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Un nuevo punto de vista sobre la oración en pro del gobierno mundial

Del número de marzo de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Esta columna no es sólo para la gente religiosa, para quienes se dedican a orar por un gobierno más iluminado. “Las noticias: una perspectiva”, es también para quienes tienen, a veces, dudas sobre lo espiritual.

El Apóstol Pablo dijo: “A unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”. 1 Cor. 12:28; Es posible que nos consideremos sólo como “los que ayudan”; o como lo expresa The New English Bible “aquellos que tienen... habilidad para ayudar a otros...”; pero es posible que todos nosotros tengamos al menos alguna percepción intuitiva acerca de la realidad de las cualidades morales y éticas, y su eficacia en la escena mundial. La cuestión es: ¿Cómo pueden estas cualidades tener una influencia más decisiva para bien en los asuntos mundiales?

Por cierto que el amor se evidencia en todo el mundo, ya sea en el cuidado que se da a los refugiados o en el afecto maternal y paternal. Es evidente que la honradez existe. No siempre se manifesta, pero ocasionalmente sí vemos que una figura mundial personifica la integridad notablemente. Las cualidades humanitarias, sin embargo, no existen de por sí. Todo lo bueno que hay en ellas da testimonio de una realidad o Principio divino que está universalmente disponible, pero que es invisible para los sentidos físicos.

Quienes reconocen que este Principio infinito es capaz de expresarse más universalmente, pueden ir más allá. Pueden pensar en dedicarse a la oración cristianamente científica que persistentemente reconoce la soberanía del Amor infinito y la ineficacia de su opuesto. Mediante la acción de la ley divina, esta soberanía tiene que evidenciarse más sobre la tierra. Esta oración tiene un efecto en el que ora, porque la acción de la ley de Dios necesariamente transforma a quien la afirma y la discierne. ¿Y acaso no tiene que tener esta oración el efecto de promover el altruismo y la misericordia entre la gente de todo el mundo, incluso entre quienes están en el gobierno?

Este concepto de la oración puede ser un comienzo vital para la curación de un mundo enfermo y el alivio de sus tensiones. Cuando la gente empieza a orar habitualmente de esta manera, se dan cuenta de que se elevan mentalmente de un anhelo por una justicia mayor a una certeza de que los elementos de la justicia caracterizan, constituyen en realidad, todo lo que realmente existe. Es posible que hasta tengan un conocimiento moderado de que no son ellos los que están “utilizando” estas cualidades, sino que el Espíritu mismo, por medio del Cristo, la Verdad, las “usa” útilmente.

De modo que se puede comenzar un nuevo punto de vista acerca de la oración, afirmando que la base de la moral y la ética — el Principio divino, el Amor — es real y universal. Esta oración abre el pensamiento a la dimensión más profunda de la inspiración.

Esta manera de orar, sencilla y razonable, prepara el camino para adoptar medidas progresivas en la vida diaria y en el gobierno ya sea nacional o internacional. Debido a que el Espíritu es universal, mueve a todo corazón mediante su acción; y la oración científica que revela esta verdad actúa como agente clarificador aun para los problemas del mundo en los cuales no estamos directamente comprometidos.

En un tributo a un oficial gubernativo, la Sra. Eddy escribe: “¿Qué no pueden lograr el amor y la justicia en bien de la raza humana? Todo lo que puede realizarse, y mucho más de lo que la historia todavía no ha registrado. Todo el bien que alguna vez se haya escrito, enseñado o forjado viene de Dios y de la fe humana en la justicia. Mediante el Amor divino se asimila el gobierno justo, se señala el camino, se acorta el procedimiento y se consuma el gozo de haberse sometido a él”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 292.

Es la esperanza del Heraldo que quienes sostienen la ley científica y cristiana simplemente valorizando las cualidades éticas y morales; y quienes se arrodillan en oración; y quienes tocan la tierra con su rostro en santa súplica — así como aquellos que cierran sus ojos para serenamente afirmar la verdad espiritual como es revelada en la Ciencia Cristiana — se unan todos en silencioso deseo y valor para que reine la justicia y sean bendecidos los gobernados. El deseo de recurrir a la Deidad y la humildad al hacerlo nos permiten aprovechar el poder ilimitado del gobierno divino, y abren el sendero para que se reconozcan las verdades absolutas y eternas acerca de Dios y del hombre, y para que éstas lleguen a ser la base sobre la cual podamos demostrar la invariable presencia divina.

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