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Nuestra defensa espiritual—1

Sintonizando correctamente

Del número de agosto de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


No sería exagerado decir que el aire hoy día está colmado de una diversidad de voces que claman por tener acceso al pensamiento del individuo. Mas hay cierto consuelo en saber que uno está en libertad de elegir lo que se desea escuchar y sintonizar correctamente. Sin embargo, hay mayor consuelo en comprender — por medio de lo que la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) enseña acerca de la Mente, el hombre y la acción mental — cómo se puede mantener la independencia mental, defendiéndose de los pensamientos que sutilmente perjudican y de las influencias mentales destructivas.

La base de esta defensa se encuentra en las verdades fundamentales de la Ciencia: que Dios es la única Mente verdadera, omnipotente, que todo lo abarca y que es sólo el bien; y que el hombre, como imagen o idea de Dios, tiene una relación directa, inmediata e indestructible con esta Mente, Dios, porque es el reflejo de la Mente. El entendimiento humano de estas verdades, fortalecido por una percepción espiritualmente científica de las leyes de Dios (una percepción tan clara y completa que el individuo deja fielmente que estas leyes gobiernen sus pensamientos), lo sostiene y le inmuniza de la inoculación o manipulación mentales.

La necesidad de esta defensa mental acaso sea ahora más apremiante que nunca. El método y medios espiritualmente científicos de esta defensa están expuestos en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, un hecho que ilustra la contemporaneidad y el carácter práctico de este libro, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Sus avanzadas percepciones no sólo están a la altura de los tiempos sino que se adelantan mucho a ellos.

Un buen ejemplo de esto lo constituye el amplio campo de la promoción y la publicidad sobre el cuidado de la salud. La difusión de la “educación” respecto de la enfermedad — en libros, escuelas, filmes, actividades en la comunidad, informes gubernamentales, publicidad comercial, periódicos y medios de comunicación social — ha llegado a tal punto que la atmósfera mental actual está saturada de análisis e imágenes de vívido color acerca de los síntomas, las enfermedades y la anatomía humana. Esta situación no se puede tomar a la ligera.

Lo que hoy parece una advertencia notablemente profética, la Sra. Eddy lo escribió hace muchos años en Ciencia y Salud: “La prensa inconscientemente propaga muchas penas y dolencias entre la familia humana. Esto lo hace dando nombres a las enfermedades y publicando extensas descripciones que proyectan vivamente imágenes morbosas al pensamiento”.Ciencia y Salud, págs. 196–197.

La importancia de esta declaración radica en la explicación que la Ciencia Cristiana da de la enfermedad: que en todos los casos la enfermedad está enteramente constituida por elementos mentales, o creencias, entre las que sobresalen el temor y la fe en la materia. La Sra. Eddy dice: “... la inflamación, los tubérculos, la hemorragia y la descomposición no son sino creencias, imágenes del pensamiento mortal, proyectadas sobre el cuerpo... ” Ibid., pág. 425. Debe destacarse que el remedio de la Ciencia Cristiana es la oración, devotamente encarada con una fe pura y un entendimiento espiritualmente científico de Dios. Esta oración ilumina el pensamiento humano para que reconozca la presencia del Cristo sanador, la Verdad, que está siempre presente y en operación para echar fuera las creencias mortales.

Muchos de nosotros hemos visto cómo un meritorio programa de noticias u otra presentación pasan súbitamente a un cuadro de sufrimiento y síntomas, acompañado de una persuasiva descripción. Si bien mecánicamente es muy fácil y acaso se estime espiritualmente acertado equipar el receptor de televisión con un control que baje el volumen para no escuchar esa clase de propaganda, es necesario hacer algo más.

Si consideramos estos anuncios comerciales en términos de su acción sobre el pensamiento humano, es evidente que su efecto subliminal va más allá de la publicidad para vender un producto. Estos anuncios muestran una fuerte tendencia a estimular el temor e incorporar imágenes mórbidas en las mentes de los televidentes. Cabe preguntarse si su efecto principal es solamente la venta del producto o la “venta” de una enfermedad y del temor a la enfermedad, resultado éste último que ampliaría el mercado comercial.

Por lo general, detrás de esos anuncios se advierten las sugestiones o sutiles implicaciones de que es normal (y aun a la moda) tener ciertos malestares o enfermedades, que es normal (y aun sexualmente atractivo) ingerir cierta clase de drogas o remedios y que el cuerpo es un organismo biológico que normalmente se desequilibra y que naturalmente requiere ciertos estimulantes o reguladores para asegurar su funcionamiento correcto.

Lo que se necesita es la inspirada comprensión espiritual que nos permita invertir cada una de estas sugestiones, subconscientes o no, denegándoles acceso a nuestra morada mental. Como dice la Sra. Eddy: “Debiéramos familiarizarnos más con el bien que con el mal, y guardarnos de las creencias falsas con tanta vigilancia como cuando aseguramos nuestras puertas contra la intrusión de ladrones y asesinos”.Ibid., pág. 234.

El método sanador de la Ciencia Cristiana requiere que borremos enteramente del pensamiento los temores e imágenes mórbidas. Estos temores e imágenes deben ser erradicados de la consciencia por medio del poder de la Verdad y el Amor divinos, porque ellos constituyen la enfermedad. Esto sólo se puede hacer encendiendo nuestro sentido espiritual, hasta alcanzar una clara percepción de que el hombre es espiritual, no material, y que está gobernado por el todopoderoso y armonioso Principio divino, no por la materia. Las deprimentes imágenes del sentido mortal deben ceder al reconocimiento del ser espiritual del hombre, que refleja la invencible Vida que es Dios.

El método de defensa mental de la Ciencia Cristiana requiere una espiritualización persistente y diaria del pensamiento. Cuanto menos materialista sea el pensamiento que abrigamos, menos atracción tendrán sobre nosotros y menos sustento encontrarán las sugestiones del sentido mortal. Esta espiritualización incluye la negación de las falsas sugestiones por medio de nuestro discernimiento y declaración, por ejemplo: que el hombre no es un frágil organismo biológico, sino una idea espiritual compuesta que refleja a la Mente divina; que la enfermedad no es normal porque es contraria al gobierno de la Vida, Dios, y, de hecho, es irreal. Además, que el empleo de drogas, en cualesquiera de sus formas, no es ni normal, ni conveniente, ni deseable, porque introduce en la consciencia toda una serie de enfermizas premisas materiales y falsas suposiciones acerca de la naturaleza de la Vida y del hombre.

Cristo Jesús nos instó: “Si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”. Lucas 12:39, 40.

Por medio de la Ciencia podemos velar y mantenernos espiritualmente despiertos a las verdades espirituales del ser. Podemos mantenernos en estrecha sintonía con el Cristo, la Verdad, que expresa continuamemte a la consciencia humana su mensaje salvador y redentor. Preparados de este modo, cerraremos la puerta de nuestro pensamiento a las invasiones mentales gratuitas y obtendremos la percepción espiritual que nos permita desarraigar y destruir los errores latentes que podrían dar sustento a las sugestiones de enfermedad.

Al hacerlo, obedeceremos la admonición del Maestro: “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”. Marcos 13:37.

(El próximo mes: “Nuestra defensa espiritual—2: Rompiendo las cadenas del materialismo”.)

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