La vista es una facultad eterna de la Mente infinita, Dios. No es ni orgánica ni transitoria. El hombre, por ser la idea de Dios, está dotado de este discernimiento claro, definido y permanente.
La vista es la actividad de la consciencia divina que todo lo ve. Esta facultad está incluida en la omniacción de Dios. Su alcance es infinito, expresa la omnipresencia de la Mente; su claridad refleja el resplandor de la Verdad; su enfoque manifiesta la precisión invariable del Principio divino; y su permanencia está basada en la perpetuidad del Ego único. Por lo tanto, la visión verdadera manifiesta el alcance, la claridad, el enfoque y la perpetuidad de la consciencia divina.
La Mente inmortal es la única causa, la cual existe por sí misma y se expresa a sí misma en el hombre y en el universo. Las ideas de la Mente existen dentro de la consciencia divina; nunca pueden estar fuera de ella. La naturaleza de cada idea, su sustancia y forma, es concebida y mantenida por la Mente. El creador está eternamente consciente de toda idea, tanto en el aspecto general como en el del más delicado detalle de su identidad.
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