Cuando en retrospección uno se admira por qué razón
Sucedieron las cosas — por qué uno vino aquí y no fue allá,
Hizo aquello y no esto — ¿podrían la elección o circunstancia
O años vacíos, rehacer el carácter?
¿No estaba el modelo ya diseñado, no existía ya el propósito,
Emergiendo lentamente hasta ser visto con claridad?
Pero visto más estrechamente, cuando en sincera oración
Uno buscó saber la voluntad de Dios, reconoció Su propósito.
Tal como Noé se asentó sobre Ararat,
Liberando tiernos deberes con un suspiro
De sincero gozo y alabanza, así responde el pensamiento al mandato de Dios: “Fructificad... multiplicaos”.
Deja la duda y oscuridad por la luz del día,
Escuchando una palabra tras de ti: éste es el camino.
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