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Enseñando a nuestros hijos valores espirituales

Del número de octubre de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Podemos enseñar a nuestros hijos valores y normas prácticas que los capaciten para encarar los problemas de la vida. Los padres no tienen por qué pensar que las incertidumbres y peligros de la manera moderna de vivir son más fuertes que los recursos disponibles de Dios. Como el Padre-Madre verdadero de todos nosotros, Dios da la mejor de las ayudas en la crianza de un niño. Los padres pueden aprender a encontrar las verdades apropiadas para sus hijos y para ellos mismos, las verdades que son las raíces mismas de la honradez, la pureza, la inteligencia, así como de la salud y el vigor.

Los libros de texto que nos guían en esta paternidad práctica son la Biblia y su intérprete espiritual, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Y el punto de partida esencial que la Biblia ofrece es la verdad — discernible como un hecho espiritual ahora — que todos nosotros tenemos un Padre, el Padre celestial que nos crea y nos alimenta espiritualmente, que atiende a todas nuestras necesidades, dirigiéndonos, protegiéndonos y gobernándonos. Esta revelación de la paternidad de Dios se va haciendo más clara a través de las Escrituras hasta que alcanza su culminación en la vida y enseñanzas de Jesús. La Biblia también da a entender que todas las cualidades de maternidad que atesoramos vienen de Dios. Por ejemplo, el profeta representa a Dios cuando dice: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”. Isa. 66:13.

Los padres que espiritualmente tienen éxito constantemente se colocan y colocan a sus hijos bajo el cuidado del único Padre celestial. Se esfuerzan por expresar en su vida las cualidades que vienen de Dios y que de hecho son del hombre como reflejo de Dios. Toman como su norma de pensamiento y conducta los Diez Mandamientos y el Sermón del Monte. La obediencia a estas enseñanzas capacita a los padres para enseñar a sus hijos a que conozcan y obedezcan las leyes de Dios.

El punto de vista común — que todo mortal es una combinación de mente y cuerpo, separado de Dios y actuando independientemente sobre la base de un punto de vista de la vida severamente limitad — tiene que ser rechazado. Reemplazamos este falso concepto con una comprensión más elevada de Dios como Espíritu puro y del hombre como obediente linaje de Dios. Este cambio de consciencia viene gradualmente, y cada punto de vista más elevado del ser verdadero trae progreso y curación. Los niños son especialmente receptivos a la verdad de su identidad espiritual gobernada por Dios.

Un niño jamás es demasiado joven (o demasiado maduro) para comprender las verdades espirituales y ser sanado por ellas. Al comprender que mi bebé recién nacido era realmente la idea espiritual completa de Dios, que expresaba la perfecta inteligencia de Dios, la Mente paterna, comencé a decirle oraciones en voz alta y traté de estar siempre consciente de su inherente madurez espiritual. Cuando la nena cumplió un año, una noche ella me había estado escuchando mientras yo leía partes de la Lección Bíblica de esa semana en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Después la nena, en su manera de hablar de bebé, indicó que ella había entendido que el amor de Dios estaba presente con todos. A la mañana siguiente tuvo una maravillosa curación de una dificultad física molesta. Inmediatamente tomó un ejemplar de Ciencia y Salud y me lo trajo diciendo: “Dios”. Me pareció que ella sabía que Dios la había sanado y que el libro de texto de la Ciencia Cristiana enseñaba la naturaleza de Dios.

Padres e hijos van juntos en el mismo camino, aprendiendo la totalidad e infinitud del bien y la nada del mal. Este despertar es descrito por la Sra. Eddy como “el nuevo nacimiento”, y nos da discernimientos inspirados sobre ese tema: “El nuevo nacimiento no es obra de un momento. Empieza con momentos y continúa con los años; momentos de sumisión a Dios, de confianza como la de un niño y de gozosa adopción del bien; momentos de abnegación, consagración, esperanza celestial y amor espiritual”.Escritos Misceláneos, pág. 15.

A medida que crecen los niños, pueden aprender muchas lecciones diferentes. Pueden aprender a decir “no” a las lastimaduras y enfermedades porque Dios no las hizo. Los niños pueden apartarse cada vez más del concepto físico de la vida y dirigirse hacia la Verdad, Dios, y así adquirir creciente dominio y paz espirituales. Pueden aprender a compartir, porque el amor de Dios da lo suficiente a todos, y a nadie le falta nada ni nadie queda fuera. En la escuela pueden aprender que Dios es la única Mente y que Él da ideas nuevas e inteligentes al hombre. Los jovencitos pueden aprender a identificar a sus maestros y a todos los niños como incluidos en la creación de Dios.

A medida que se amplían los horizontes de un niño o niña, él o ella tiene que aprender a resistir las falsas influencias mentales. Éstas pueden encontrarse en conversaciones que pasan de un amigo a otro sobre nociones equivocadas pero extensamente aceptadas. La televisión, los periódicos, los libros de historietas cómicas y las revistas también presentan falsos conceptos del hombre; lo describen como nacido materialmente, que muere materialmente, que está propenso a la violencia, que es presa del peligro y la enfermedad. Un niño o niña puede ser resguardado eficazmente de tales sugestiones falsas y dañinas si se le ha enseñado mediante el ejemplo de los padres a obedecer esta enseñanza de la Sra. Eddy: “El único camino que seguir es el de tomar una actitud antagónica contra todo lo que se oponga a la salud, la santidad y la armonía del hombre, la imagen de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 392.

Hay muchas maneras de ayudar a nuestros hijos a crecer espiritualmente. Orando con ellos por la noche y por la mañana cuando son pequeños, cuidando que nuestras oraciones sean nuevas y sinceras en lugar de rutinarias, les proporciona las señales espirituales que necesitan cada día. A medida que crecen, somos guiados mediante la oración y percepción de sus necesidades presentes a compartir con ellos diariamente algunas de las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Con frecuencia es provechoso escuchar cómo otros niños han resuelto sus problemas, mediante los artículos para niños en el Christian Science Sentinel y en El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Los libros, “cassettes” y discos para niños producidos por La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana pueden inspirar y sanar. Pero por sobre todas las cosas es la práctica constante de lo que predicamos lo que ayuda a nuestros hijos.

Si persistiera alguna dificultad, ésta puede ser una oportunidad en la que aprendemos más, a medida que continuamos con nuestras fieles oraciones. Y cuando logremos la victoria, entonces tanto nosotros como nuestros hijos veremos más del Ser divino. Cristo Jesús dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Mateo 7:11.

Las respuestas a nuestras oraciones pueden no venir de la manera en que las esperamos, pero de seguro vendrán a medida que persistamos en la educación espiritual.


Instruye al niño en su camino,
y aun cuando fuere viejo
no se apartará de él.

Proverbios 22:6

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