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"Tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas y mis...

Del número de octubre de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas y mis pies de resbalar” (Salmo 116:8). Apenas comenzaba a conocer algo de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) mediante la lectura del Christian Science Sentinel y otras publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, cuando fui a hacerme el examen médico anual. El doctor me dijo que tenía cáncer en una etapa avanzada y me informó que probablemente no viviría más de cinco años.

Debido al gran temor que sentía y a que sabía muy poco de la Ciencia Cristiana, decidí recibir los tratamientos médicos que me recomendaron. Después de someterme a varias intervenciones quirúrgicas de menor importancia, además de recibir los tratamientos de radio y cobalto, no había mejorado nada. En realidad mi salud empeoraba paulatinamente. Entonces un día, después de una dolorosa estadía en el hospital, decidí confiar enteramente en la Ciencia Cristiana. Sabía que de alguna manera ésta me sanaría. Las palabras de Mary Baker Eddy en el Himno 253 (Himnario de la Ciencia Cristiana) fueron de enorme ayuda para mí en esos momentos:

A Cristo veo caminar,
venir a mí
por sobre el torvo y fiero mar;
su voz oí.

El Cristo, la Verdad, por cierto que vino a mí, me habló y me sanó. La curación no se produjo fácilmente. El dolor era intensísimo, y muchas veces sentí que me iba a morir. Pero finalmente empecé a ganar terreno.

En distintas ocasiones tuve la ayuda de practicistas de la Ciencia Cristiana y de varios queridos amigos. También empecé a estudiar a fondo la Ciencia Cristiana y muchas veces estudiaba durante toda la noche. Poco a poco comencé a captar el significado de lo que estaba leyendo en la Biblia y en las obras de la Sra. Eddy.

Una de las primera cosas que aprendí fue que Dios es Amor eterno y que el hombre es Su expresión inmortal. Mi verdadera individualidad nunca había sido otra que la imagen perfecta de Dios. Comprendí entonces que el problema no era físico sino mental. Como dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 411): “El estado mental es llamado estado material. Todo lo que se abrigue en la mente mortal como condición física se proyecta sobre el cuerpo”. La verdadera curación se lleva a cabo en la consciencia.

Esta declaración de la Sra. Eddy es muy alentadora (Escritos Misceláneos, pág. 15): “El nuevo nacimiento no es obra de un momento. Empieza con momentos y continúa con los años; momentos de sumisión a Dios, de confianza como la de un niño y de gozosa adopción del bien; momentos de abnegación, consagración, esperanza celestial y amor espiritual”.

Al poco tiempo de haber iniciado este estudio tuve la oportunidad de trabajar en un lugar donde tenía compañeros Científicos Cristianos. Ellos fueron pacientes conmigo y me ayudaron. Se tomaron el tiempo necesario para explicarme esta Ciencia. Empecé a sentir y a ver una vida nueva.

Muchos falsos rasgos de carácter que había manifestado desde hacía mucho tiempo, como el egoísmo, el resentimiento y la justificación propia fueron desarraigándose gradualmente. Cuando vi lo carente de poder que es la pretensión llamada cáncer, perdí todo el temor y empecé a manifestar más amor, gozo y gratitud; sentí que estaba realmente viviendo en la atmósfera del Amor. Entonces fue cuando la curación se efectuó.

Después de esto, mi hija y yo nos hicimos miembros de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y de la Iglesia Madre. Mi esposo había estado muy opuesto a la Ciencia Cristiana, pero después de ver esta curación tanto él como mi hijo comenzaron a estudiarla y ahora son sinceros estudiantes.

Esta curación se efectuó hace casi ocho años. Probablemente no estaría con vida hoy a no ser por la Ciencia Cristiana. Nos ha dado un hogar y un matrimonio mucho más felices. Sin embargo, más que nada, estoy agradecida por la regeneración espiritual que la Ciencia Cristiana me ha traído y por haber adquirido una consciencia más viva del verdadero ser del hombre que existe en el Espíritu, Dios.


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