Pregunta: Algunas personas dicen que la Ciencia Cristiana no es en realidad cristiana, porque tiene un enfoque filosófico y abstracto y Dios es considerado como un principio frío e impersonal al que realmente no se puede amar, en el que no se puede confiar o al que no se puede recurrir en busca de consuelo.
Respuesta: ¿Podría haber un concepto de Dios menos frío o abstracto que el expresado por la Sra. Eddy en su Discurso en el Día de Comunión, pronunciado en La Iglesia Madre en 1896: “Pues ‘¿qué dios es grande como nuestro Dios?’, inmutable, del todo sabio, del todo justo, del todo misericordioso; la Vida, la Verdad y el Amor, que ama y vive por siempre; que consuela a los que lloran, que abre la puerta de la prisión a los cautivos, que cuida del polluelo y que se compadece más de lo que se compadecería un padre; que sana a los enfermos, limpia a los leprosos, resucita a los muertos y salva a los pecadores”? Escritos Misceláneos, pág. 124.
En efecto, la Ciencia Cristiana sí rompe decisivamente con el antiguo concepto antropomórfico de que Dios es un ser mutable que ama, odia y causa terribles sufrimientos a Sus criaturas. Y los Científicos Cristianos no sienten sino gratitud por haber sido liberados de ese punto de vista tan circunscrito que considera a Dios como algo menos que bondad absoluta; punto de vista que ni consuela, ni sana, ni redime. Ellos, en efecto, ven a Dios como el infinito Principio divino, el Amor, y al mismo tiempo lo ven como el Padre y la Madre del universo, del que Santiago pudo decir: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Sant. 1:17.
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