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La única jurisdicción es la de la Mente

Del número de marzo de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué tiene autoridad sobre usted?

Una mayor comprensión de la verdadera jurisdicción mitigará muchos problemas. La falta de comprensión de lo que constituye la verdadera jurisdicción abre las puertas a muchos problemas.

El hecho eterno es que el hombre pertenece a la Mente. La creación y toda su actividad pertenecen a la Mente. La totalidad del ser expresa la Mente y está sujeta al gobierno de la Mente, a su soberanía.

La realidad es espiritual. El hombre es espiritual porque la Mente es Espíritu. La consciencia divina establece sus ideas ajustándolas a sus propósitos y naturaleza. Todo ser real es mantenido eternamente dentro de la jurisdicción de la Mente. Todo está bajo el gobierno y dirección de la Mente única.

En nuestra vida diaria, todos somos regidos por alguna clase de autoridad. En el seno familiar generalmente se aceptan esferas de responsabilidad. Un negocio con una concesión o un vendedor pueden tener jurisdicción sobre cierta zona. Los vecinos tienen jurisdicción sobre sus respectivos terrenos. Las naciones establecen sus dominios dentro de ciertas fronteras determinadas. Y se está acercando rápidamente la época en que lo referente a la jurisdicción en el espacio se convierta en asunto de gran importancia. Pero todo ejercicio de control es frágil cuando se considera que la jurisdicción es personal, que depende de las pretensiones de una persona, de un negocio o de una nación.

La verdadera jurisdicción pertenece a la Mente, no a personas. Un enfoque personal sobre la jurisdicción abre paso a conflictos, desacuerdos, discordias. Por ejemplo, cuando dos países se disputan límites fronterizos, una parte elemental del problema es el no vislumbrar la jurisdicción de la Mente. El resultado puede ser temor y hostilidad. Pero los que comprenden que Dios lo es Todo pueden contribuir a cambiar el equilibrio del poder, sometiendo los asuntos humanos al gobierno supremo de la Mente. A medida que la consciencia humana cede a esta supremacía, el resultado es una solución adecuada. Si los que disienten se aferran a un sentido personal de control, su proceder será en oposición a la autoridad de la Mente. Si bien el resultado puede que parezca ser un conflicto entre personas, el quid de la dificultad estriba en no someterse a la causa y efecto sanadores de la jurisdicción de la Mente. La Sra. Eddy escribe: “La jurisdicción real del mundo radica en la Mente, gobernando todo efecto y reconociendo que toda causalidad está establecida en la Mente divina”.Ciencia y Salud, pág. 379; Las relaciones — familiares, comerciales y hasta internacionales — serán más duraderas y estables cuando renunciemos a la creencia de que la autoridad a la que estamos sujetos se basa en el concepto de la gente en lugar de basarse en Dios. El verdadero índice de estabilidad es la disposición de la gente para reconocer que la Mente mantiene jurisdicción sobre toda actividad, y someterse a este hecho.

El tema de la jurisdicción va más allá de nuestras relaciones con los demás. Todo individuo puede establecer inteligentemente su libertad con independencia de cualquier sistema que erróneamente pretenda tener jurisdicción sobre su vida. Sin una resistencia consciente podemos, en efecto, estar consintiendo a tal dominio.

La astrología es un sistema de creencia humana que pretende tener jurisdicción sobre la vida de las personas. Pero sólo la Mente gobierna al hombre. La astrología pretendería establecerse a sí misma destronando la Ciencia de la Mente. Afirmaría que nuestra vida está gobernada por la posición relativa en que se encontraban las estrellas y los planetas en el momento de nuestro nacimiento. Los que son lo suficientemente sabios como para negar el nacimiento mortal en vez de festejarlo, y entienden que el hombre es una idea espiritual que por siempre expresa a la Mente, socavan las creencias en la astrología. El reconocer específicamente la relación permanente y perfecta del hombre con la Mente nos trae al ámbito de la verdadera jurisdicción y nos protege de las falsas pretensiones de tales creencias mortales organizadas.

Las creencias médicas se arrogarían la jurisdicción — si lo permitiésemos — sobre nuestra vida. La oficina del Comité de Publicación, al buscar para los Científicos Cristianos exención de leyes médicas obligatorias, puede ser de gran ayuda para quienes confían en la Ciencia Cristiana para la curación. Pero el Científico Cristiano tiene individualmente que dar el paso siguiente y más importante que es el de buscar exención de la influencia médica que adjudica enfermedades al hombre.

Aunque un sistema de medicina material pueda considerarse un detector del desarrollo y propagación de la enfermedad, en realidad lo que hace es preparar, trazar y promover el camino para la enfermedad. Las predicciones relativas a condiciones hereditarias, contagio y porcentaje de diversas enfermedades de acuerdo con el número de la población, pueden refutarse rechazando la supuesta jurisdicción de los conceptos médicos y reconociendo que moramos en la soberanía de la medicina de la Mente. Cuando no desafiamos la pretensión de que la medicina material en lugar de la Mente tiene la jurisdicción sobre nuestro cuerpo, la curación puede obstruirse. La Sra. Eddy explica: “La razón por qué tanto el pecado como la enfermedad sean difíciles de curar es que la mente humana es la pecadora, la cual es aversa a corregirse y cree que el cuerpo puede enfermarse con independencia de la mente mortal, y que la Mente divina no tiene jurisdicción sobre el cuerpo”.ibid., pág. 218;

A un nivel más profundo, una libertad que debiera ser valiosa para toda persona es su libertad religiosa. La libertad de recurrir a Dios, y de comprenderlo a Él correctamente, no se viola cuando se reconoce la verdad de que pertenecemos a la Mente. Estamos bajo la jurisdicción de la Mente, nunca bajo la jurisdicción de influencias teológicas falsas. Al enfrentar tales influencias que pretenden ejercer control mental, el Científico Cristiano responde solamente al Cristo, a la verdadera idea de Dios. Se da cuenta de que mentalidades personales o conceptos teológicos falibles no están investidos de gobierno alguno. Comprende que su libertad no radica en desafiar a personas, sino en desafiar aquello que Pablo denominó “principados”, o sea, pretensiones ilegales de jurisdicción, que interferirían con nuestra lealtad a lo espiritual. En un mensaje a los efesios, Pablo dice: “No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efes. 6:12; En un mensaje a sus seguidores, la Sra. Eddy escribe: “El orgullo de la posición o del poder es el príncipe de este mundo que no tiene nada en Cristo”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 4.

Nos elevamos por encima de las discordancias de la mortalidad al rehusar ser neutrales o simpatizar con cualquier pretensión que sugiera que el hombre está gobernado por alguna forma de mentalidad material. El hombre está sujeto a la Mente. Día tras día podemos aumentar nuestra comprensión de que nuestra vida, nuestra salud, toda actividad, están dentro de la jurisdicción de la Mente divina.

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