Cuando supe por primera vez de la Ciencia Cristiana, sentía temor de cualquier cambio. Estaba renuente a dejar los varios placeres materiales. Sin embargo, en Ciencia y Salud nuestra amada Guía, la Sra. Eddy, nos dice (pág. 452): “Cuando desechamos lo antiguo, no debiéramos temer de revestirnos de lo nuevo”. A medida que mi consciencia comenzó a espiritualizarse, me di cuenta de que los viejos caminos ya no eran para mí.
En algunas ocasiones la lucha con el yo mortal fue tremenda. Me reconfortó el recordar cómo Jacob había luchado con el ángel cuando dijo: “No te dejaré, si no me bendices” (Génesis 32:26). Siempre me mantuve firme a las verdades espirituales, y entonces fui bendecido por una victoria sobre la sugestión mortal que hacía ostentación como si fuera una realidad. Con el tiempo, aprendí a no consultar “con carne y sangre” (Gálatas 1:16), a abstenerme de recurrir al sentido material para mi felicidad y satisfacción.
A medida que reconocí mi ser perfecto espiritual como hijo de Dios, eliminé falsos rasgos de carácter tales como una extrema sensibilidad, odio y celos, los que me habían afligido desde mi niñez. El hábito de la bebida fue también vencido. ¡Qué agradecido estaba por haber encontrado esta nueva libertad!
Cuando comenzaba a estudiar la Ciencia Cristiana, una tarde salí en auto con nuestros hijos y los padres de mi esposa. Accidentalmente al cerrar mi suegra la puerta se le quedó agarrada la mano a nuestro hijo menor. El niño, cuyos dedos aún estaban aprisionados, gritó de dolor. Al principio, me sentí tentado a culpar a mi suegra, quien estaba tan afectada como yo. En vez de eso, vi esto como una oportunidad para aplicar las verdades que había estado aprendiendo. Después de liberar la mano de mi hijo, comencé a repetir “la declaración científica del ser”. Éste era un momento para demostrar: “No hay vida, verdad, inteligencia, ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo” (Ciencia y Salud, pág. 468). La totalidad de Dios, Espíritu, rodeando al hombre, Su imagen, se hizo cada vez más tangible. Después una inmensa ola de amor por los miembros de nuestra familia, y especialmente por Dios, me invadió. Las palabras son inadecuadas para expresar aquel sentimiento puro de tierno cuidado. No fue hasta mucho más tarde, cuando íbamos pacíficamente en el auto, que recordé el incidente. El niño no habló nuevamente del tema ya que había sanado completamente.
La Verdad divina me ha traído la libertad que yo siempre había buscado, incluso alivio de ansiedad general. Recientemente, mientras estaba leyendo un artículo en el Heraldo, escuché una sirena a la distancia. En el pasado, ese tipo de ruido me hubiera dejado un sentimiento de aprensión. Ahora, permanecí en calma, y como la sirena se acercaba, oré, afirmando la omnipotencia y omnipresencia de Dios. El artículo que estaba leyendo trataba justamente este tema. La sirena se oyó más fuerte, y pueden imaginarse mi sorpresa al ver el camión de los bomberos pararse frente a mi casa. Salí y vi que estaba empezando un incendio en un edificio industrial de mi propiedad que tengo alquilado. Ese edificio contiene material altamente inflamable, pero los bomberos no necesitaron entrar al establecimiento, ya que el fuego prontamente se apagó. Atribuyo esta pronta solución al hecho de que había estado espiritualmente alerta para orar eficazmente. “En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal” (Job 5:19).
En Eclesiastés leemos (3:1): “Todo tiene su tiempo”. Me di cuenta de que había un tiempo para familiarizarse con la Ciencia Cristiana y su Descubridora y Fundadora, la Sra. Eddy; un tiempo para comenzar a demostrar el Cristo sanador, la Verdad; un tiempo para afiliarse a una iglesia filial y a La Iglesia Madre; y un tiempo para recibir instrucción en clase de la Ciencia Cristiana. Cada uno de estos pasos fue como una piedra miliar que marcaba mi progreso espiritual, y algunos de ellos fueron dados sólo a medida que vencí la apatía, la indecisión y otras sugestiones limitativas.
Un creciente entendimiento de la realidad espiritual promueve mi gratitud a Dios por Cristo Jesús, el Modelo, y su consagrada seguidora, la Sra. Eddy. Las enseñanzas de Ciencia Cristiana nos dan una oportunidad sin igual para el progreso espiritual, y por ello yo estaré eternamente agradecido.
São Caetano do Sul, SP, Brasil