El propósito de una conferencia sobre Ciencia Cristiana es iluminar al público en cuanto a lo que es la Ciencia Cristiana, dar respuesta a las condenaciones que se le hacen y comunicar los hechos de la vida de su Fundadora y Descubridora, la Sra. Eddy. Ver Manual de La Iglesia Madre, Art. XXXI, Sec. 2.
Mas esta iluminación no se reduce a corregir el pensamiento. La Sra. Eddy escribe acerca del Cuerpo de Conferenciantes lo siguiente: “El propósito de sus miembros es velar por los intereses de la humanidad, y asegurar los lazos de la hermandad cristiana, de la cual todo eslabón lleva hacia lo alto en la cadena del ser”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 339.
Una conferencia es un asunto público, mediante el cual, los miembros de las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, ofrecen a sus comunidades respectivas un obsequio espiritual que ellos mismos han visto que es precioso y preciso. Buscan la mejor manera de atraer la atención del público, pues la conferencia está principalmente dirigida a quienes saben poco o nada de la Ciencia Cristiana. Por cierto que será una corrección de falsos conceptos y prejuicios. Mas para cumplir su propósito tiene que despertar también el sentido espiritual en los oyentes.
¿Están las conferencias trayendo nuevos interesados en la Ciencia? ¿Vienen desconocidos? Por supuesto. ¿Pero vienen bastantes? ¿Cómo podemos aumentar la atracción? El primer camino, el camino básico, es metafísico. Es decir, va más allá de las preparaciones humanas, no obstante, gobernándolas. Preguntémonos: “¿Consideramos la conferencia como un acontecimiento aislado que tiene lugar en una fecha determinada? ¿O vemos la ocasión como evidencia específica de la vasta efusión de la verdad eterna de Dios? ¿Estamos conscientes de que todos, incluso los posibles asistentes a la conferencia, tienen de hecho su lugar en esta efusión y que, por tanto, inevitablemente la sienten y responden a ella?
Cuanto más clara sea la preparación metafísica, tanto más inteligentemente se harán los preparativos prácticos. Al tener los miembros una verdadera apreciación espiritual de la ocasión ¿podrán estar satisfechos con pequeños carteles mal ubicados? ¿Podrán estar satisfechos, por ejemplo, con meramente poner una información en un anuncio que ya está colocado en el terreno de la iglesia, uno que ha venido a ser parte del paisaje para el transeúnte?
La verdadera apreciación espiritual de la ocasión revelará formas nuevas y más atrayentes para anunciar la conferencia al público. Formas que digan: “¡Deténgase! ¡Vea! En ese edificio algo muy especial tendrá lugar esta noche. ¿Por qué no viene usted?”
¿Qué encontrará este invitado si viene? Cada conferencia es diferente; pero un visitante puede ver que, para empezar, ha sido incluido de manera muy singular en algunos aspectos comunes de la humanidad, algo que todos comparten. Puede ser amor. O justicia o incluso el deleite y humor que se encuentran en la vida diaria.
La experiencia humana que se comparte, una anécdota divertida, la hábil alusión a acontecimientos contemporáneos ayudan a que el conferenciante y el público se unan. Pero si la conferencia fuera a permanecer en ese nivel, el compartir sería solamente superficial. Para cumplir su propósito fundamental, una conferencia tiene que ir más lejos, más profundamente.
La unificación humana tiene su justo punto de interés común. Se manifiesta como una persona que habla a otras personas. Pero detrás de esto está la comprensión espiritual de que todo lo que está ocurriendo es el desarrollo de la Mente divina, independiente de la persona, el lugar o cosa. Aquí es donde la comprensión espiritual de la coincidencia de lo humano con lo divino es tan importante. Este aparecimiento de lo divino no es la coincidencia de dos realidades. Es la realidad divina única que está bendiciendo a la experiencia temporaria humana al eclipsarla.
Debido a este predominio de la realidad, la conferencia lleva el pensamiento firmemente hacia conceptos más espirituales, mostrando claramente cómo éstos pueden llevarse a la práctica provechosamente. Sin esta coincidencia continua, las declaraciones metafísicas que son la esencia de la Ciencia Cristiana, y que deben estar presentes en toda conferencia, podrían parecer a los visitantes abstracciones alejadas del mundo.
El conferenciante está hablando con individuos, no les está predicando. Está explicando lo que él mismo ha aprendido, lo que está experimentando y viviendo. Está compartiéndolo con ellos. Sabe que si bien él y los oyentes comparten una humanidad común, el hecho importante es que ellos realmente comparten algo de lo que su humanidad da sólo indicios. Este algo es su común inmortalidad, su naturaleza espiritual como hijos de Dios, como expresiones de la Mente divina.
Si quienes hacen preparativos para este acontecimiento mediante oraciones y arreglos inteligentes están plenamente conscientes del ser inmortal del hombre, verán más allá de la apariencia de las personas que están entrando en el auditorio. Estarán viendo más allá de la apariencia de la persona que está dando la conferencia. Apreciarán la atracción verdadera, el poder del Amor atrayendo a quienes tal vez no habían pensado previamente asistir a una conferencia sobre Ciencia Cristiana.
Y afirmarán que lo único que está ocurriendo es que la Mente divina está revelándose a sí misma, deleitándose en sí misma y en su creación de maneras individuales. Y reflejándose a sí misma en la presencia de todos los que están allí. Éste es el sentido puramente espiritual de la ocasión entera. Y ante ella se disuelve la resistencia a la expresión de la Verdad.
Entonces, no debido a las anécdotas e ilustraciones relatadas por el conferenciante, sino debido a que el sentido espiritual ha estado activo y en operación todo el tiempo, ocurren curaciones entre la concurrencia. La profunda metafísica cristiana que debe ser la base de toda conferencia será comprendida porque el pensamiento ha sido preparado para ello. Si no se comprenden totalmente en el momento, estas verdades continuarán desarrollándose en el pensamiento después.
A medida que sintamos la incomparable fortaleza y belleza de la Verdad, llegamos a comprender lo que quiso decir Micaías el profeta del Antiguo Testamento cuando afirmó: “Vive Jehová, que lo que Jehová me hablare, eso diré”. 1 Reyes 22:14.
Y también pensamos acerca de Cristo Jesús, el supremo comunicador para la humanidad, y cómo él dijo: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió... El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia”. Juan 7:16, 18.
Una profunda y convincente comprensión de la naturaleza y relación perfectas de Dios y del hombre es lo que permanece a medida que las circunstancias humanas respecto a la conferencia dan lugar a una comprensión más divina. En el grado en que esto acontezca, el oyente dirá: “Veo, comprendo”. Y el propósito de una conferencia sobre Ciencia Cristiana se habrá cumplido.
El pueblo asentado en tinieblas
vio gran luz.
Mateo 4:16
