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Dios y el gobierno

Del número de octubre de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“El gobierno del Amor divino es supremo” escribe Mary Baker Eddy. Y continúa diciendo: “El Amor gobierna el universo, y su edicto ha sido proclamado: ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí’ y ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’ ”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 278. He aquí un elevado concepto de gobierno, y el contexto en el que figura esta afirmación establece con claridad que este mandato puede aplicarse específicamente a los gobiernos de las naciones.

Al vislumbrar en parte lo que significa que “el gobierno del Amor divino es supremo”, podemos considerar a nuestros gobiernos con mayor esperanza y orar más eficazmente. Todo debe someterse a la supremacía del Amor.

La innata percepción que poseen los mortales de que hay una autoridad que está fuera de su control personal, y lo que saben de esta Autoridad Suprema, es lo que determina, en gran medida, sus gobiernos. Desde cierto punto de vista, podríamos decir que la tentativa por formar un gobierno es a menudo un reconocimiento de que existe una autoridad universal que puede ser demostrada. Hasta podríamos decir que la obediencia a un gobierno justo puede ser un medio de honrar a la Autoridad Suprema, o Dios. Por cierto que la desobediencia a la autoridad legítima para obtener privilegios y placeres personales pone en juego cualidades inmorales como el egoísmo, la falta de honradez y la arrogancia, y deshonra a Dios.

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