de esa enseñanza y su estipulación de este modo: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. Marcos 12:30, 31;

Es la unicidad implícita en estos mandamientos lo que subraya toda unidad y nos permite, a través del Cristo, vencer todo lo que aflija. Nuestra Guía, la Sra. Eddy, escribe: “En la Ciencia divina, Dios es Uno y Todo; y al gobernarse a Sí mismo, gobierna al universo”.Escritos Misceláneos, pág. 258.

Cualquier persona que mantenga su pensamiento en conformidad con la Ciencia divina encontrará, una vez se haya decidido un determinado asunto, que puede escapar de sentir el envanecimiento de ver realizado su deseo así como la desilusión de perder. En cierto modo se sentirá unido tanto con el victorioso como con el derrotado, y será más capaz de sanar los sentimientos heridos que no se hayan podido prevenir.

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