¿Es su hogar un refugio, un lugar donde abundan la cordialidad y el afecto? ¿Se siente usted en libertad de expresar su individualidad, de decir lo que piensa sin temor a represalias o a la condenación? Una respuesta sincera a cada una de estas preguntas nos ayudará a juzgar dónde estamos con respecto a la convicción que la Sra. Eddy tenía de que: “El hogar es el lugar más querido de la tierra, y debería ser el centro, mas no el límite, de los afectos”.Ciencia y Salud, pág. 58.
Un hogar en donde se dispensa el afecto con entusiasmo, tanto a amigos como a miembros de la familia, es bendecido y es una bendición. Sirve como foro donde compartir y como abrigo contra las cargas del mundo. Pero para experimentar este ideal, debemos aprender algo acerca de las cualidades espirituales que constituyen el “hogar” de la creación de Dios.
La Ciencia Cristiana revela el hecho de que el hogar es en realidad una idea divina, una manifestación individual de Dios, la Mente divina. Como tal, está compuesto de infinitas cualidades espirituales. Incluye la pureza, la justicia, la inviolabilidad y el amor espiritual. El verdadero hogar excluye cualquier clase de discordancia.
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