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Las responsabilidades del practicista de la Ciencia Cristiana

Del número de junio de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El practicista de la Ciencia Cristiana tiene la gran y fundamental responsabilidad de reconocer la habilidad de Dios para sanar el caso que tenga a mano. La Sra. Eddy dice: “La Verdad produce el efecto, y tenéis que entender y obedecer el Principio divino de vuestra demostración”.Ciencia y Salud, pág. 456.

El practicista tiene que discernir la Verdad eterna, la cual “produce el efecto”. Tiene que aceptar la Verdad y estar agradecido de ella, tiene que reconocerla y experimentarla. De ese modo la demuestra.

No trata de hacerse cargo del lugar de Dios y hacer él mismo la curación; más bien, él es el divinamente designado para atestiguar la obra que Dios, la Verdad, está siempre haciendo mediante el Cristo, la idea verdadera. Le es tranquilizador y fortificante afirmar en las palabras de Job: “[Dios] llevará a efecto lo que está ordenado para mí; y muchas cosas parecidas a estas tiene en su mente”. Job 23:14 (según Versión Moderna). Y en las palabras del Salmista: “Clamaré a Dios, el Altísimo, al poderoso Dios que lo cumple todo por mí”. Salmo 57:2 (según Versión Moderna).

La manera de vivir y la práctica consecuentes

Darse cuenta de esto, es particularmente inspirador para el practicista que está procurando, sin reservas, no sólo comprender el Principio divino de su demostración, sino obedecerlo viviendo de acuerdo con la ley de Dios que sana. Es un gran alivio ser completamente honrado en toda forma, estar completamente de acuerdo con toda la verdad. Uno ve en la práctica de la Ciencia Cristiana que no puede probar y demostrar una verdad en bien de un paciente o de sí mismo a menos que permanezca en ella, es decir, que viva de acuerdo con esa verdad. Tenemos que vivir una verdad para poder demostrarla.

Por otra parte, no podemos aprender más de la Ciencia Cristiana sin poner en práctica lo que ya sabemos de ella. La necesidad de practicar la verdad es obvia a la luz de la manera en que la Sra. Eddy define la Ciencia Cristiana: “Como la ley de Dios, la ley del bien, que interpreta y demuestra el Principio divino y la regla de la armonía universal”.Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 1.

Toda desviación de esta ley, o fracaso en acatarla, nos hace perder, en igual proporción, nuestra habilidad para demostrarla. No podemos engañar a Dios. Él es omnipresente y omnisciente. Su ley es omniactiva y autocompulsiva. Una desviación de Su ley es una desviación de lo divino y hace perder el derecho al poder divino. No hay lugar para mentirillas u otra clase de mentiras bajo la ley de Dios. La Sra. Eddy dice suscintamente: “La falta de sinceridad destruye la habilidad para curar mentalmente”.No y Sí, pág. 2.

La manera de pensar y la práctica consecuentes

De manera que todo individuo que fielmente trata de probar, mediante su práctica, que la Ciencia Cristiana realmente cura, se impone la regla de esforzarse por ser completamente sincero en todo lo que haga. Moral, social y comercialmente, en todo. Hay una buena prueba para demostrar cuán fielmente estamos manteniendo consecuentemente nuestra manera de pensar con lo que sabemos de Ciencia Cristiana. Preguntémonos si tuviéramos que cambiar nuestra manera de pensar acerca de cualquier persona — cualquiera — si de pronto recurriera a uno pidiéndonos que oráramos por ella, que le diéramos tratamiento. Hagamos la prueba.

Lo ideal sería que nuestro pensamiento acerca de todo y de cada uno estuviera tan de acuerdo con la ley de Dios, expresando de tal manera las cualidades del Cristo, que siempre tuviera un impacto sanador. Entonces todos sentirían la bendición de nuestro pensamiento al pensar en ellos. ¡Y la vida sería tan diferente para nosotros y para los demás! Estaríamos realmente viviendo la ley de Dios como la expresión y actividad de esa ley. Entonces las limitaciones acerca de la curación que podríamos hacer y la rapidez con que podríamos trabajar y sanar, serían eliminadas; pues la ley de Dios está basada en la Verdad que ya es verdad, y que no tiene que hacerse verdadera.

Lo que se espera del tratamiento

Hasta el más experimentado de los practicistas no espera lograr la total ascensión del paciente mediante el tratamiento. Es sorprendente, pero muy pocos pacientes esperarían ese resultado. Pero es importante esperar que el resultado de cada pedido de tratamiento sea una completa y perfecta curación. Esto es especialmente verdadero si el caso parece lento en ceder y se necesita un trabajo largo y continuo. Trabajando sobre la base de que el tratamiento es la ley de Dios en acción, el practicista fiel procura obedecer el Principio divino y hacer del tratamiento no sólo uno que sea constantemente nuevo y vivificante, sino el mejor de los tratamientos que jamás haya dado. Sin embargo, hay que estar contento y deseoso de continuar trabajando en tanto que el Amor dirija.

El practicista jamás, y de ninguna manera, intenta aferrarse al paciente, como tampoco le hubiera pedido al paciente que recurriera a él en primer lugar. Un practicista que realmente comprende el Principio y lo obedece, tiene cuidado de jamás decir o hacer algo meramente con el propósito de atraer pacientes. Y si el paciente deseara trabajar él mismo en su favor o recurrir a otro practicista, le facilita y le hace agradable tomar esta decisión. Al hacerlo, el paciente debe sentir, con razón, que cuenta con la más sincera buena voluntad del practicista y sin la más mínima irritación del sentido personal. El practicista debe evitar toda violación de confianza, incluso la divulgación de la identidad del paciente. Y sería mejor que el paciente fuera discreto y no divulgara la identidad del practicista.

La pregunta sobre por cuánto tiempo debiera continuar el tratamiento cuando la curación no se ha evidenciado aún, queda enteramente a discreción tanto del paciente como del practicista. Si el practicista siente que el paciente considera que depende personalmente de él, entonces esta situación tiene que ser sanada y aclarada en el tratamiento o el paciente debiera ser alentado a recurrir a otro practicista. La curación viene de la ley de Dios, y no de un practicista personal.

¿Cuánto tiempo debe dedicarse al tratamiento?

Todo practicista merecedor del nombre, debe estar seguro de que dedica bastante tiempo a su práctica. La dedicación del tiempo suficiente tiene que ver no sólo con la preparación de un programa completo, de manera que sus otras actividades no impidan la fiel actividad de su práctica, sino también hay que dar amplia atención al trabajo para cada paciente.

¿Cuánto tiempo debiera dedicar un practicista al tratamiento de un paciente? Hasta que pueda percibir que el paciente ha sentido el toque del Amor divino, ya sea que esto lleve un momento u horas. Algunos casos ceden rápidamente, cuando el poder del Amor divino se evidencia instantáneamente y la curación se efectúa de inmediato. En otros casos, el practicista bien puede continuar con el caso en tratamiento silencioso o incluso estar a la cabecera de la cama del paciente hasta tener la seguridad espiritual de que la obra del Amor ha sido completa. Si bien la mayoría de los tratamientos hoy en día se dan, probablemente, en respuesta a un llamado telefónico o a una carta, el practicista debiera estar dispuesto a ver personalmente al paciente, ya sea en su oficina o, cuando fuere conveniente, en la casa del paciente. En cada uno de los casos el propósito será el de elevar el pensamiento del paciente y adelantar la curación, más bien que hacer una visita agradable o satisfacer el sentido personal.

Honorarios de la práctica

Con una gran comprensión de la práctica, que demostró más que ninguna otra persona, la Sra. Eddy ha establecido reglas específicas para los practicistas de la Ciencia Cristiana, detallando sus responsabilidades espirituales. Entre otros pasajes, los de las páginas 8 hasta la 17 de Rudimentos de la Ciencia Divina son particularmente útiles al respecto. En la página 14 de dicho libro, la Sra. Eddy establece que los Científicos Cristianos tienen que dar a Dios todos sus servicios. “Para hacer esto”, dice, “deben en la actualidad fijar una cuota adecuada por sus servicios, y luego concienzudamente ganar sus honorarios, practicando estrictamente la Ciencia Divina, y sanando a los enfermos”.

Y en otra ocasión dice: “Los practicistas de la Ciencia Cristiana debieran cobrar por su tratamiento lo mismo que lo que cobran médicos respetables en sus respectivas localidades”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 237. Los practicistas honrados cobran lo suficiente y realmente hacen el trabajo. En ciertos casos es posible que reduzcan la suma total de sus honorarios, pero no existen precios de competencia o cualquiera otra forma de competencia en la práctica de la ley de Dios de armonía y de amor abnegado y universal.

La verdadera recompensa del practicista

El practicista ocupa la profesión más elevada que conoce la humanidad, pero no sigue esta profesión por dinero, fama o poder. Está bajo el servicio de Dios y a la manera de Dios. Este servicio indica su crecimiento espiritual y progreso. Se abren nuevas vistas espirituales a medida que el practicista comprende cada vez más el Principio divino de su ser y lo obedece en su manera de vivir tanto como en su práctica. Despierta a la radiante belleza, delicia y tangibilidad del ser espiritual que vienen a medida que se une cada vez más en su manera de vivir y en su práctica, a la actividad en desarrollo de la ley de Dios. Ésta es la más rica y verdadera recompensa de su práctica. Le encanta amar.

No hay camino de entrada al reino de los cielos excepto mediante la práctica de la Ciencia Cristiana como le fue divinamente revelada a la Sra. Eddy. Nuestro crecimiento y desarrollo espirituales brotan y desbordan a medida que nuestra manera de vivir y nuestra práctica concuerdan con el Principio que es el Amor.

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