Los lunes temprano por la tarde, el Sr. Ramírez pasaba a buscar a Sara para llevarla a su casa donde ella cuidaba de la hijita de él. Sara iba tres o cuatro veces por semana a cuidar de la niña de la familia Ramírez.
Ese lunes el Sr. Ramírez llegó un poco más tarde que de costumbre, con un semblante preocupado. Explicó que había estado buscando a Greyling, el gato gris, de pelaje espeso, de los Ramírez, que desde el jueves por la tarde no había regresado a su casa. Los Ramírez estaban bastante preocupados pensando que tal vez Greyling no podría encontrar el camino de regreso. Ellos se habían mudado hacía poco tiempo a un departamento nuevo en un complejo de edificios que eran todos iguales y rodeados de extensos campos de maíz.
Durante el trayecto hacia la casa de los Ramírez, Sara trató de tranquilizar al Sr. Ramírez. Le dijo que estaba segura de que Greyling estaba bien, y que regresaría de un momento a otro. Deseaba llegar cuanto antes al departamento para poder pensar con tranquilidad durante algunos momentos acerca de la situación.
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